Tal y como Amber me había dicho llegamos a nuestro destino rápidamente. Aire fresco, la brisa sobre mi piel y un olor a muerte es lo que me encuentro al bajar del coche. Northtown se parece bastante a mi antigua ciudad, ruinas, ruinas y más ruinas. Noto cómo la sangre empieza a hervir por mis venas, estoy entusiasmada y mi instinto de cazador se pone en funcionamiento.
La gente se reune en torno a Kai que empieza a parlotear sobre no sé qué formaciones y protocolos. Aprovechando que todo el mundo está distraído me escabullo entre los escombros y emprendo mi cacería personal. Mi objetivo son demonios así que si pensamos de manera racional estarán escondidos en el interior de algún edificio o algo similar. Vuelvo a poner en marcha el pinganillo con la esperanza de que Amber pueda guiarme a mi destino, aunque me conformo con no perderme.
- Amber, soy Ellie ¿me recibes? – Vuelven a pasar varios minutos antes de recibir respuesta, herniarse no se hernia.
- Sí – Esta muchacha tiene horchata en vez de sangre.
- ¿Sabrías decirme cómo llegar a los demonios?
- Kai sabe como rastrearlos, supongo – Genial eso me es de mucha ayuda.
- Ya...pero digamos que no voy con Kai, es más, supongamos que voy sola – Espero que pille la indirecta directa.
- Ah... y ¿por qué? – Me desespera hablar con ella, es como estar a cámara lenta.
- Porque ese era el trato, yo a mi aire – Estoy andando en línea recta y no tengo ni idea de dónde me encuentro – ¿Ahora podrías decirme algo que me sea de utilidad?
- Te sorprenderían si les dieses una oportunidad- Lo dudo Amber, lo dudo – Puedo decirte que estás andando en círculos, pero no mucho más.
Mierda, y mira que voy en línea recta.
- Pues guíame – Respira Ellie, respira – Que para eso se supone que estás.
- ¿A dónde? – Yo la mato, no sé cómo pero la mato.
- ¡Dónde sea!- Creo que mi grito ha llamado la atención de algo, empiezo a oír pasos – Amber luego seguimos con esta conversación tan enriquecedora.
- Vale – Y vuelve el silencio que tanto aprecio.
Agudizo mis sentidos y me percato de que tengo algo detrás de mí, a unos tres metros. Saco los cuchillos de las botas con sigilo y sigo avanzando. Miro de reojo cada vez que puedo, hasta que descubro que lo que me acecha es un Rógar.
Los Rógars son muy parecidos a los tigres, de color rojizo y miden unos dos metros de altura. Su arma más potente son sus garras, capaces de desgarrar el acero y sus fuertes mandíbulas, que nada tienen que envidiar a la de los cocodrilos. La buena noticia es que cazan en solitario, la mala es que son muy buenos cazadores. En mi antigua ciudad tuve que enfrentarme a un par y no fue para nada divertido. La estrategia a seguir es fingir que no lo he visto y cuando se abalance sobre mi agacharme y golpearle. Lo de golpearle es relativo ya que si pretendo matarlo tengo que apuñalarlo en algún punto vital. Si fallo estoy en problemas. El fusil sería más efectivo pero no solo atraería a más monstruos sino que perdería el factor sorpresa frente a los demonios.
Tal y como tenía previsto el Rógar se me tira encima. Esquivarlo no resulta complicado, sobre todo porque ya lo veía venir. Le clavo el cuchillo pero no con la suficiente fuerza como para matarlo. El Rógar se da la vuelta con intención de rebanarme el cuello, mis reflejos son buenos y consigo apartarme.
El bicho me va ganando terreno hasta que me acorrala contra una pared. Empuño el cuchillo con más fuerza y me dispongo a entablar el golpe de gracia. Lo tengo a medio metro de distancia cuando me abalanzo sobre él y le apuñalo entre ceja y ceja, dejándolo sin vida. Tengo que reconocer que me ha hecho sudar el animalillo.
- Vale Amber ya estoy operativa – Espero una respuesta que nunca llega – ¿Amber? – No sé si es que me he cargado el pinganillo o que la he pillado en el baño.
Desisto y me dejo guiar por mi sentido de la orientación, lo que no suele terminar muy bien. Acabo en lo que antaño debió ser una callejuela encantadora, o no. Lo bonito de que todo esté completamente destruido es que puedes dar rienda suelta a tu imaginación al reconstruir mentalmente la ciudad. Paso por delante de una boca de metro y mi sentido arácnido se manifiesta. Anuncia peligro y eso no pueden ser mejores noticias, peligro igual a demonios. Cojo una bocanada de aire y entro con sigilo, lo último que quiero es ser descubierta estando tan cerca.
Tengo que tener cuidado con no tropezarme con los escombros, bajo las escaleras y llego a un pasillo. El polvo y la oscuridad dificultan mi visión, lo que hace de esta pista de obstáculos todo un reto. Acabo en una trifurcación, entro por el primero que pillo y termino en un callejón sin salida. Vuelvo a donde estaba y selecciono el camino de al lado, que resulta que tampoco tiene ninguna maldita salida. Entro por el último pasillo que queda, si este no lleva a ninguna parte voy a cabrearme mucho. Sigo avanzando entre escombros y basura durante un rato.
Al final del pasillo consigo distinguir una tenue luz, buenas noticias. Me vuelvo una sombra, rápida, silenciosa, ágil. Escucho voces, pero no logro entender qué dicen. De algo estoy segura, se trata de demonios. Llevo mucho tiempo esperando este momento y pienso aprovecharlo. Me escabullo entre los restos de escombros y me posiciono en un punto estratégico desde donde pueda acechar a mi presa, estoy entusiasmada. Esta es una sala iluminada por barras led. Hay algunos cacharros cuya finalidad desconozco y una celda. En el interior de la celda distingo a unas diez personas, entre ellas niños. ¿Esclavos? No importa, no he venido a eso.