Bajé las oscuras escaleras para encontrarme con una pequeña habitación con unas computadoras mostrando grabaciones de cámaras por todo el lugar e incluso fuera de la torre.
Nadie había notado dichas cámaras, seguramente tenían un tamaño minúsculo o estaban muy bien ocultadas... tal ves ambas.
Mañana será un día muy agitado así que será mejor que vaya a dormir.
Debido al gran silencio que había en el lugar mis pasos a lo largo del pasillo resonaban en las paredes, incluso la puerta que nunca había hecho ningún tipo de ruido rechinó.
A pesar de la suave cama que jamás tuve en el horfanato no logré dormir en toda la noche. La intriga y el miedo de lograr sobrevivir me tenía asfixiado.
Me levanté de mi cama y fui a tomar el desayuno... Faltaban aún dos horas para que empezara.
—Hola, tampoco lograste dormir? —me dijo una voz detrás de mí.
—No —le respondí volteando me para ver su rostro. Era George.
—Al parecer no fui la única —se nos acercó Kath.
—Vamos a despertar a los demás... Tomar las armas un poco antes no sería mala idea —dijo George.
—De acuerdo.
Nos dividimos para levantar a los chicos.
—Helen! —llamo mientras toco su puerta.
—Voy... —dice medio soñolienta.
Tras abrir su puerta no pude evitar sonreír por su cabello desgreñado y las marcas que había dejado la almohada en su rostro.
—Parece que dormiste bien —dije entre risas.
—Si... —dice avergonzada —ve al grano, porque me despiertas tan temprano?
—Creí que era mejor que nos levantemos más temprano.
—Todavía faltan dos horas! —me regañó.
—Aún así creo que... —fuí interrumpido por una estruendosa alarma.
—No puedo creer que llegaras tan lejos solo para despertarnos —se quejó por el ruido.
—Yo no hice eso.
—Atención! Reúnance todos en la sala de la TV, les tenemos una sorpresa —dijo aquella voz ronca que me recordó el miedo y la desesperación que tenía cuando abrí mis ojos en aquella habitación. Sin embargo algo había cambiado, y no era la voz, todos dejamos el miedo a un lado y lo reemplazamos por determinación. Queremos vivir y estamos listos para ello.
—Primero arregla esa pinta que traes, no querrás que Jake te vea así, verdad?
—Tienes razón, adelántate, te veo allá.
En un momento llegué, ya estaban Sara, Jake y Kath. En la pantalla había una animación de una caja de regalo bastante llamativallá—Que será la sorpresa? —dijo Sara.
—No debe ser algo muy bueno —le respondió Jake.
Llegaron los restantes y se puso un cartel en pantalla.
"Ábranle la puerta a su nuevo integrante y maestro"
Todos quedaron impactados. Que era eso de un nuevo integrante? Y porque estaba llegando ahora que la pesadilla hiba a empezar?
Dejamos de pensarlo tanto y nos dirigimos a darle la bienvenida al nuevo.
Ya parados frente a la puerta notamos que estaba abierta.
—Deberían mejorar la seguridad de este lugar... —dijo una persona detrás de nosotros.
Parado detrás nuestro había un chico de una edad aproximada a los 20 años. Con un pelo lacio que caía sobre sus hombros con las puntas teñidas de violeta.
—Eh... Bienvenido —se adelantó Helen.
—Sorpresa! —dijo con una gran sonrisa - Bueno me presento... Soy Theo.
—Hola Theo —le doy un apretón de manos —Yo soy Zac... Me esperaba alguien más mayor, con más experiencia...
—Y yo esperaba que al menos fueran más precavidos y le hubieran mejorado la cerradura a la puerta... —volvió a esbozar una sonrisa —Pero no importa. Donde está la comida? Muero de hambre. Les había comprado unos bocadillos pero no me dejaron traerlos.
—Por acá... —lo guíe a la cosina.
No se que pretenden pero este tipo no parece muy competente. Me sorprende que forzara la puerta y estrara tan rápido y sin que nos enteraramos pero eso no nuestra nada.
Nos pasamos casi una hora viendo a Theo comer hasta que levantó la vista de su comida.
—Ya estoy listo —dijo mientras se levantaba —Falta media hora para que inicie... Con suerte podremos mover todos los sacos de arena en una hora así que vamos a movernos ya!
—Una hora?! —como puede hacernos esto después de comer como un muerto de hambre —De que sacos hablas? Ahora si se que estas loco —dije mientras me volteaba para salir de la cosina.
—Tus órdenes no funcionan conmigo, sabes? —dijo Theo.
—No me caes bien... —le confesé.
—Morirán muchos si no logramos construir las barreras antes de que lleguen los atacantes... Si es que llegan, pero hay que ser precavidos —dijo Theo mientras revelaba una puerta secreta en la cosina.
—Los chicos cargarán los sacos a donde les voy a indicar y las chicas pueden conversar conmigo —ya activó su alegría constante. Me sorprende que sea de la Mafia.
Siguiendo sus órdenes colocamos dos barreras en cada pasillo. Y justo como nos dijo tomó una hora moverlos todos.
—Buen trabajo chicos —dijo Theo mordiendo una barra de chocolate —Quieren un poco?
—Vamos a ponernos en las posiciones. Si deciden atacarnos deberían estar al llegar —dije.
En realidad ya me sentía menos líder que Theo. Pero este no es momento de ponerse sentimental.