Pasión Escalofriante

Capítulo 32: Lo que escribes, también te revela

El manuscrito no me dejaba dormir.
Escribía de madrugada. En la cocina. En el metro. En cafés.
La historia salía de mí como si hubiese estado esperando años por ese espacio.

Hablaba de mi llegada a Madrid.
De mi cuerpo deseado y deseante.
De las noches con Julián.
De la niña que fui, de la mujer que soy.

—Tu escritura tiene algo… visceral —me dijo Clara, después de leer los primeros capítulos—. Duele. Pero acaricia. Creo que tienes algo entre manos.

Volví a casa con la piel erizada.
Me sentía viva, poderosa… asustada.

Julián me recibió con un gesto distinto.
Cerró su laptop y me dijo:

—Hoy me llamaron de una agencia de Barcelona. Quieren que lidere un equipo nuevo. Es una buena oferta.

Sentí un golpe suave en el pecho.
No por celos.
Por incertidumbre.

—¿Y qué vas a hacer?

—No lo sé. ¿Y tú? ¿Qué harías si fueras yo?

—No soy tú, Julián. Y eso está bien.
Solo… no tomes decisiones por miedo.

Se acercó. Me rodeó con los brazos.

—Me da miedo que, si me voy, te pierda.
Y si me quedo solo por ti… también me pierdo.

Nos miramos.

—No quiero que nos salvemos el uno al otro —dije—. Quiero que nos acompañemos sin lastres.

Esa noche hicimos el amor despacio.
Como si estuviéramos midiendo las distancias con la piel.
Como si cada beso dijera: te elijo… pero no te poseo.

Y después del placer, en el silencio, Julián susurró:

—¿Qué pasará si terminamos brillando en lugares distintos?

—Entonces aprenderemos a amar desde donde estemos.
Y si eso no alcanza…
nos amaremos en la memoria.

Él cerró los ojos.

Y yo, mientras lo miraba dormir, comprendí que amar también es soltar el control y confiar en lo que aún no ha pasado.

GRACIAS...GRACIAS... POR LEER LA NOVELA




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