Peligroso Ángel

27

La semana siguiente fue "dura" para los Moore.

 

Los medios de comunicación y redes sociales acabaron con su reputación. Sociedades benéficas y centros religiosos se unieron con el Hashtag #InsestuosaFamiliaMoore en repudio a las últimas noticias que no dejaban de circular.

Que Rosaline huyera  da bastante de que hablar, para ella no existe el dicho: "el que nada debe,  nada teme".

Luciano la buscó los primeros días (para seguir reclamándole, claro esta) pero al no tener resultado desistió de la búsqueda.

Lila y yo nos enteramos de que pronto se llevará a cabo una reunión de "negocios" la cual tiene pinta de abordar los últimos acontecimientos que tiene a los Moore patas arribas y con ello la distribución de cocaína.

—Listo por aquí. —Me avisó Lila después de instalar tres cámaras espías en el pasillo que va hacia la cocina.

—Perfecto. No podemos dejar ni un rincón de la casa sin monitoriar.

—Y eso hacemos, en segunda plata hay cámaras por doquier; habitaciones, pasillos, despacho, patio, jardines y todos sus alrededores.

Asentí instalando una última cámara en la sala.

—Todo se encuentra listo para el operativo, si sale bien lograremos capturar a los Moore a Galen y todo este martirio habrá acabado.

—¿Sabes si dejan que los prisioneros tengan visitas conyugales? —Me preguntó esperanzada—. No quiero dejar a mi Luci tan solo en una fría celda.

Puse los ojos en blanco antes de lanzarle una mirada que decía lo desquiciada que sonaba.

—¿Que? —Se encojio de hombros—. Es lindo.

—Tenemos prohibido envolucrarnos con ellos.

—No estas en posición para reclamos, tu te metiste con el padre y con el hijo.

Respiré profundo pelliscando el puente de mi nariz.

—Fue estrategia, y si no lo sabes funciona para conseguir información.

—Ah claro, y llorar por Miguel también fue estrategia para conseguir información —Soltó con sarcasmo.

—Yo no llore por...

—Anastasia —Apareció Miguel. «hablando del rey de roma». Que dijera mi nombre completo me erizó la piel de la espalda—. ¿Qué estas haciendo?

Gracias al cielo no me encontró con las manos en la masa.

—Le decía a Lila que desocupara su agenda en la tarde ya que vamos a salir de compras —Mentí—. Como sabes...

—¿No estas consciente del problema que tenemos para que estés pensando en salir de compras? —Me reprendió. Miré a Lila y con una seña le pedí que se marchara.

—Te hice una pregunta —Se me acercó cuando quedamos solos.

—A decir verdad, no me interesan sus problemas. Yo soy la señora de la casa y hago lo que me plazca.

Se le dibujó una sonrisa amarga.

—Te has tomado el papel de "señora" muy enserió —Me pega a su cuerpo de un tirón—. Déjame decirte que me vale mierda incluso si te nombrarán la señora del cielo; si no fuera porque me vuelves loco solo con tu presencia te echaría de esta casa a punta de patadas —habló sobre mi boca—. Si no te pensara todo el santo día, si mi cuerpo no te reclamara como suyo todas las putas noches... si no fuera por eso, ya no estarías aquí.


 

 


 

Se apartó sin dejarme procesar todo lo que dijo.

 

—Papá te espera en despacho —Me da la espalda dispuesto a marcharse y mi cuerpo actuó por si solo que cuando quise detenerme ya tenia la mano sobre su hombro.

 

—¿Podemos hablar?

 

Su cuerpo se tensó bajo mis dedos.

 

—Ahora no —dijo dejándome allí parada.

 

Tomé una buena bocanada de aire pensando si seguirlo pero no lo hice, no puedo desviar mis planes a estas alturas del partido.

 

Anibal esperaba detrás del escritorio. Me reparó apenas entré, ya no tenía la pinta del hombre que era indestructible; tenia ojeras, lucia despeinado, barba de dias y la corbata mal puesta.

 

—¿Me mandó a llamar, señor? —Adopté un tono serio y profesional, sabía que no le gustaba que lo llamara así pero "estoy molesta" por lo ocurrido con su hija y fue una oportunidad que no desperdicie para alejarme de él.

 

—Vamos, no me llames así —Se le apagó la voz—. Soy tu prometido, el hombre que quieres —Retrocedí cuando se me acerco.

 

—El hombre que quiero jugó conmigo —Me hago la victima—. Me engañó de la manera más vil que puede haber.

 

Trató de volverse a acercar

 

—Todo tiene una explicación princesa...

 

—Soluciona tus problemas, recupera tu imagen y luego hablamos —Le dejé claro. Tenía que presionarlo para que sacara a Galen de su escondite.

 

—Eso haré, mi reina. No te preocupes por nada, solucionare hasta el último maldito problema y seguiremos con nuestro compromiso adelante.

 

Asentí, intente irme pero me tomó del brazo.

 

—Por ti, por mi y por nosotros solucione y acabaré con todos aquellos que nos quieran derribar para darte la vida de reina que te mereces.

 

Se me acercó, su boca busca la mía y...

 

—¡ANIBAL! —gritan afuera seguido de tres disparos.

 

Nos alertamos cuando reconocimos la voz.

 

—¡ANIBAL! —volvió a gritar la voz femenina seguido de otros dos disparos. Afuera Miguel y Luciano trataban de tranquilizar a la irreconocible mujer que parecía una maniática más que otra cosa.

 

—¡Anibal, Maldito! —ladró cuando nos vio, logró zafarse de los hombres que la trataban de sujetar y fue tan rápida que de un momento a otro estuvo frente a Aníbal con  el cañón de la pistola en su entrecejo—. Volviste mi vida una mierda y te mataré como un perro al igual que tu hiciste con mis padres.

 

Llevé las manos a la boca y todos retrocedemos ante la revelación.

 

—¿De donde sacas semejante disparate? —hizo el mayor esfuerzo de que su voz saliera lo más calmada posible. Si flaqueaba lo descubran.

 

—Él me lo dijo —miró a todas las direcciones como si alguien la estuviera viendo—. Él lo sabe todo, lo ve todo nos vigila a todos y tarde o temprano todos les rediremos cuentas.



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En el texto hay: misterio, mentiras, romance

Editado: 25.06.2021

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