Desde que se fueron todo cambio, todo se volvió oscuro y sin brillo;
el sol dejo de ser tan radiante como lo era cuando ellos estaban.
Aún recuerdo esos horribles días donde las lágrimas no dejaban de recorrer mi rostro, reflejando el dolor que sentía en mi corazón; recordando que jamás los volvería a ver.
En mi cabeza se repiten constantemente esos días, y no dejo de pensar cómo fue que en tan solo un momento mi mundo se fue abajo.
Me sumergí en una oscuridad en la cual no he encontrado un rayo de luz que me haga escapar de esta soledad y tristeza que quedó desde que se fueron.
Intento ser fuerte día a día, así como ellos me enseñaron desde pequeña.
Pero, aún así, siempre me dolerá saber que no volveré a sentir ese dulce calor que me daban sus brazos, y ese dulce aroma que sentía al estar cerca de ellos.
Sin embargo, ahora recuerdo que siempre hay un final, y que no todo es para siempre; que las personas vienen y van.
Y desde su muerte, he aprendido muchas cosas que duelen, pero que son parte de la vida. He aprendido, que hay personas que te pueden traicionar; otras que se pueden alejar, y otras que te pueden dañar. Pero que muy pocas son las personas que realmente te amaran y te protegerán a pesar de los errores que cometas.