No. Entiendo. Cómo. Puedo. Perderme. En. Una. Puñetera. Planta.
Cada vez me noto más ligera, no solo físicamente, sino mentalmente también. Aumento la velocidad, como no sea el siguiente pasillo, desisto. Doblo la esquina y me choco contra algo.
- Ey.
- Lo siento – Digo mientras vuelvo en mí.
- ¿Sabes? Debería multarte por exceso de velocidad – ¿Pero qué dice este ahora?
Levanto la cabeza y resulta que se trata de Adam.
- Disculpe señor agente, tengo una buena razón – Decido seguirle el rollo.
- ¿No se tratará de nada ilegal, verdad señorita? – Tiene una sonrisa brillante.
- Mmm, puede, nunca lo sabremos – Debería pedirle ayuda, sin duda será más efectivo que dar vueltas a lo loco – Cambiando de tema, ¿podrías ayudarme?
- Por supuesto, siempre y cuando el General no ande cerca – Eso me produce una carcajada – ¿Qué necesitas?
- Necesito llegar a la enfermería con urgencia.
- No se hable más – Adam es todo un caballero.
Le cuento lo ocurrido con las pastillas mientras llegamos a la enfermería. Le hacen gracia algunas partes, como las reacciones de Fred y la parsimonia de Amber.
- Tranquila, morir no vas a morirte – Dice mientras entramos en el consultorio – Puede que acabes un poco colocada, pero nada más.
- Pues no sé qué decirte – Ya entiendo por qué me siento tan relajada – No es que me tranquilice mucho la verdad.
Se ríe y yo le echo una mirada fulminante, pero de las bonitas. El enfermero de turno me dice que al no tratarse de una dosis dañina no pueden hacer nada, pero que me dará un colocón en cualquier momento.
- ¿Considera no dañino ir drogada? – Pregunto con indignación – Porque muy sano no es.
- No es perjudicial para su salud, como mucho para su reputación, pero tenemos mucho trabajo y no nos sobran recursos – Qué amargado de la vida.
- ¿Y qué voy a hacer? ¿Ir cual fumada por la base? Sabe, se me considera un peligro, y en ese estado no sé qué podría pasar – Espero que mis palabras le persuadan y cambie de opinión, pero el resultado es el mismo.
- No tengo tiempo como para perderlo con vosotros, si me disculpáis - El enfermero se pierde entre las cortinas de la enorme sala.
- Será capullo – Genial pues nada, hoy va a ser un día divertido – ¿Y ahora qué?
- No te preocupes, si quieres yo puedo cuidar de ti, señorita peligro – Las palabras de Adam me dejan sin habla, ¿cómo se puede ser tan bueno? – Tengo el día libre, así que no me pueden decir nada.
- No quiero molestar, puedo encerrarme en la habitación hasta que pase el chaparrón – En el fondo sí que me gustaría ser cuidada por él, se me cae la baba de pensarlo.
- Ellie, insisto, es mejor que tengas a alguien que te vigile en ese estado – Cómo voy a negarme si me lo plantea así.
- De acuerdo, pero si hago algo raro, recuerda que voy colocada.
- Lo tendré en cuenta – Se pone pensativo – Creo que ya sé a dónde llevarte.
- ¿A dónde? – Cuanta menos gente me vea mejor.
- Sorpresa, tendrás que esperar – No sé si para entonces estaré en plena forma, la vista ya se me empieza a nublar un poco.
Salimos de la enfermería y ya voy haciendo eses, no de manera exagerada, pero yo sí me lo noto. Estamos a punto de salir del edificio cuando aparece Fred, agobiado, que al verme se acerca corriendo.
- Ellie, ¿estás bien? ¿Qué te han dicho? – Fred vete, ya estoy muy bien acompañada.
- No te preocupes está bien, yo me encargo de cuidarla hasta que se le pase – Fred mira a Adam, ni se había fijado en él.
- Oh, hola Adam – Fred me mira y lo vuelve a mirar – Gracias por cuidar de Ellie pero ya nos ocupamos Amber y yo, a veces puede ser un poco… – Intenta que no le oiga pero lo hago – Agresiva.
- ¿Ella? – Dice mientras me dedica una tierna mirada – Me arriesgaré, tú sigue con tu trabajo que yo me ocupo– Empiezo a notarme extraña, siento un subidón de energía positiva.
- Pero verás… – No controlo muy bien mis movimientos.
- Fred, estoy bien, piérdete – Me queda más borde de lo que pretendía.
Se da por vencido y deja que nos marchemos, aunque tengo la sensación de que nos sigue. Andamos por la ciudad y nos movemos por las calles hasta llegar a un parque con arbolitos y florecitas y bichitos y felicidad.
- Mira Adam un árbol – Me siento muy risueña – Árbol, arbolito ito ito – Canturreo, me parece una palabra curiosa.
- Parece que ya empieza – Dice Adam que se ríe de mí.