Esta semana fue rara, Esteban me ignoro y las pocas veces que hablamos era como si estuviera molesto.
No lo entiendo, ¿Por qué actuaba así? ¿Por qué hay días que es amable y otros que es un patán?
Para evitar problema con mis amigos tuve que hablar con él, cuando ellos no estaban, cabe aclarar que hablamos solo para los trabajos, ya terminamos dos trabajos y ya el lunes entregamos uno.
El timbre me saca de mis pensamientos, agarro mi maleta para este fin de semana y salgo.
Al abrir la puerta me encuentro a Eliot con una bermuda de jean, una camisa celeste y una gorra blanca.
—Hola preciosa, déjame ayudarte.
—Hola, no te preocupes, esto no pesa casi. – ignora lo último que le dije y me quita la maleta, que en realidad es un bolso grande donde metí mis cosas. - ¿Cuántas horas son de viaje? – pregunto cuando ya estamos en su auto.
—Dos horas como mínimo, todo depende del tráfico.
Siento que puedo respirar, pensé que serían más horas de viaje, no me gusta viajar en auto.
—¿Ya están terminando el segundo semestre?
—Si, está vez nos pidieron en parejas.
—Bueno para Vero y para ti no es problema trabajar juntos.
—Ese es el detalle, no estoy con Vero.
—¿No? ¿Y eso?
—Batista escogió a las parejas y los demás profesores decidieron no cambiar las parejas.
—¿Con quien te toco trabajar?
Nuestras miradas se encuentran, ya que aprovecho el semáforo y se giró para verme, pero tiene la mandíbula tensa, parece ¿Molesto?
—Con Esteban, el chico nuevo.
—Ah, okey.
No dice más nada, pone música, una que por cierto no me gusta y no me habla más, el ambiente está tenso, espero que cuando lleguemos el ambiente sea diferente, porque si no, este viaje será muy malo.
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Desde aquí puedo ver la playa, se escucha el sonido de las olas, el sonido del mar es relajante, creo que al fin voy a poder descansar y dormir bien.
Estoy en la habitación que me tocó, Eliot y yo venimos juntos pero el tiene su propia habitación, creo que es lo mejor ya que no quiero que el confunda las cosas.
Ya el sol se está ocultando, en un rato saldremos a buscar un lugar donde cenar.
Unos golpes en la puerta me sacan de mis pensamientos.
—¿Estas lista? – pregunta Eliot apenas abro la puerta.
—Si, agarro mi cartera y bajo.
—Te espero.
Entro, agarro mi cartera y verificó tener todo, bajo y Esteban está en la puerta esperándome, aunque arriba ya me vio eso no evita que me repase con la mirada.
—Estas muy linda. – dice cuando estoy a su lado.
—Gracias. – hoy me vestí sencilla, con un vestido floreado corto amarillo y unas sandalias blancas.
—En restaurante no queda lejos, ¿caminamos o vamos en mi auto?
—Caminemos.
—Caminando será. – cierra la puerta y espero que el camine ya que no se donde está el restaurante. - ¿Cómo te va con Esteban?
—Bien, hacemos un buen equipo, al principio pensé que sería difícil trabajar con él, pero me equivoqué, es fácil, nos entendemos y la mayoría del tiempo pensamos lo mismo.
—¿Te gusta.
Su pregunta me toma por sorpresa, ¿Esteban me gusta? Admito que ds guapo pero su actitud me confunde, no es el típico badboy, ya que hay días que es un amor, pero hay otros días donde si parece un badboy.
—No, no me gusta, no me puede gustar una persona que apenas conozco hace un par de semanas.
—Cierto.
Llegamos al restaurante, el lugar es agradable, ordenamos nuestra comida, comemos y al terminar nos vamos a caminar por la playa.
—¿Cómo estás?
Su pregunta no me asombra, él sabe de los ataques de Pánico.
—La verdad, más o menos, las pesadillas volvieron y no es nada agradable tener la misma pesadilla casi todas las noches, pero trato de no pensar en eso, a veces creo que no voy a tener más ataques y pasa lo que pasó en el estacionamiento, decidí volver a ir con la psicóloga, el lunes cuando estaba en el hospital y me preguntó si habían vuelto a las pesadillas y le mentí, no quiero que me vean con lástima, no quiero sentirme un estorbo para las personas, no quiero, agradezco a Dios que esa noche no me pasó nada, pero odio la maldita sensación de que me persiguen, esos ojos grises no me dejan en paz. - Primera vez que hablo un poco más de lo que pasó esa noche, sé que Eliot nunca me haría nada malo.
Eliot se detiene, me limpia las lágrimas que no sabía que estaba derramando.
—No llores Mari, te invite fue para que despejaras la mente, no para que la pasarás mal. – me atrae a su cuerpo y me abraza, me permito llorar. – todo va a estar bien Mari, si te sientes bien volviendo a ir al psicólogo, ve, haz lo que sientas que es lo mejor para ti, sabes que siempre estaré para ti.
—Vamos a la casa. – le pido en un susurro.
Estoy cansada y lo único que quiero es dormir.