Caminaba junto al rio de una ciudad sin importancia, pero no caminaba sola. Caminaba alrededor de cientos de deseos, camina rodeada de tentaciones y auras así como las almas de aquellos que solo se dedican a vagar. No me importa pues solo pensaba en cómo no caer o tropezar con algunas de las rocas que en mi camino se me cruzaban. No importaba a mi nada me importaba.
El viento sonaba y resoplaba con fuerza causando que aunque mi cabello se encontraba recogido de alguna manera se desordenara haciendo que no solo me moleste por arruinar algo en que había invertido tiempo sino que entrara basura en mis ojos. Sigo en mi esfuerzo por caminar por la orilla de rio mientras miro al cielo tratando de ver algo del cielo despejado que solía estar hoy por la mañana, pero no hay nada, solo se encuentra un cielo gris con nubes llenas de agua en espera del momento perfecto para dejar caer el agua que contenían dentro de ellas.
Veo a lo lejos a unos cuantos pares de parejas caminando por el muelle que yace a lo mucho 50 metros de mí. No lo niego los envidio de una u otra forma, pero no por las razones básicas y monótonas que caen en la desesperación de querer amor y solo felicidad. No, en verdad que no, yo no deseo eso deseo otra cosas que no sea la básica felicidad basada en el amor, sexo y nada de pasión.
Envidio de esas parejas cosas que nadie más quiere, porque todos quieren dinero, amor, sexo no llenadera y felicidad mediocre que solo te destruye; porque yo deseo felicidad placentera, placer, sexo, seguridad, dinero obtenido por esfuerzo mutuo. Quiero más de lo que alguien puede querer.
Mentira, yo no quiero yo deseo. Sin embargo, solo puedo notar cosas que nadie puede hacer, pues noto los deseos de las personas comunes y mediocres; en verdad que no lo noto. Noto más que los deseos y mis deseos.
Miro las almas, auras, colores, placeres y deseos solo que nadie lo entiende; porque para ellos soy la rezagada en las esquinas que disfruta de una buena camina a rio en una tarde nublada y de vez en cuando con lágrimas en los ojos en espera de que desaparezcan. Es estúpido porque sufro de muchos males.
Males que me hace mirar, notar, envidiar y desear algo que nadie tiene, deseos tranquilos.
Así que después de mirar como siempre hago, niego con la cabeza y me obligo a levantar una de mis manos para limpiar las pocas lágrimas derramadas por mi desgracia interna mientras sigo con esa caminata siendo yo.
Vuelvo al principio de mi caminata y vuelvo estar rodeada de deseos que no hacen más que perturbar mi existencia y a veces y solo a veces mi conciencia.
-Anónima.
No tengo nada que decir, espero que aún siga con cordura por esta cuarentena.
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Editado: 28.04.2020