Ciudad de Anipsios – ubicada al noroeste de la Capital Real.
Observando su reflejo en un espejo podía apreciarse a una hermosa mujer adulta de cabello negro, una gran cantidad de caras y pequeñas joyas adornando sus mejillas color chocolate al igual que sus orejas, cuello y muñecas. Pero cargar con tal belleza era una tarea difícil y debido a ese motivo esta hermosa mujer era asistida por dos sirvientas, una encargada de maquillar cuidadosamente su rostro y arreglar su cabello, mientras que otra acomodaba su vestido brillante color crema y elegía las piedras preciosas que usaría hoy.
Con todo esto está de más decir que ella ama verse bien, le encanta estar a la cabeza de todos, que la vean, que la idolatren como a una más de sus dioses. Quizás por ese motivo adoraba mucho su trabajo también, un trabajo al cual le dedicaba una pasión similar a la de su apariencia.
Apreciándose en el espejo la interrumpió el sonido de alguien tocando a la puerta de su habitación, las dos sirvientas se alejaron ligeramente de su ama y esta giró la cabeza en dirección a la puerta. –¿Quién es? –quiso saber con una voz imponente pero lustre.
–Señora Caethiwo, ya hemos terminado de preparar todo –respondió con ligera preocupación una voz masculina.
Inevitablemente una sonrisa surgió en el rostro de la mujer noble. –Excelente, ahora mismo voy –dijo con una gran sonrisa brillante de joyas.
Sin ser necesario decir una palabra ambas sirvientas se separaron de ella para que pudiera moverse libremente hasta la puerta, pero obviamente ella no fue quien la abrió, no podría arruinar la manicura de sus uñas, por lo que una de sus sirvientas se acercó a abrir la elegante puerta de madera.
Desentonando con la estética de la casa y de la mujer noble, del otro lado se encontraba un hombre vistiendo ropa algo sucia, placas de metal dañadas protegían parte de su cuerpo y tenía varios cuchillos en un cinturón. El hombre se puso nervioso ante la presencia de la noble, lo que le encantó a ella. –¿Contaron dos veces?
–Por supuesto Señora Caethiwo, dos personas contaron dos veces todo para tener la mayor precisión posible.
–Excelente, entonces llévame a verlos.
Las dos sirvientas permanecieron en la habitación, ya que el lugar donde iba su ama podría ser considerado ligeramente peligroso. El hombre comenzó a caminar lentamente, haciendo sonar sus tacones en la madera del suelo, la mujer lo siguió de cerca. Ambos se dirigieron hacia una puerta y cuando el hombre la abrió podían verse unas escaleras de piedra que daban al sótano de la mansión; después de todo su casa era gigantesca y se encontraba en el centro de un jardín todavía más grande, por lo que en el sótano nadie podría escuchar los gritos de todas las personas secuestradas.
El primero en bajar fue el hombre armado mientras que cuidadosamente trataba de no dañar sus tacones lo siguió la mujer noble, mientras más bajaban más podían empezarse a escuchar gritos y extraños sonidos de personas sufriendo y agonizando. Las escaleras terminaron en un túnel de piedra iluminado escasamente por antorchas y lleno de sangre coagulada por casi todos lados, ambas personas se acercaron a una puerta de madera llena de rasguños y el hombre la abrió.
Dentro se encontraba un gran cuarto casi completamente a oscuras y la gran parte era un profundo pozo de tierra donde en su interior yacían personas y seres de distintas razas; todos maltratados, heridos y abusados de cientos de formas gritando de dolor. Estaba de más decir que el pozo estaba lleno y casi rebalsando.
No importaba que fueran hombres, mujeres o niños, tenían un poco de todo por aquí. Arriba del pozo de tierra había más hombres con armaduras de metal y lanzas golpeando a las personas que intentaban subirse o escapar.
Como si fuera algo normal, típico de todos los días, la noble Caethiwo le preguntó a su hombre. –¿Estos son todos los productos de este mes?
–Así es mi señora, como podrá notar les colocamos una marca a cada uno dependiendo de su lugar de origen –explicó su subordinado.
Aquellos seres con el número uno pertenecían al Reino Mercante, quienes eran del Reino Carmesí tenían el número dos, el tres era para los semitrolls del Reino Caer-Compa y el cuatro para los del Imperio Kalahari.
La hermosa mujer de la alta aristocracia del Reino Sagrado de Szent observó todo por un momento, aunque también podría decirse que se dejaba ser observada por todos esos futuros esclavos, quería que la admiraran para que supieran quien estaba a la cabeza de todo.
–Son 250 personas en total –dijo el hombre un poco preocupado de verla tan callada y acompañando esas palabras le entregó una lista–. Aquí se encuentra detalladamente la cantidad de mujeres, niños y hombres; entre otros detalles menores.
La hermosa noble de alto rango, la señora Caethiwo, era más de lo que aparentaba. Ella no solo formaba parte de la red de tráfico de personas más grande y extensa de este lado del continente, sino que además era quien estaba a la cabeza. Como era el caso de alguien con tal título y tal trabajo tendría decenas de conocidos importantes, su red de tráfico de personas y esclavos le otorgaba conexiones con asesinos profesionales, espías de gran calibre, mercenarios, etc.
Sin embargo, todo eso caía en un mismo propósito, ella no solo decidía el futuro de cientos de vidas a diario, sino que la construcción de su hogar en esta ciudad fronteriza no era casualidad. Aquella Nacida de la Luna, una alta noble de la aristocracia, la señorita Caethiwo; ella utilizaba toda esta influencia y poder para sabotear cualquier intento de algunas razas del Imperio Kalahari, como los Hombres Escorpión, de atacar el Reino Sagrado de Szent.
Obviamente que el país también tomaba cartas en el asunto, mandaba Templarías, Voceros y Paladines. Solo que estos no eran muy eficaces para adentrarse en el Bosque Eclipse, un lugar incluso seis veces más grande que el Bosque de Roble Lunar. Las fuerzas de ella llenaban esa carencia y también era abastecida de armas especiales gracias al Primer Ministro.
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Editado: 11.10.2024