En este nuevo entorno, donde no había obstáculo alguno para Lacer, lo que le quedaba según sus impulsos amorosos, era jugárselas por todo o nada a ser su pareja. Él estaba consciente de la situación, de que su título de mejores amigos ya desvanecido, podía ser una oportunidad para ascender hacia algo más con Myers. Lo único que necesitaba, es algo de valor, de agallas para hacerle aquella famosa pregunta. Al considerarlo un tema difícil, sabía que debía acudir a sus amigos. Ellos ya habían sido informados de la reconciliación entre ellos, ya que Jean transmitió el mensaje al momento de volver a su hogar ese día de ver a Ruby.
En la semana siguiente, apenas comenzado el lunes por la mañana, empezó su planificación. En el primer recreo, se juntó con su amigo más íntimo, Antonio, considerado como un experto del amor al haber tenido ya varias novias.
- ¿Cómo puedo pedirle que ella sea mi novia? – Preguntó Jean. A diferencia de su amigo, el carecía de experiencias en el tema de amor y parejas. Consideraba que sería torpe al largar su pregunta.
- Primero que nada, elige un lugar tranquilo. – Hablaba con voz calmada, demostrando su confianza. – Inicia con temas que a ustedes les guste, eso le dará un toque.
- Oye, tú sí que sabes Antonio. – Interrumpió el joven, para halagar su conocimiento.
- Claro, si necesitas ayuda con estos temas ya sabes, llámame. – Dijo Antonio. – Como te venía diciendo, a medida que vayan charlando, vas metiéndote al campo de lo profundo. Me refiero al sentimentalismo, siéntelo, vive el momento.
- ¿Puedo plantear temas sobre el amor? – Aunque sonara fácil a como lo decía su amigo, Jean lo notaba como algo complejo, difícil. Sin embargo, prestaba con mucha atención, recopilando toda la información posible.
- Si, eso de seguro puede ayudar. Cuando la veas conmocionada, será momento de que lances la pregunta. Lo notarás en su tono de voz y en su mirada. – Hizo una pausa. – Sé suave, si la amas, verás como sale naturalmente.
- Espero ese momento llegue pronto… - Suspiró Jean, con una mirada de calma hacia la nada misma. Pero en su mente, una bella imagen de Myers se proyectaba.
- Quiero que lo consigas, hermano. – Dijo Antonio, sonriéndole.
La charla pronto fue interrumpida por el sonido del timbre de la escuela, alertando la finalización del recreo. Ahora, debían volver a sus respectivas aulas para la siguiente clase. Apenas comenzó, Jean quedó disociado en otros pensamientos. Afloraba una película, donde elegía el lugar, la hora, el día y la forma en que le pediría a Ruby que sean pareja. También, pensaba en lo cálido que eran sus abrazos, y por un instante, se hizo la pregunta siguiente: “¿Cómo se sentirán besar sus labios? ¿A que sabrán?”
Al cabo de unos días, pudo planificar todo lo que tenía que hacer para declarar finalmente su amor hacia ella.
- Muy bien, necesito chicles de menta, una gran vestimenta para impresionarla, el mejor perfume, y que todo sea excelente. – Susurraba en su habitación. – Ya tengo trazado los lugares donde llevarla a caminar, nada puede salir mal. El horario tendré que arreglarlo ya cuando tenga el día preciso en que sucederá.
Acostado en su cama a media noche, entró al chat de Myers para proceder a invitarla.
- Oye Ruby, ¿Cuándo quieres volver a salir? – Preguntó, nervioso porque cambió el tema que charlaban de repente.
- Me encantaría salir este fin de semana, pero no puedo hasta dentro de dos semanas. – Respondió Myers. – Tengo que ir a casa de unos familiares, luego podremos si quieres, un sábado si te parece.
- Entiendo, que pena. Ya te extraño. – Contestó Jean. Desesperado por declararse, se apuntó a tirar una indirecta. – Tu avísame cuando puedas, es que quería decirte algo muy importante, mejor si es un sábado como tú dices.
- ¿Qué cosa? – Preguntó. – Dime ahora, falta mucho para que nos volvamos a ver. – Agregó, buscando una respuesta que saciara su curiosidad.
- Es que es un tema que deseo hablarlo mejor en persona. – Abandonó el chat, nervioso de su respuesta.
- Jean, vas a decirme o te dejo de querer. – Respondió la joven, molesta.
- ¡No puedo, perdón! – Contestó desde la barra de notificaciones. Sintió miedo, pues no sabía si era correcto confesarse por medio de las redes sociales a pesar de que la idea se le mostrase tentadora. El hecho de que ella le dijera “que lo dejaría de querer si no le contaba”, eso significaba que ella sentía algo por él.
- Bueno, no te voy a contestar. – Dijo ella.
- No hagas eso, no puedo decirte por aquí. – Respondió Jean.
Pasaron los minutos, pero la joven no contestó. Esto le indico al muchacho que ella se hallaba molesta por ocultarle un secreto. Al no poder estar sin hablar con Myers, le contó. No era exactamente la verdad, puesto que realmente quería declararse en persona, entonces mintió.
- Estoy sintiendo algo por alguien, pero no sé cómo declararme. – Agregó al chat, temeroso de ser muy obvio. – No puedo decirte, pero por eso quería que fuese en persona para explicarte más a detalle el contexto.
La joven leyó el mensaje, pero se mantuvo en línea durante varios segundos. Intentaba escribir algo para responder, pero pensaba muchas cosas, estaba sorprendida por el tema que largo su amigo.