Después de que su cita hubiera terminado y ambos amantes se despidieron, Theithir le comentó a su mejor amiga que tenían que hablar de algo mientras que Amas regresó al castillo de la capital de Rec´Sent.
Cuatro sirvientas con su cabello hecho de agua lo acompañaban hacia la puerta que conectaba ambos lugares, Ludwig también se encontraba a su lado caminando por los majestuosos pasillos blancos llenos de pinturas, estatuas, decoraciones, alfombras rojas y hasta nubes rosadas con brillos dorados.
El miembro del Triunvirato realmente se sentía como en un mundo diferente, uno donde este tipo de lujos estaban fácilmente al alcance de la mano y sus habitantes estaban tan acostumbrados a ellos que los ignoraban. Él sabía que su país no era el mejor y tampoco atravesaba una buena situación, otros lugares como el Palacio-Catedral del Reino Sagrado, la Fortaleza Negra del Reino Carmesí, o las residencias de los Scalles del Imperio Kalahari eran muy superiores y más excéntricas; y aun así, Amas Imak pensaba que todos esos lugares se quedaban cortos al compararlos con este.
–Mi señora se veía feliz, así que supongo que podemos aprobarte como un buen juguete –le comentó el niño vestido con ropas de rey caminando a su lado, las cuatro sirvientas Ninfas que lo seguían por detrás soltaron pequeñas risas al respecto.
Aquel noble solo movió ligeramente su boca con desagrado e ignoró aquel comentario de su compañero, Amas había intentado entablar una buena relación con ese niño, pero nunca lo había logrado porque este último siempre mantenía su gran distancia de los demás. No le molestaba que un niño estuviera a su altura, no mientras eso ayudara a su país, aunque a veces esa apariencia infantil le hacía olvidarse de que en realidad se trataba de un Desollamentes que por alguna razón inexplicable parecía un humano.
–Ella es muy buena –contestó Amas como si no hubiera escuchado lo que le dijeron antes, esto descolocó un poco a Ludwig quien chocó sus dientes algo molesto. El miembro del Triunvirato podía tener la tranquilidad y certeza de que no lo lastimarían a pesar de la abismal diferencia de fuerza entre ambos.
A comparación de antes, ahora el Maestro de Nivel estaba ligeramente molesto y esto podía notarse en el tono de su voz y la expresión de su rostro. –Bueno, ya llegamos. –Se hizo a un costado para señalarle una puerta de madera–. Eso te llevara al castillo, yo me quedaré aquí e iré mañana temprano.
Las cuatro sirvientas se pusieron al otro costado de la puerta y una procedió a abrirla, el noble esperaba ver del otro lado, al pasillo del castillo de la capital, aunque en su lugar un resplandor blanco no le permitía deslumbrar nada. –Espero que tengas una buena noche –concluyó Amas lo que pareció molestar todavía más a ese niño, el humano adulto soltó una sonrisa y cruzó la puerta.
Al instante Amas logró sentir en su piel un cambio abrupto en la temperatura del ambiente, el resplandor blanco se difuminó rápidamente y reveló un lugar inesperado. El noble honesto se paralizó por un segundo, a su cerebro le tomó ese tiempo percatarse de que el lugar donde estaba no era el castillo de Rec´Sent.
Un frio mortal erizó todos los pelos de su piel y rápidamente este cruzó los brazos para frotarse en un nulo intento de darse calor, un humo caliente podía verse salir de su nariz mientras respiraba y una lluvia de pétalos blancos caían de un cielo gris por todos lados.
–¿Acaso esto se trata de una broma de Ludwig? ¿Se molestó por lo que le dije? No, él igual no haría algo así –pensaba en voz alta y para sí mismo el hombre. Tarde se dio cuenta de que en realidad no estaba solo.
Una voz femenina pero infantil contestó a un costado, llamando su atención de un susto. –Esto no es obra de él, es acción mía.
Muy asustado por la incertidumbre que lo rodeaba Amas volteó en dirección de donde le hablaron, fue entonces que se percató mejor del lugar donde se encontraba. Estaba en un gazebo griego, una pequeña estructura sobre una pequeña isla en un lago congelado. Había baldosas en el suelo y seis pilares blancos se levantaban y sostenían una cúpula de cristal.
A su costado se encontraba una pequeña mesa de metal con una superficie de cristal, sobre ella reposaba una tetera de la que salía humo, varias tazas de té y un montón de postres. Pero lo más sorprendente y que alertó a Amas era el ser de apariencia humana, esa niña tenía una sonrisa sádica en su rostro, ojos rojos llenos de sangre y su cabello blanco estaba peinado en coletas.
–¿Qué es esto? –se animó a preguntar el miembro del Triunvirato a la par que aíre caliente salía de su boca.
La niña tenía las piernas cruzadas, su ropa roja, blanca y dorada eran de un estilo similar a la de Ludwig y sumado a su pequeña corona en la cabeza transmitía un aura de nobleza. –No te preocupes humano, solo quería confirmar los rumores. Eres la nueva diversión de una de nuestras Reinas Soberanas. –La niña lo analizó de pies a cabeza–. Para mí no apruebas, pero si ella vio algo en ti no puedo discutirlo entonces.
Al terminar de hablar apareció un conejo a su lado, un conejo blanco de ojos rojos el cual vestía un traje de mayordomo también rojo y con botones dorados, solo que no llevaba pantalones. No se trataba de un conejo antropomorfo, sino que realmente era un pequeño conejo caminando en dos patas y llevando una bandeja de postres que dejó en la mesa.
–¿Por qué hace tanto frio aquí? ¿Dónde estoy? –Amas se seguía frotando los brazos sin obtener resultados, su ropa no servía para nada ante la baja temperatura del lugar, se sentía desnudo en una lluvia de nieve.
Sin embargo, lo que más le sorprendió fue el lugar donde se encontraba. Girando su cabeza se percató de que había un puente que conectaba la pequeña isla del lago congelado con lo que parecía un bosque nevado. En cambio, en frente suyo y detrás de esa niña otro puente conectaba con otra isla mucho más grande; y allí se encontraba un edificio idéntico a la estructura de lo que ahora es la Academia de Héroes.
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Editado: 11.10.2024