Y tus labios se unieron con los míos, aún brillan color escarlata por la sangre húmeda en ellos, una de tus manos rodea mi cintura, mientras la otra acaricia mi cuello. Tus brazos me sujetaron violentamente, no puedo evitar, saboreaba la sangre que emana de la herida que apenas te había provocado. Eso solo agravó la situación, haciendo que mi boca se deslizara desenfrenadamente a tu cuello, buscando la parte más sensible y sangrienta. Solo para desangrarte al punto de tu muerte inminente.
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Editado: 18.04.2023