El ambiente que nos envuelve es uno totalmente relajado, solo estábamos en la habitación mamá, Aiden y yo, papá había salido hace unos veinte minutos para comprar algo de comida puesto que ninguno había desayunado aún, esa mañana me desperté con un agudo dolor de cabeza y no dudaron en el informar a mi familia, quien al ser conscientes de lo que ocurría no dudaron un segundo en ponerse en marcha, a pesar de que fueran las cinco de la madrugada.
Era mi segundo día consciente en el hospital y ya deseaba salir de aquí, tanta atención y la constante pregunta de cómo me encontraba me agobiaban, pero la situación era mucho más compleja, debía pasar por demasiados tratamientos y pruebas antes de ser libre.
Mamá estaba sentada sobre la cama y me miraba con todo el amor del mundo mientras se encargaba de controlar mi pelo con un cepillo, Aiden en cambio ocupaba el sillón para visitas junto a la cama y fulminaba con la mirada a todos los aparatos que me rodeaban, realmente parecía odiar este lugar.
—Como odio verte rodeada de toda esta mierda —lo escucho murmurar, mamá lo fulmina por la mala palabra que emplea y yo trato de reír para aligerar la tensión que sus palabras crean pero estas instalan cierta tristeza en mi que me lo impide y mi semblante decae.
—Yo también lo odio, apenas ha pasado un día desde que desperté y siento que no lo soporto —Aiden me da una mirada cargada de compasión y sostiene una de mis manos entre las suyas.
—Esperemos que puedas abandonar este lugar pronto —es lo único que se limita a murmurar mientras su vista cae sobre mis muy vendadas piernas.
Otro silencio nos vuelve a envolver y cierro los ojos ante las caricias que estaba recibiendo en mi pelo, realmente me calmaba y era capaz de caer dormida. El silencio se rompe cuando la puerta chirría avisandonos de la llegada de alguien, él delicioso olor a café llega a mi y sonrío cuando vemos a papá entrar pero frunzo el ceño levemente cuando me da una sonrisa algo forzada y acercarse a paso lento, su nerviosismo era muy notorio.
—Hola familia, he tardado un poco porque había demasiada cola, en fin, lo dejo aquí —deposita las bolsas sobre la mesita junto a la cama y tras besar mi frente mira a mamá —cariño, me he cruzado a la médica de Sage por el pasillo —informa con cautela pero eso no evita que todos le miremos atentos, trato de ignorar la mirada preocupada que recibo de Aiden —ha pedido hablar con nosotros —le resulta difícil ocultar su preocupación mientras habla.
—Oh, bien —mamá trata de sonar tranquila mientras deja el peine entre las manos de Aiden casi de forma automática y se levanta, su ceño estaba fruncido por la preocupación —cariño, cuida de tu hermana, volveremos enseguida, al mínimo dolor avisad a las enfermeras —dice mientras besa mi frente antes de encaminarse hacia la salida de forma apresurada seguida de papá.
Tanto Aiden como yo permanecemos unos segundos contemplando la puerta, incluso cuando esta se cierra, ambos ensimismados en nuestros pensamientos, seguramente con la misma pregunta surcando nuestras mentes. Aiden es el primero en reaccionar y me mira tratando de sonreír, seguramente con la intención de distraerme.
—Debe de ser horrible —murmura por lo bajo mientras mueve el peine entre sus manos jugando con él —lo de no recordar nada digo —sonrío ante su intento y decido seguirle la corriente.
—Lo es —un suspiro pesado escapa de mis labios —no recuerdo a nadie más aparte de ti y nuestros padres, se que tengo abuelos y amigos pero no hay ninguna imagen en mi cabeza, aunque esta mañana me dolía la cabeza porque un recuerdo vino a mi mente —me mira sorprendido y a la espera de que siga —era la imagen de un chico, solo veía su silueta, no alcanzaba a definir su cara solo su pelo rubio —suelto otro suspiro y aparto un mechón de pelo lejos mi cara, cuando está entre mis manos contemplo ensimismada lo oscuro que es su color y lo corto que este es, era exactamente igual al de Aiden, eso me hace cuetionarme si nuestros ojos también coincidían.
—¿No viste nada más? —no soy consciente de lo que pregunta porque otra duda asalta mi cabeza.
—¿De qué color son mis ojos? —cuestiono sin ser capaz de contener mi curiosidad. Él ríe ante mi pregunta y niega con la cabeza antes de responder.
—Azules —susurra y una pequeña sonrisa surge al pensar en lo bonitos que debían ser, seguramente con la misma intensidad que los de Aiden, él rebusca en e bolsillo de su chaqueta hasta sacar su móvil y me muestra una foto.
Mi piel es muy pálida, supongo que también debía deberse a haber permanecido encerrada por más de medio año, mis ojos eran del mismo azul intenso que los de mi hermano y mi pelo negro azabache era realmente corto, a la altura de mis hombros. Me fijo en mis ojos una vez más y miro más allá de ellos, tratando de encontrar algo que ni yo misma se, tratando de comprender, me veía feliz, ¿cual había sido el problema?
—Hay tantas preguntas en mi cabeza en estos instantes —susurro mientras de devuelvo el móvil.
—Lo se, no te estreses, tenemos toda una vida por delante para que tu recuerdes todo —su sonrisa decae un poco al ver la alarma en mi expresión.
—¿Cuantos años tengo?
—Dieciocho, cumples años el quince de agosto, lo que significa que ya los cumpliste puesto que estamos a octubre —noto la incomodidad en su voz pero mi atención estaba en el hecho de haberme perdido un cumpleaños, no sabía cómo sentirme al respecto.
—Tu eres mayor que yo, ¿verdad? —lo veo asentir divertido.
—Veintidós —se limita a responder.
—Esta situación es realmente extraña —susurro tras un largo silencio —¿cuánto he cambiado?
—No lo has hecho, sigues siendo tu, solo que un poquito más amable y curiosa al parecer —vuelve a reír y despeina su pelo mientras yo lo miro con fingida indignación.
—Tus palabras me hacen interpretar que solía ser una niña repelente e ignorante —él ríe con fuerza por mis palabras y vuelve a negar, sonrío al escuchar su risa, me hacía feliz animarlo y apartar ese semblante gris de su rostro por aunque solo sean unos segundos.