Nadie parecía creer que la humanidad tuviera algo de interesante. Muchas veces ni siquiera los mismos humanos lo creían.
Y sin embargo, ahí estaba Celeste. Asombrada con la humanidad entera.
Nadie más del reino parecía entender porque un Angel de su categoría, perteneciente a la segunda jerarquía, sentía tanta fascinación por la vida humana. Creían que su mundo, estaba muy por encima de la humanidad. Pero Celeste opinaba lo contrario. Admiraba los sentimientos humanos. Sus uniones. Sus costumbres.Y es que tal vez, nuestra querida Celeste no había observado lo suficiente.
Así que llevada de este deseo que parecía crecer cada vez más, decidió bajar de su mundo. Pensó que, quizá, no seria tan malo. Ciertamente lo tenia prohibido ("Ese mundo jamas sería suficiente para alguien de nuestra clase" le habían advertido) pero no tenían porque enterarse. Así que, sin dudarlo, bajo al mundo humano. Tenia suficiente poder para ocultar su apariencia de Angel. Incluso su energía quedaría oculta si es que quisieran rastrearla. Sin embargo, mantuvo su apariencia física. Unicamente haciendo los cambios necesarios.
Entonces, recorrió aquel mundo. Caminando entre todo aquello que había admirado a la distancia. A Celeste, por un momento, le pareció que era incluso mejor de lo que había imaginado.
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Humanos. Eran la especie más irracional que había podido existir.
A Gressil le parecía muy divertido observarlos. Y no porque los humanos le agradaran. Pero disfrutaba corromperlos. Moldeando cada uno de sus deseos. Acababa con cualquier tipo de pureza que pudieran tener. Y entonces, eran suyos. No había más.
Desde el primer momento en que cedían a la tentación, eran destinados al infierno. Un infierno donde solo había un Rey. Y era él.
Y Gressil se dedicaba a esto noche tras noche. A cazar humanos. A tomar mujeres (Pues tenia su propio grado de lujuria).
Aquella noche en especial, quizá por costumbre, o tal vez presentimiento, decidió subir. Incluso aunque no tuviera muy claro para que. Al hacerlo, casi al instante, considero que había valido la pena. Una chica caminaba muy cerca de ahí. Parecía perdida. Sola. Era perfecto.