De aliados a enemigos
Aria despertó antes de tiempo, las pesadillas solían mantener su mente activa mientras dormía. Pero esta vez, ninguna de ellas se manifestó. Comprobó en el interior de su mente el estado de sus vínculos, todos estaban ahí, a salvo.
El reloj marcaba las cuatro de la madrugada, ella sabía que no valía la pena intentar conciliar el sueño, por lo que se vistió y salió de la habitación, afuera todo estaba sumido en el silencio y la oscuridad, los finos rastros de olores picaban su nariz. Le desconcertó la rapidez con la que encontró el olor de Sean Wells, era tan débil que debería haber pasado desapercibido.
Y sin embargo fue el primero que identificó, eso no estaba bien.
Bajó hasta el lobby y salió al jardín trasero, aquel fragmento verde, plagado de frescos aromas naturales, era un canto para su animal. Pero no podía transformarse.
Recordó la reunión que había tenido con Tai Xeng por la tarde, el tigre había sido cordial y respetuoso, pero le había dejado una advertencia que la mantuvo preocupada el resto del día.
"Aléjense de los hermanos Wells" le había dicho "Son peligrosos"
Aria se negaba a creer que Sean representara un peligro para su clan, y no era porque le había cogido cariño, no estaba segura de cómo eran sus sentimientos hacia él, pero sus acciones hablaban más que las palabras del tigre.
Sean no había hecho más que ayudarlos.
Pero su hermano... Era algo diferente. No lo conocía en absoluto, pero en los pocos minutos que lo tuvo en frente, sintió a su felino alzarse de manera agresiva, el vello de su nuca se erizó al ver que aquel hombre no demostraba respeto ante otro Alfa.
Eso podía significar dos cosas, o tenía un ego del tamaño de un elefante o pretendía obtener un poder.
Sean era alfa, ella lo reconocía como tal, pero Joey no era más que otro dominante, nada en su presencia le indicaba la marca distinguible de liderazgo.
Aria debía mantener sus dudas, una amenaza podía surgir de cualquier parte.
¿Sean era peligroso?
El leopardo estaba seguro de que no lo era, pero ella, todavía se sentía recelosa hacia el puma, las extrañas sensaciones que aparecían cuando ambos se encontraban solo hacían resurgir las dudas.
Sean los había admitido en su territorio después de ser estafados en un falso portal de ventas de tierras, los había ayudado a formar un negocio sustentable para mantener al clan. Él les había cedido el territorio en el que vivían. En esos dos años, jamás había dejado de acercarse a ella. Por más que insistiera en mantener la distancia, el puma seguía encontrándola, acechándola, haciéndole saber que estaban a salvo con él.
Eso le hacía confundirse, no podía saber quién decía la verdad, quién mentía.
Mientras se dejaba envolver por el relajante sonido del agua, Aria elevó su mirada al cielo sin estrellas, inhaló el aire fresco, poniendo todos sus sentidos en blanco.
No podía dejar que sus emociones difuminaran la realidad, pensó, debía seguir el consejo de aquel tigre. Nunca más permitiría que dañasen a su clan, y si eso significaba enfrentar al único hombre que los había ayudado, ella lo haría sin dudarlo.
Tenía que mantener a los suyos con vida, ese era el mayor de sus instintos, lo que la hacía un alfa. La fuerza salvaje de su temperamento vibró cuando el rugido de la bestia resonó en su mente.
Sean ya no era su aliado, y hasta que comprobara la verdadera razón tras la advertencia de Tai Xeng, él sería su enemigo.
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Editado: 06.09.2018