Aria
—Conque eres un ambiguo... ¿Piensas que me voy a creer ese cuento para niños?
Aria estaba molesta, fingía ser paciente ante la afligida figura de Aiden, pero por dentro, no podía seguir aguantando las ganas de reprenderlo.
—Ya te lo dije— dijo Aiden con voz temblorosa— es la verdad... Es... Lo que soy.
—Ajá, sí ¿Y todos estos años me lo has ocultado?— suspiró, debía evitar ser demasiado dura— ¿Cómo esperas que te vea sabiendo eso? ¿Cómo esperas que confíe en tí?
Diez años, le guardó ese secreto durante diez largos años. Era una burla a la confianza que ella le tenía, un insulto a su instinto protector.
—¿Dónde reside tu lealtad?
Aiden levantó su cabeza, todo el tiempo la había mantenido pegada al cuello mientras le relataba la verdadera historia de su condición.
Ambiguo. Sí, como no, eso eran fantasías.
Un cambiante era dominante o sumiso, nada más.
—Mi lealtad está en el clan— respondió con timidez, había miedo en sus ojos.
Pero había algo oculto que la intrigaba.
—No creo absolutamente nada de lo que me has dicho, así que, enfrentar a Liam como lo hiciste tiene que ver con otra cosa que te niegas a decirme.
—Yo no lo enfrenté.
—Ah, entonces argumentas que él me mintió— eso era peor.
—¡No!— exclamó exaltado— Aria... Creeme te he dicho la verdad.
—No soy estúpida Aiden, tu eres un sumiso ¿Esperas que me trague la idea de que tienes un lado dominante oculto? En todo caso, no tienes pruebas para hacerme creer.
Aiden se levantó de la cama y la enfrentó.
—Si te mostrara pruebas— dijo en tono desafiante— ahora mismo estarías muerta.
—¿Qué dijiste?— replicó con dureza, bajo ninguna condición aceptaría la insolencia.
—Puedo quebrar tus huesos— respondió su voz sonó sombría— romper tu quijada, aplastar tu pecho, destrozar tus entrañas, desgarrar tu cuello— se acercó con la tensión marcando su cuerpo— si lo dejo emerger, puedo matarte.
Aria quedó sin habla, jamás lo había escuchado hablar de esa forma, tan oscura, perversa, era como si algo se hubiese llevado al dulce Aiden lejos y alguna entidad maligna se hubiese apoderado de su cuerpo.
Su bestia, percibiendo la amenaza, estaba agazapada a la espera de una señal para reaccionar.
"Todavía no" se dijo "Aun no"
—Si lo que quieres hacer es intimidarme, no podrás hacerlo.
—Esa no es mi intención— se relajó y volvió a su habitual postura despreocupada— tú querías una prueba, y te la dí, si algo hace presión sobre mi fuerza interior, mi lado dominante asciende. Pero no puedo permitirlo.
—Todavía no ha nacido el ser que pueda ponerme un dedo encima— le dijo negandose a lo que había escuchado— no eres una amenaza.
—No es necesario que lo sea— añadió— como dominante soy más fuerte que Liam, más fuerte que tú, si dejo de contenerme seré presa de la furia y me convertiré en el peor asesino.
—¿Cómo lo sabes?— inquirió cruzandose de brazos— si nunca liberaste tu fuerza.
—Lo hice hace diez años, y terminé matando a cuatro niños como si fuesen hormigas.
Toda posibilidad de castigo se eliminó de su mente al escuchar la culpa y la tristeza en su voz, Aiden se mostró vulnerable, haciendo trizas su corazón. La única debilidad de Aria era su clan.
—Oh Aiden— se acercó y tomó su mano— nunca imaginé...
—Claro que no— la interrumpió— se suponía que no debías saber esto, jamás.
—¿Por qué no?
—Porque entonces me echarías del clan.
Soltó su mano al instante en que escuchó eso, tuvo que dar un paso hacia atrás para poder ver sus ojos, debía hacerlo la mayoría de las veces debido a su estatura.
El color azul intenso de sus ojos estaba cargado de una resignación tan grande que le hizo sentir como si fuese el tipo de mujer que pateaba gatos a las vías de un tren.
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Editado: 06.09.2018