Es invierno lo que cae de tus ojos.
Alma mía si pudiera detendría la desdicha que pone pausa a tu alegría.
Se han hecho mares grandes de tus lágrimas, y esa fruición que te alimentaba se la han comido esos grandes marinos.
¡Oh alma mía! si pudiera, me sentaría en tu regazo y con plegarias al ocaso suplicaria el bofetazo infame que el destino te ha marcado en esa cara que los dioses poetas han tallado con dulzura y con encanto.
Han de pagar la desdicha las mujeres que un día pudieron hacerte daños, y yo, que con presagio daría mi vida, aquí estoy observado como la desdicha te va arrastrando sin que mires al lado de quien tanto un día pudiera estarte amando.