En una casa se encontraban unos niños jugando a perseguirse, corrían de un lado a otro sin prestar atención a lo demás que los rodeaba. En eso, el niño termino tropezándose y se cayó en el césped. Con la rodilla raspada se puso triste y no quiso levantarse de ahí. La niña, dándose cuenta de que ya no le seguía el paso, miro hacia atrás y luego, acercándose a él, se puso de cuclillas mientras le decía – hey – con una gran sonrisa – ¿por qué estas triste? – el niño la miró con las manos que cubrían sus ojos mientras trataba de dejar de llorar y respondió – yo... Yo me caí y me lastime – la niña – no te preocupes – guiñándole con el ojo derecho, inclino un poco la cabeza a la derecha y levantó el brazo derecho mientras formaba una “V” con los dedos índice y medio, continúo diciendo – conozco una forma de hacer que ya no te duela – el niño, jadeando al sentir que todavía le dolía, respondió – ¿Cómo? – la niña, entrando a la casa, le dijo mientras lo arrastraba al sostenerle la mano izquierda – ven conmigo y te lo mostraré –.
El niño, limpiando sus lágrimas con sus manos, fue tomado de la mano por la niña. Ella, con una gran sonrisa, empezó a llevarlo hasta su habitación y buscó entre los peluches que tenía en la mesa unos curitas que le había dado su mamá cuando ella se había caído y lastimado.
Encontrando las dos curitas, dijo – ven, siéntate aquí – mientras tomaba las curitas. El niño, todavía sollozando un poco, se acercó a la cama y se subió para luego sentarse en la orilla de la cama. La niña, agarrando el pie izquierdo, que fue donde se raspo la rodilla, remango su pantalón para poder colocar las curitas. Colocándolas cuidadosamente, la niña dijo alegremente – con esto ya no te dolerá mucho. Estoy segura que ahora podremos jugar más – el niño – pe… pero… pero aún me duele – la niña, terminando de ponerle las curitas en forma de una “X” bajo con cuidado el rodillo del pantalón del niño y luego dijo – no te preocupes, ahora que ya hemos puesto la curita, estoy segura que ya muy pronto te dejará de doler, ahora lo que falta es que bajemos a jugar un poco más. Además, recuerdo que mi mamá dijo que nos prepararía unas galletas para comer más tarde y no queremos perdernos de comer las galletas – el niño – sí, quiero comer unas galletas – la niña – entonces, ¡vamos!, no nos quedemos aquí – el niño – Sí – la niña, con una gran sonrisa, lo tomó de la mano para luego dirigirse hacia la cocina y así poder comer algunas galletas.
En el momento en que ellos llegaron a la cocina, justamente la mamá de la niña estaba sacando algunas galletas del horno, en el momento en que vieron las galletas, la niña dijo enérgicamente – ¡mamá! ¿Podemos comer unas galletas en este momento? – su mamá, mientras sacaba las galletas del horno, respondió – no, ya te había dicho que no iban a comer galletas hasta más tarde – la niña, un poco insistente – pero, pero, pero mamáaaa… es que veras, lo que pasa es que Jorge se cayó en mientras estábamos jugando y, bueno, sólo creí que el comer unas galletas le podrían hacer sentir mejor – su mamá, con un pequeño suspiro, dijo – bueno, pero sólo será una galleta, no más – la niña, alegremente, salta de la felicidad de haber logrado conseguir la aprobación de su mamá para poder comer una galleta mientras decía – ¡Sí! Ya viste, vamos a comer una galleta – Jorge, aunque todavía estaba un poco triste, dijo – sí – ya un poco más alegre.
Tomando rápidamente asiento, la niña se dirigió a tomar unos vasos que estaban guardados en el trastero, pero en la parte baja de esta. Con sumo cuidado, al ser que tenía un vaso en cada mano, decía – está bien, voy a llevar estos vasos a la mesa con cuidado – mientras caminaba con sumo cuidado y trataba de mirar su camino y los vasos a la vez.
Al colocar los vasos en la mesa, dijo – ya… sí lo he logrado – luego dirigió su mirada a su mamá mientras su alegre y fuerte voz se hacía escuchar en la cocina – ¡mira mamá! He logrado traer los vasos sin tirarlos para nada – su mamá – bien hecho, puedo ver que lo has hecho muy bien – la niña, con una resplandeciente y brillante mirada – sí, ya veras que muy pronto podré llevar muchas, pero muchas veces los vasos sin tener que botar alguno – su mamá colocando en dos platos de plásticos un par de galletas, los colocó en la mesa para luego agacharse y acariciar tiernamente la cabeza de la niña mientras decía – bien hecho Lasi, muy pronto podrás hacerlo, así que sigue esforzándote y veras que algún día podrás hacer muchas cosas por ti misma – Lasi, emocionada de haber logrado esto, se dirigió a su asiento para poder comer una galleta.
Su mamá, quien estaba un poco ocupada con los quehaceres del hogar, tomo un sesto lleno de ropa para dirigirse a lavarlo, ya que lo había dejado cerca la puerta de la cocina, mientras decía – coman despacio, si pasa algo, me voy a encontrar lavando la ropa – los dos niños respondieron al mismo tiempo – ¡Sí! – para luego comer las galletas acompañado de un poco de leche.
Jorge, mientras comía las galletas, parecía haberse olvidado de que se había lastimado. Lasi, viendo que él ya no estaba triste, dijo – ya ves, si que son muy ricas las galletas que hacen mi mamá – Jorge, dándole un mordisco a su galleta, respondió – Sí, son muy ricas – Lasi, con una pequeña risita, continuó diciendo – así es, pero… sabes que no es bueno hablar mientras tienes comida en la boca – Jorge – ¿Por qué? – Lasi – veras – tomo una galleta – mi mamá dice que no es algo que debería de hacerse, ya que es algo malo y hace que las demás personas se enojan, además de que te puedes ahogar si lo haces – Jorge – ¿Ahogar? – Lasi – ¡sí! Eso es lo que me ha dicho mi mamá – Jorge, un poco confundido, pregunta – ¿Qué es ahogar? – Lasi, sin tener ni una respuesta a la pregunta de Jorge, pone su dedo índice derecho en su mentón mientras pensaba en cómo responderle a Jorge e inclinaba un poco su cabeza hacia atrás para luego poner sus dos manos sobre su cabeza y revolver un poco su cabello mientras decía – piensa, piensa – sin tener ni una idea de qué debería de decir, tomó su ultima galleta mientras la miraba fijamente y la giraba de izquierda a derecha y viceversa. Sin dejar de hacer esto, dijo – veamos, no sé que es ahogarse, pero podemos preguntar a mi mamá que es, pero antes de poder preguntarle tal vez… bueno – pensando en algo – ¡ya sé que vamos hacer! – se comió su galleta y tomó rápidamente lo que le quedaba de leche en su vaso para luego bajarse de la silla con un pequeño salto. Una vez ella se encontraba parada, dijo – bien, vamos Jorge – Jorge – ¿A dónde? – Lasi – por supuesto, vamos con mi mamá – Jorge – esta bien, pero voy a terminar de tomar mi leche – Lasi, un poco desilusionada, respondió – aaaaaaaa… Está bien, pero vamos rápido – Jorge – no me gusta tomar rápido – Lasi – nooooo… bueno, tendré que esperarte un poco – Jorge no respondió. Lasi, volviéndose a sentarse, pensaba – bueno, no puedo hacer que Jorge se apure a terminar de tomar su leche, pero también quiero poder saber que es ahogarse con mi mamá, pero no quiero que Jorge vuelva a estar triste si me voy primero a preguntarle a mamá sin él. No tengo nada más que esperarlo, además, mi mamá y papá siempre me han dicho que debo de tratar de ser buena y no estar haciendo cosas malas. Tampoco es que me guste ver que estén tristes. Seré una buena hija, también seré buena con los demás, aunque no sé cómo hacerlo, pero lo haré –. Una vez que ya habían terminado de comer sus galletas y tomar su leche, se dirigieron con la mamá de Lasi.