Peligroso Ángel

13

Capítulo 13. 

Miré a todas las direcciones movida por el presentimiento de estar siendo observada. 

¿Paranoia? 

Con la vista nuevamente al frente avancé a grandes zancadas retomando mi camino.
Salí de la mansión con la escusa de sentirme mal y necesitar un poco de aire.
Por supuesto que Miguel aún enojado por lo ocurrido en la empresa no me creyó, pero no es como que eso importara demasiado ahora dadas las circunstancias. 

Durante los años posteriores al High School las cafeterías; esos espacios comunes y en algunos casos extraños albergando romanticismos en sus esquinas, se volvieron el marco idóneo para discutir de todo sin el pudor o decoro que exigían nuestras familias. Pero sí hablamos del Kery's... 

Entré al café donde debía encontrarme con Esteban. El cuál estaba sentado en unas de las últimas mesas, espalda hacia mi dirección. 

Lo primero que hice fue colocarle una mano sobre el hombro y su reacción inicial no se hizo esperar; de expectante a tenso se puso en un instante bajo mi mano y de un movimiento rápido se colocó de pie... ¿asustado? 

—Hey, hey, solo soy yo, tranquilo —le dije conciliadora. Por un segundo sus ojos destellaron miedo y horror, un miedo que pareciese estar allí desde hace tiempo, cosa que no hacía un contraste favorable junto a sus moretones, que aunque mejorando aún seguían presentes. 

Soltó el aire. 

—Eres tú —forzó una sonrisa—. Disculpa todo eso, fue... el estrés, no importa.—como todo un caballero me dirigió hacia la silla y no se sentó él hasta que yo ya lo hubiese hecho. 

—¿Que tal todo? —fue lo primero que dijo. 

No sabía lo que estaba pasando pero una cosa si sabia bien es que no se trataba de nada bueno.
Puedo jurar que Esteban esta escondiendo algo, algo muy grave. 

—Entonces Esteban, te escucho —Decidí hablar yo primero, a sabiendas que en vista de su estado él no iba a decir una palabra si yo no empezaba. Lo conocia tan bien. 

Sus manos sudorosas se posaron sobre la mesa, el arrepentimiento de estar allí sentado cruzó por sus rostro. No me perdí el juego de pupilas como aquel que hace evidente sin querer la presencia de alguien más. 

—Oye Ana, pensándolo bien debería marcharme —se coloco de pie—. No quiero involucrarte en esto, es peligroso y... Maldición. 

Los moretones.
Su actitud en los últimos días. 
La forma en como reaccionó cuando le toque el hombro. 
Lo ocurrido en la empresa... 

—Aguarda, Esteban —me coloqué de pie apresurandome a tomarle por el brazo le hable con el corazón en la mano lo más bajo posible — Sea lo que sea que estes pasando me lo puedes contar, joder. Soy tu amiga, tu hermana. 

>>Crecimos juntos y siempre hemos compartido los buenos momentos y también los malos ratos, porque aprendimos que entre dos podemos, siempre podemos. Así que no vengas con esa mierda de cargar con el peso tu solo cuando aquí estoy yo para ayudarte. 

Lo sentí relajarse y eso me hizo continuar. 

—Y sí, también me importa una mierda que mi vida corra peligro, con tal de estar allí para ti. Por mí; todo lo demás puede irse al carajo. 

Esteban observó mi mano sobre su brazo por un segundo antes de clavarla sobre la mía. 

Me dedico la mirada más triste y tiró de mí atrapandome en sus brazos. Me apretaba contra su cuerpo a la vez que acunaba su rostro en mi cuello. Enrede mis brazos sobre su cadera correspondiéndole el abrazo que mi amigo necesitaba de alguien en este momento. 

Consolandolo igual como hacíamos de niños. 

Entonces volvimos a tomar asiento, ambos hicimos pedidos de café y cuándo Esteban iba ya por el quinto y yo por mi parte me limitaba a observarlo mientras removia el contenido de mi taza. 

—Está de más mencionar que lo que te voy a decir no lo puedes comentar con nadie— me dijo a la vez que colocaba su café a un lado de la la mesa. Yo solo asentí— Esto me supera y sobre todo supera a la empresa... 

Eso último me revolvió el estomago. Mis sospechas ya iba por ahí, y ahora que me lo confirmó podré hacerme una idea más clara de la gravedad del problema. 

—...En el grupo Murk están sucediendo cosas que... tienes que creerme, yo mismo no lo creí al principio —llevó la taza a sus labios y luchó por mantenerme la mirada. Era más que obvio que ese tema no era ni por asomo su favorito. Pude notar que media sus palabras, estaba pensando demasiado en que medida soltarlo — Él no es como los demás, me engañó. Galen es... 

¿Galen? 
Ese nombre volvió a llegar a mis oídos por segunda vez. Me mantuve en silencio para que siguiese hablando pero eso no ocurrió. 

El sonido de un celular nos obligó a detener la conversación, Esteban rebusco en su bolsillo y lo sacó. 

—Es Susan —Me dijo una vez que vio la pantalla. Me hizo un gesto con la mano para que esperara mientras atendía la llamada. 

—¿Que sucede? —Dijo no muy contento 

Desde mi distancia se escuchaba la voz que provenía del teléfono movil pero imposible de descifrar. 

—¿Tiene que ser ahora? —volteó los ojos frustrado—. Esta bien, voy enseguida, espérame donde estás —colgó. 

En cuanto puso sus ojos sobre mi me miró apenado y con una sonrisa tímida comenzó a hablar: 

—Yo... lo siento... tengo un asunto que resolver con Susan, digamos que no estamos pasando por un buen momento. 

—Va, no te preocupes —le dediqué una sonrisa sincera— Lo primero es lo primero. Ya me contarás el asunto de la boda y dile a Su que ya me llegó el vestido. 

Esteban ríe abiertamente.
Es un secreto a voces lo mucho que estoy detestando y aguantando los tonos pastel y volantes a los que seré sometida. 

—Supongo que esto es parte de crecer, aveces solo... desearía volver a los 11; despertar tarde los sábados, las peleas en el campo de pelota, tú haciendo que Stephen se tragara las suyas... 

—Siempre fue un tocapelotas.— termino por él. En una comunicación muda sabemos lo que piensa el otro, recuerdos intactos, que nos llevan a un lugar de dónde nunca debimos haber salido, recuerdos que se reproducen sin planearlo.
Absorta en el recien instaurado ambiente melancólico no noto que toma mi mano con la suya sobre la mesa, sino hasta que el toque cálido hace contraste con mi piel helada.—Todo era tan... fácil. 

>>Te contaré todo, ok. Aún tengo que conseguir un par de documentos pero serás la primera en saberlo.Y no olvidaré ponerte al día con mis amores... claro, siempre y cuanto me cuentes los tuyos —ambos soltamos a reír en complicidad. Era ley. 

Me despedí de mi amigo con un fuerte abrazo. Un abrazo cargado de pasado, una unión que sellaba el presente y un futuro incierto.


~~~~~~


—¿Ya te sientes mejor? —Me preguntó Miguel cuando entre a la oficina, apartó la vista de la PC centrandola en mi mientras colocaba el bolso de mano a un lado de mi silla de trabajo. 

—Si, haberme tomado la mañana libre me sirvió para relajarme un poco. El estrés de mucho trabajo me está agotando más de lo normal. 

Una sonrisa torcida se asomó en su rostro. 

—Sé como quitar el estrés —Camino hacia mi dirección con su mirada clavada en la mía. 

No puede evitar sonreír. Este hombre era tan irresponsable e irritante que he pasado del disgusto a una resignación burlesca. 

—Ah si, ¿y qué tipo de remedio milagroso es ese? —jugué con su corbata. Me estaba metiendo en territorio prohibido y por ahora no me importa—. Porque no suelo experimentar con cualquier tipo de medicina alternativa. 

—Créeme que no es cualquier tipo de remedio —acarició mi brazo con sus nudillos haciendo largas trazadas de arriba hacia abajo y viceversa—. Esta 100% garantizado que es eficaz y duradero. ¿Te apuntas al tratamiento? 

—Hmmm... lo pensaré —di un paso hacia atrás rompiendo nuestra cercanía—. Ahora tengo trabajo que hacer... así que si me permites—. Le di dos palmadas en la mejilla y me senté a trabajar dejándolo alli parado con una sonrisa plasmada en su semblante. 

El resto del día nuestro trabajo fue silencioso. No volvimos a pronunciar palabra alguna aunque de vez en cuando nuestras miradas se encontraban y nos sonreímos a sabiendas de que podríamos parecer unos grandisimos tontos. 

《Ay Miguel》 

Cuando llegamos a la mansión fui directamente a mi habitación, tomé una ducha y me cambié aquel uniforme que me estaba matando. Me acosté unos minutos en la cabecera de la cama haciendo un repaso de los eventos dados: 

El viaje de Aníbal. 
Los anónimos. 
La foto de la señora Abigail en el cuarto de rosa.
La amenaza de Rosaline.
El muerto (?) y los recuerdos borrosos que tengo de ello.
Esteban.
Y por último mi estraña relación con Miguel. 

Es evidente lo que busca y la manera en la que está acostumbrado a tomar lo que quiere, sin embargo es un poco más complejo que eso. 
Realmente parece no encontrar freno a menos que le afecte de forma directa. 

¿Quién soy para juzgarlo?, la gente que se mueve en estos círculos no son ni de lejos las blancas palomas que aparentan y por un momento me parece que es real su indiferencia a la opinión ajena; no le importa quedar como un cínico, menos ser considerado un reverendo idiota. Se vende tal cual y comienzo a aceptarlo. 

No es una justificación, me repito, pero empiezo a entenderlo.
La gran–si no es que todas– mayoría de las organizaciones y grupos industriales que componen el basto ecosistema comercial cubren los esqueletos en su armario con la políticamente correcta filantropía.
Hoy matas, destruyes y te enriqueces, pero mañana le das de comer al huérfano y todos querrán ser como tú.
La ironía de la vida es que aquellos que caminan sin mentiras son condenados. 

Apesta, sí. Pero para eso se hizo el Lysoll.¹ 

Es por eso que admiro el carácter implacable y el olfato desarrollado del Sr Moore. 

Anibal. 

¿Por qué no pensé primero en él?
El recuerdo del dulce trato que me prodiga mi ¿novio? Me causa desasosiego. 
No tuvimos la oportunidad de indagar más en el término pero... 

Me removi sobre la cama buscando y tanteando con la mano el celular que había sonado a mí lado. 

Vi la pantalla y se trataba de un mensaje de ¿Miguel? 

"Cuando acabe la cena te voy a estar esperando en la habitación que está al fondo del pasillo en plata baja... prometo que nos vamos a divertir" 

Leí el mensaje una, dos y hasta tres veces, ¿qué estará planeando Miguel? Sea lo que sea acaba de tener toda mi atención. Una sensación desconocida se atrincheró en mi vientre; mariposas o aves de rapiña, no estoy segura, pero la clase de anticipación de algo realmente malo y dulce escuece. 

——— 

—¿Ansiosos por comer hermanitos? —Rosaline apareció ante nosotros, quienes estuvimos esperando un largo tiempo de que hiciera acto de presencia. 

—Por supuesto que si, ahora mueve ese culo y toma asiento de una buena vez —le soltó Miguel hastiado. 

Su hermana lo observó divertida como si molestarlo ya fuera su alimento. 

—Vamos Miguel, no me hagas reír más. Como si la disciplina fuera parte de tu vocabulario, te creeré —Rosa se sentó en su puesto al lado de Miguel—. Deberías de ser un poco más suelto, así como... Luciano. Él es tranquilo y no se preocupa por nada—Luciano sentado al frente de su hermana no dijo ni una palabra, retiró los codos de la mesa y empezó a comer. Parecía llevar las cosas con tranquilidad, que es el hermano mayor. 

》Si sigues así rápido te harás viejo y eso ya no va a parar. ¿Te imaginas? La prepago del burdel ese donde te encanta estar metido ya no te querrá ni porque tengas todo el dinero del mundo. 

Me tense sobre mi asiento. 

—¿Puedes cerrar la boca? —sentenció Miguel, ya había perdido la paciencia. A Rosaline no le importó en lo más mínimo, ya que le sostuvo la mirada con una amplia satisfacción y segundos después empezó a comer. 

El tiempo transcurrió en silencio, nadie volvió a pronunciar palabra alguna. Cada vez que levantaba la mirada, involuntariamente mis ojos seguan la dirección de Miguel a quien siempre lo encontraba observándome con esos ojos cafés profundos. 

Cuando acabó la cena me ofrecí en ayudar a Patricia a lavar los platos y a recoger la cocina y cuando ya todo estuvo en orden se despidió de mí marchándose a descansar. Lo último que hice fue apagar las luces de la sala principal y las de los pasillos de también estaban encendidas, estuve a punto de darme la vuelta hacia mi habitación cuando noté una luz tenue salir por la parte baja de la puerta del fondo. 

El recuerdo del mensaje de Miguel vino a mi mente. 

Dudando al principio si ir o no me fui acercando poco a poco volteando a ver que nadie me estuviera observando, mi corazón martillaba con fuerza en mi pecho con el solo pensamiento de estar a solas con Miguel en una habitación a estas hora de la noche. 

Decidida en hacerlo tomé la manilla de la puerta y entré cerrandola detrás de mí. 

—Te estaba esperando.



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En el texto hay: misterio, mentiras, romance

Editado: 25.06.2021

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