Todo se complica cada vez más, se me acaban las oportunidades e ideas.
- Hijo, ¿tienes algo más que pueda ayudarte? Dímelo y podré ayudarte.
- Ese es el problema mamá, se me acaban las opciones. No sé si haya otra prueba de que yo no fui y que no estuve cuando todo sucedió. Si Lis estuviera aquí, ella sabría que hacer –dije mientras llevaba mis manos cubriendo mi rostro.
Todo esto es tan triste. Hace unos días la tenía conmigo, viendo su hermosa sonrisa y escuchando las carcajadas de su preciosa voz tan melodiosa. Como la extraño... si pudiera ver un video y escuchar su voz de nuevo, sería la persona más feliz.
Espera... un video. El video del pasillo. Por ahora la policía solo tiene el de mi apartamento.
- ¡Mamá!, el video del pasillo. Necesito que lo traigas, de seguro ahí está la prueba que necesito.
- Bueno, espera aquí, no te muevas.
- Ja ja, que buen chiste – que graciosa...
El tiempo se hizo eterno, pero al fin mi madre llegó con el video.
- Ten, espero sea suficiente...
- Señor Hernández, tengo malas noticias.
- Ay no, ¿qué sucede oficial?
- Encontraron evidencia en la escena sobre su posible presencia junto con sus cómplices.
- ¿Qué? ¿Cómplices? ¿De qué está hablando?
- Perdone, pero con esto ya son suficientes pruebas para incriminarlo. Ya se tramitó y el juicio está fijado para mañana temprano. Se le proporcionará un abogado que vendrá en unos minutos a tomar su declaración para poder defenderlo. Suerte... -abandonó el interrogatorio y me dejó con la palabra en la boca.
- Mamá, necesito que le pases ese video a mi abogado, puede que encuentre alguna prueba ahí. Esto no puede terminar así, mi vida no puede ser así de injusta.
- Haré lo que esté en mis manos hijo. No me cansaré hasta sacarte de esto.
El oficial ingresó nuevamente y dijo
- Señora, lamento decirle que debe retirarse. A partir de ahora hasta el juicio, el señor Hernández no tiene permitido visitas.
- Bien, seguiremos todos los protocolos, no se preocupe oficial –dije para poder despedirme de mi madre –recuerda lo que te dije. Dáselo, sé que podrá ayudarme de algo.
- No te preocupes, no me rendiré.
El oficial y mi madre salieron cuando de pronto entró un guardia que procedió a llevarme hasta mi celda temporal. Compartía ese infierno con otro tipo que, por su aspecto, no me daba nada de confianza.
- ¿Qué miras tanto? -su voz sonó demasiado intimidante que me hizo erizar. Preferí no contestar para evitar cualquier problema.
- Te pregunté algo insecto mal parido –con sus grandes manos me tomó por el cuello de mi camiseta y me elevó ligeramente del suelo.
- ¿Yo? -dije mientras me apuntada con mi dedo índice.
- ¿Hay alguna otra persona en esta maldita celda? Claro que te estoy hablando a ti.
- Ah pues... te miraba a ti. ¿A quién más si no?
- Crees tener agallas ¿verdad? No te metas conmigo muchacho.
Me soltó y se sentó en su cama. Que tipo más prominente. Trataré de evitarlo a toda costa.
Los minutos parecían horas y no hallaba el momento de irme de aquí lo más pronto posible. Mi compañero de celda es realmente frustrante. No le he hecho nada y me ataca de todas las maneras existentes.
La noche llegó y mi incertidumbre creció cuando no vi nada con qué taparme. De pronto el guardia se acercó a la reja y abrió la pequeña compuerta para tirar un par de sábanas.
- Se lo reparten, ya es hora de dormir pequeñas princesitas.
Me puse de pie para poder tomar una de ellas, pero fue demasiado lento y mi compañero se adelantó.
- Muy tarde, piérdete.
Se llevó ambas sábanas y quedé con las ganas de poder saciar mi frío.
- ¡Hey! Eso es para ambos. Debes darme una.
- Déjame en paz y vete -acomodó en mi cama en la parte de arriba de la litera dándome la espalda.
No tuve más remedio que resignarme a dormir sin nada para cubrirme.
La noche fue un total infierno, pero al fin la mañana había llegado. Eran como las 7 am y los guardias comenzaron a despertar de todos los reos. Todos comenzaron a salir de sus celdas y nos llevaron a una especie de comedor donde nos dieron el desayuno.
- Tienen 15 minutos para acabar con la comida, luego van al patio central y se les llamará si tienen visitas.
Un tazón de leche y un sándwich fue lo que recibí. Me senté en un lugar apartado y comencé a comer. Veía a cada uno de ellos, prominentes y esculpidos. Supongo de muchos de ellos hacer ejercicio en su tiempo muerto. Llegó la hora en donde nos llamarían para las visitas, pero a mí me apartaron para prepararme yendo hacia la sala para el juicio...
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Editado: 03.04.2022