Peligrosa Atracción

Capítulo 2

Tapo su boca cuando su garganta emite los últimos quejidos de vida. Dejo el cuerpo con suavidad sobre el suelo y avanzo con sigilo hacia el resto del centro comercial. En mi camino logro ver algunos cuerpos tirados en medio de charcos de un líquido carmesí.

Algunos simplemente los rodeo y continuo con mi camino suponiendo que están muertos, pero otros, como el cuerpo de una madre que aún sostiene a su pequeño hijo en manos, me obliga a detenerme a verificar su estado. Al palpar su cuello, descubro que no hay signos vitales.

Miro al pequeño, que no tiene más de cinco o seis meses de edad, se queja, más no llora. Es muy valiente de su parte. Tomo al niño entre mis manos y me aproximo al muro más cercano, desde ahí puedo ver un puesto de seguridad, la puerta está abierta, pero enseguida descubro la razón, ahí se encuentra el cadáver de una persona, un hombre, el cual lleva puesto un uniforme de guardia de seguridad y tal vez intento hacer su trabajo, pero murió en el intento.

Camino con el niño en brazos, es riesgoso, pero no tengo más opción que seguir. Avanzo hasta la puerta siguiendo mi entrenamiento, con mi atención en todos lados y mis oídos atentos en cada sonido. Adentro escucho una voz murmurando, es femenina, pero me parece ansiosa. Quito el seguro de mi arma, pero antes dejo al niño sobre el suelo, esperando que adentro no suceda nada de lo que intuyo.

Doy una bocanada de aire y luego entro sujetando con fuerza mi arma, buscando la ubicación de aquella mujer y en no más de dos metros la descubro oculta detrás de un estante de carpetas tiradas, tiene puesto el mismo uniforme de seguridad que aquel hombre sobre la puerta. Se le ve asustada y para empeorar la situación, está herida.

—Por favor— me dice en tono suplicante mientras baja el teléfono móvil que tiene en la mano libre, puesto que en la otra trata de detener la hemorragia de su herida— no me haga daño.

—Cálmese— digo en voz baja—¿Está hablando a algún número de emergencias?

Los nervios no pueden con ella, así que simplemente asiente con la cabeza.

—¿Le han dicho cuanto tiempo tardaran en venir?—cuestiono para saber el tiempo estimado en que estaré solo en esto.

—Diez minutos—revela, entonces vuelvo hacia la puerta, tomo de nuevo al niño, que esta vez hace un par de pucheros, tal vez por no ver su madre. Vuelvo al interior y me aproximo a la mujer, luego dejo al niño a su lado y ella me mira con desconcierto.

—Cuide de él, su madre acaba de morir—le revelo, entonces la mujer mira con pena al niño, intenta acercarlo a él, pero la herida no se lo permite y gime de dolor.

—¿Tiene algo con que defenderse?— cuestiono pensando que el niño puede llorar en cualquier momento, ya sea que tenga hambre o simplemente se canse y quiera dormir, dejarlos solos implica un riesgo si llegan a descubrirlos.

La mujer saca un arma que tiene escondida debajo de su pierna, así que intuyo que podrá proteger al niño en caso de ser necesario. Me levanto de mi sitio y comienzo a avanzar hacia la salida.

—¿Qué pretende hacer?— indaga, tal vez dudando que en verdad pueda hacer algo en contra de esos asesinos, pero lo que ella no sabe es que yo soy más peligroso que ellos.

—Darle tiempo a la policía—respondo y entonces arrastro el cadáver de aquel valiente hombre para poder cerrar la puerta, deseando que esos mal nacidos no vuelvan a buscar en este sitio.

Sigo el rastro que esos hombres han dejado a su paso, aparadores rotos, tiendas con humo y fuego y alguna que otra persona muerta. Quiero pensar que los que no pudieron escapar, están escondidos en algún sitio, ya que el lugar es bastante grande, esos hombres deben estar buscándolos.

Al llegar a la esquina del pasillo logro escuchar ruido, mujeres gritando y hombres alzando la voz, intuyo que debe haber problemas muy cerca, pero debido al eco no sé exactamente de donde proviene. Avanzo hasta llegar a un restaurante de comida rápida, desde la ventana logro ver como dos hombres bien armados amagan a dos personas, un hombre y una mujer de aspecto latino, el hombre está contra el piso mientras un tipo armado le apunta a la cabeza y la mujer esta de rodillas mientras se cubre los ojos para evitar ver lo que sucede.

Hay bastante gente adentro, lo cual implica muchos riesgos en caso de desatarse un tiroteo, aún hay comensales escondidos debajo de la mesa e incluso niños. Lo que está sucediendo debe ser demasiado intenso para ellos. ¿Cómo podría poner en riesgo su vida?

Un cómplice más aparece con un galón de lo que parece ser gasolina y sin pensarlo dos veces, lo arrojan al cuerpo del hombre sobre el suelo y tan solo con ver eso me niego a esperar a que se atrevan a prenderle fuego. Entro a la tienda sin pensarlo dos veces, levanto mi arma, apunto al imbécil más cercano y disparo.

Mi presencia los toma por sorpresa, así que cuando el primer cuerpo cae al suelo, el otro me apunta, pero antes de tirar del gatillo, disparo hacia su mano y la bala no falla, causa que el idiota suelte el arma después de destrozarle los dedos, así que aprovecho esos instantes para apuntar a su cabeza y disparar

El último hombre logra tomar a la mujer que estaba de rodillas del cabello, la toma como si de un animal se tratara y apunta su arma a su cabeza. Se nota en su mirar lo inexperto que es, tiene miedo, pero no de asesinarla, sino de morir y sin perder el tiempo, busco un punto débil, donde disparar, pero el muy canalla junta su cuerpo junto a la joven, utilizándola como escudo, la chica que no debe tener más de veinte años, así que debo tener cuidado.

—¡Atrévete y la puta muere!— me amenaza, pero sé perfectamente que no se puede tratar con tipos como ese, va a matarla de todos modos.

De pronto uno de los comensales hace ruido al estirar el pie y en el segundo en que el tipo desvía la mirada para buscar el origen de aquel ruido, tal vez esperando que no tenga otro acompañante, disparo en su dirección. La bala le da justo en la frente, a penas un par de centímetros de la cabeza de la joven, quien busca cubrirse después de escuchar el disparo. Se escuchan gritos y lloriqueos, pero no tengo tiempo para averiguar quién está o no herido, debo seguir.




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