Pacto De Hielo Y Poder

Capitulo 15

Fernando

Era pasada la medianoche cuando mi teléfono comenzó a vibrar en la mesa de noche. El tono suave, que solía pasar desapercibido en medio del silencio, me despertó instantáneamente. Parpadeé, algo desorientado por el sueño interrumpido, y alcancé el teléfono. En la pantalla, no había un número visible, solo la palabra "Desconocido" parpadeando en la pantalla. Una sensación de alerta me recorrió el cuerpo mientras deslizaba el dedo para contestar.

—¿Sí? —dije, intentando mantener mi voz calmada.

Del otro lado de la línea, una voz distorsionada por algún tipo de modulador respondió.

—Fernando, cuida bien de Valentina. Se ve preciosa embarazada, ¿no crees? —La voz se pausó, y pude sentir un escalofrío recorrer mi columna—. Asegúrate de que nada le pase... sería una lástima.

El tono de amenaza implícita en esas palabras encendió todas mis alarmas. Antes de que pudiera responder o preguntar quién era, la línea se cortó abruptamente, dejándome solo con el sonido del silencio en la habitación.

Miré el teléfono en mis manos, mi mente corriendo con pensamientos caóticos. Un segundo después, una notificación de mensaje entrante apareció en la pantalla. Era un mensaje anónimo, y cuando lo abrí, me encontré con una serie de fotos de Valentina. En cada una de ellas, ella estaba en diferentes partes de la villa, captada sin que lo supiera. Había algo inquietante en esas imágenes, en cómo parecían centrarse en su vientre, destacando su embarazo.

El último mensaje, que acompañaba a las fotos, decía simplemente: "Recuerda, ella es nuestra."

Sentí un impulso urgente de ir a su habitación. Me levanté rápidamente, cruzando la villa en la oscuridad. El pasillo estaba en silencio, salvo por el sonido de mis pasos apresurados. Cuando llegué a la puerta de su habitación, me detuve un momento, escuchando. No quería alarmarla, pero necesitaba asegurarme de que estaba bien.

Empujé la puerta con cuidado, intentando no hacer ruido. La habitación estaba oscura, y pude distinguir la silueta de Valentina en la cama, durmiendo tranquilamente. Di un paso dentro, acercándome a ella para poder verla más de cerca, para asegurarme de que estaba a salvo.

Pero en mi prisa, tropecé con una silla, el ruido resonando en el silencio de la noche. Valentina se sobresaltó, despertándose de golpe y mirando alrededor con ojos llenos de confusión y miedo.

—¿Fernando? —preguntó, su voz temblando ligeramente.

—Lo siento, Valentina —murmuré, acercándome a ella con las manos alzadas, intentando tranquilizarla—. No quise asustarte.

Ella se relajó un poco al reconocerme, pero su rostro seguía reflejando preocupación.

—¿Qué haces aquí? —preguntó, aún medio adormilada.

—Recibí una llamada... un mensaje —comencé a explicar, aún luchando por controlar mi propia inquietud—. Alguien estuvo vigilándote, Valentina. Quería asegurarme de que estabas bien.

Ella me miró, los ojos aún más abiertos, procesando mis palabras. Vi cómo el miedo y la preocupación comenzaron a mezclarse en su expresión, y sentí un profundo deseo de protegerla, de mantenerla a salvo de cualquier amenaza que pudiera surgir.

—No te preocupes —dije, tomando su mano y apretándola suavemente—. Estoy aquí, y no voy a dejar que nada te pase.

Ella asintió lentamente, confiando en mis palabras. Pero mientras me quedaba a su lado, observando su rostro en la penumbra, supe que esto no había terminado. Quienquiera que estuviera detrás de esas fotos y ese mensaje, tenía un plan. Y no iba a permitir que Valentina quedara atrapada en su juego.

Me senté en el borde de la cama, con la mente aún llena de imágenes de las fotos que había recibido. No podía sacudirme la sensación de inquietud, pero necesitaba mantener la calma por Valentina. Cuando ella se giró hacia mí, con su mirada buscando respuestas, simplemente me acomodé contra el respaldar de la cama e hice un gesto para que se acercara.

Sin dudarlo, Valentina se deslizó hacia mí, apoyando su espalda contra mi pecho, buscando refugio en mi cercanía. Rodeé su cintura con un brazo, mi mano descansando sobre su vientre, sintiendo la suavidad de su piel y la vida que crecía dentro de ella. El simple acto de estar así, tan cerca, me dio una sensación de calma que no había sentido desde que recibí esa llamada.

—Fernando... —su voz era suave, casi un susurro—, ¿tienes alguna idea de quién pudo haber mandado esas fotos?

Suspiré, mi mente repasando las posibilidades. Había demasiadas personas con motivos y medios para hacer algo así, pero ninguno que pudiera identificar claramente.

—No estoy seguro —respondí, con honestidad—. Hay muchas personas que podrían querer intimidarnos o manipularnos, especialmente con todo lo que ha pasado en los últimos meses. Pero quienquiera que sea, claramente está tratando de asustarnos.

Valentina se quedó en silencio por un momento, procesando mis palabras. Podía sentir la tensión en su cuerpo, y apreté su cintura un poco más, intentando ofrecerle consuelo.

—No dejaré que te hagan daño —murmuré, más para mí mismo que para ella—. No importa quién esté detrás de esto, no voy a permitir que te acerquen ni a ti ni a nuestros hijos.

Ella giró un poco la cabeza, y pude sentir su aliento cálido contra mi cuello. Aunque sus palabras eran serias, había algo en su tono que me hizo sentir un poco más ligero.




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