La noche de las discusiones
Traté de tomar el celular que me ofrecía sin rozar nuestras manos, pero él se empeñó en que eso pasara, y al hacerlo sentí un escalofrío recorrerme todo el cuerpo. Una sensación que había vivido muchas veces con él, pero que aun así cada vez que pasaba me traía recuerdos dolorosos.
—¿Qué quieres? —pregunte a la defensiva terminando de guardar el aparato en la bolsa que tenía colgada en el hombro.
—Solo pasaba a saludar. Hace mucho que no te veía —dijo con una sonrisa apagada y las manos metidas en los bolsillos de sus jeans.
—Bueno, hola y adiós. WiK. —me di la vuelta dispuesta a salir de esa situación, pero mi cuerpo no comprendió mi intención y se quedó ahí, estático, a espaldas de él que aprovechó el momento para acercarse.
Posó una mano en mi brazo con suavidad y la subió de arriba abajo haciendo que me estremeciera, su aliento chocaba contra mi nuca y su voz se escuchaba con claridad tan cerca de mi oído.
—Pensé que la alegre y perfecta SashaMills siempre era amable y agradable con todo el mundo —murmuró en un susurro que me escarapelo el cuerpo.
Me di la vuelta, haciendo que me soltara—. Soy amable con la gente que se lo merece, y tú ni eso, William —lo llame por su nombre, como pocas personas solían hacer, como yo solía hacerlo antes de que se convirtiera en este intento de bad boy.
—Quita ya el rencor de tu alma, Sasha, no te hará nada bien —intento tocarme el rostro. Me alejé y él soltó una risa amarga— ¿Nunca me perdonarás por eso? ¿Siempre seré el culpable de tu dolor?
Las palabras que pronuncio se clavaron en mi alma, su manera de hablar, tan cercana, tan íntima, como si nada hubiera ocurrido, como si aún fuéramos aquellos chicos que se escondían en cada esquina que veían porque no podían soportar ese amor que sentías. Él siempre había sido de esa manera, tan suelto, tan transparente. Eso me exasperaba.
Mire a mí alrededor asegurándome de que nadie estuviera cerca, para oír lo que planeaba decir.
—¿Sabes algo? —di un paso para acercarme a él—. Hubo un tiempo en el que realmente me culpe por tu engaño, me decía a mí misma, que a lo mejor había hecho algo mal, quizás no era lo suficientemente bonita, ni inteligente, y que seguro era un asco en la cama. Pero estaba muy equivocada, soy preciosa, soy el primer puesto de la maldita clase, y soy una puta diosa en la cama, y tu engaño jamás fue mi culpa, fue tuya. Porque si tan solo te hubieras dignado a terminarme antes de empezar con ella, probablemente seriamos amigos aun, pero no, tuviste que ir y besarla frente a todos, después de haberme engañado por meses, me dejabas tirada como cualquier cosa, como si yo no importara. Yo me merecía eso, William, no después de todo lo que vivimos. —Respire profundo, intentando contener las lágrimas—. Eres una mierda..., pero te agradezco por serlo, eso me ayudo a ser mejor. Y al contrario de lo que piensas yo no te tengo rencor, no podría sentir eso por una persona que me importa un reverendo rabanillo.
Todo lo que acaba de decir, eran cosas que tenía retenidas en mi interior desde hace mucho. Me había jurado a mí misma decírselas algún día, para que se diera cuenta de que estaba perfecta, de que no lo necesitaba, de que no me importaba, aunque eso no fuera del todo verdad.
Movió su pie de forma inquieta, como siempre hacía cuando no sabía qué hacer, cuando estaba desesperado. No entendí el porqué.
—¿A Bianca la odias por eso, verdad? ¿Por eso te has metido con el único chico que ella te dijo que no debías involucrarte? —tanteo con cautela, y lo mire sin creerme lo que acaba de decir, ya sabía a qué venía todo esto.
—¡Dios mío, es ella al que te ha mandado a hablar conmigo!
—A mí nadie me manda a nada —hizo un puchero, haciéndose el molesto y yo empecé a reírme de forma falsa, en el fondo sabía que él haría todo lo que ella pidiera, es como si estuviera bajo su embrujo. Siempre tras ella, siempre para ella.
—Para que te quede claro, y se lo puedas decir a tu patrona. Yo y Karsten realmente nos amamos, no tiene nada que ver con ella. Que se baje de su estrella y se dé cuenta de que no es el centro del universo, y que a nadie le importa lo que diga o haga.
WiK apretó los labios, inconforme con mi respuesta. —¿estás más enamorado de él, de lo que lo estuviste de mí? —Enarcó una ceja y uso esa voz que él sabía que amaba, esa voz que sugería peligro, pero que sonaba al mismo tiempo, como música para mis oídos—. No lo creo, Sash. Tú me extrañas y yo a ti.
Una risa agria salió desde el fondo de mi garganta. No me deje caer en sus palabras de falsa sinceridad, sabía que era solo una técnica de manipulación muy frecuente en él.
—Te equivocas —murmuré intentando sonar sincera, cuando sabía claramente que lo que decía era mentira, más y más mentiras—. Te olvidé hace mucho, en serio te lo digo. Ahora déjame en paz, hablar contigo es una total perdida de mi valioso tiempo.
—No me has respondido.
—Lo que siento por Karsten no se puede comparar con lo que sentí por ti. Con él siempre es mejor.
—¿Ah, sí? —sonrió burlón—. Mira como tu inmenso amor se va a la basura, otra vez—hizo un gesto con la cabeza que me obligo a darme la vuelta para ver a lo que se refería.
Eran Karsten y Bianca hablando cómodamente al otro extremo de donde me encontraba. Bianca no dejaba de coquetear de forma poco disimulada y él no deja de sonreírle, encantado.
—¿Sabías que tu noviecito lleva enamorado toda la vida de Bianca? —preguntó, queriendo hacerme dudar.
—Tú deberías estar preocupado, no yo —me encogí de hombros restándole importancia, me acerque a su oído de forma cautelosa y susurre—. Cuídate, seguro y te engaña con otro. Ya sabes, es una experta haciendo eso —le guiñé un ojo y le di una sonrisa de suficiencia, aunque por dentro tenía ganas de tirarme a llorar.