Era un demonio que siempre tenía sus reservas, era un demonio que siempre tenía lista su comida y en esta ocasión para él le visitó el postre.
–Pero otra vez nos encontramos -dijo a la vez sacando su asquerosa y apestosa lengua –No preguntaré, porque sé muy bien a qué has venido.
–No me importa tu tamaño, tú nombre y lo que eres, no eres ni más pero te aseguro que eres menos que yo, eres tú quien debe arrodillarse y pedir súplicas ante mí.
–Ni en sueños –su miraba se posó en una celda –Pero que ¡Carajo hiciste! Siempre eres una entrometida y una fastidiosa, pero esta vez no te me escapas –dijo acercándose amenazante en cuatro patas.
–Estás en lo correcto –no es la primera ni la segunda, es la décima vez que se encuentran y los dos desean eliminarse. Está vez vino con trucos el demonio, ante sus ojos, Rebeca no lo entendió pero no bajó la guardia, el demonio desapareció. Sintió una viscosidad en su chaqueta y no dudo en dar una vuelta y sacar su daga –Pero que lindos trucos ¿Qué comes?
Los dos empezaron a pelear, el demonio tenía una cola y con esta le golpeo a Rebeca lanzándole hacia la pared, todo fue rápido. El demonio acarició con su larga y repugnante lengua en el rostro de Rebeca y eso fue un error, Rebeca incrustó su daga en el cuello del demonio y lo movió con tanta fuerza que le trozó un lado.
–Eso te-te pasa con meterte con mi grupo y lastimar a Emily ¡Idiota!
Se acomodó la chaqueta y empezó a caminar, escuchó otra vez los gritos y súplicas los que estaban encarcelados hasta que alguien le agarró con fuerza.
-¿Adónde le llevan a mi chica? –le dijo con firmeza.
–Así que eres tú el enamorado de Cinthia, tranquilo le llevaré a casa.
–No te creo.
–Adiós –se zafó y tan solo dio paso.
–Por favor protégela.
–Creo que nunca lo lograré entenderlo, sobre el amor y entre otras cosas, cuídate niño –ella caminó como si estuviera modelando ya que paso que daba, lo daba seguro y firme.
Editado: 05.01.2021