En todo momento, cada uno de soportar el peso de otros cuando están débiles y necesitan compañía. Pero de cierta manera me sentía malvada cuando usaba a mi familia en esa vida anterior, para que también soportarán mis sentimientos en esa muerte anunciada contra la enfermedad.
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Siento mi cuerpo sacudirse trayéndome de regreso a la realidad, de la cual había escapado tras que mi mente no soportará el miedo a la muerte acechándome.
Lo primero que veo es a Søster mirándome con un rostro preocupado. —¿Que paso? —Pregunto un poco confusa.
—Oh~ Ya estas despierta, pensé por un momento que te había hecho algo raro esa zombi. —Al finalizar sus palabras mira hacia el lado, el cual sigo con mi mirada para ver una masa de carne putrefacta en la hierba.
—¡! ¿Qué es eso? ¿No me mordió verdad?
—Claro que no, te dije que los cementerios tienen una barrera contra los zombis. —Su andar sigue hasta el cuerpo pútrido que comienza empujar con una pala para regresarle hasta su ataúd. —Si no fueras tan miedosa la fueras visto caer frente a ti, pero te desmayaste primero que ella. —Mis ojos felinos se estrechan al oír la risa de mi hermana ante mi completa falta de temple.
—Si no fueras sido embestida entonces eso no hubiera pasado, como primero, eso porque decía algo hacia mi como Súcubo.
—¡Ah! Sobre eso era para mí, en realidad esa señora era la esposa de un comerciante amigo mío que me odiaba porque me acosté con su esposo una vez. —Y una bomba es soltada por mi hermana.
Mi cara se contrae en sorpresa ante la noticia que mi hermana desenterró el cadáver de alguien con las suficientes razones para matarle mientras vivía. —¿Sabías eso y aun así le desenterraste?
—Claro que sí, pensaba dejarla de ultimo, pero tú la escogiste así que decidí arriesgarme.
—Olvidarlo. —Decidí sentarme a descansar mientras veo a mi hermana regresar a su fosa la inerte masa de carne.
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Después de terminar el retorno a su sepulcro del cadáver, dejamos el cementerio para poder descansar un poco ante las altas horas de la noche; ahora que lo pienso, nunca he ido al hogar de mi hermana, ¿Cómo es? Conociéndola, seguro es algo malo... ¡No! Ella siempre me sorprende, seguro es algo increíble o en el peor caso sería algo muy normal... ¿Sera que si es algo normal?
—Søster... ¿Cómo es tu casa? —Pregunto dudosa a mi impredecible hermana.
—Enana, mi cuarto es normal.
Confío en sus palabras y camino detrás suyo en esta noche de luna llena, después de unos minutos regresamos al pueblo donde solo el guardia mayor se encuentra aún vigilante con un nuevo recluta; el mismo guardia de unos cuarenta años nos saluda de inmediato y mi hermana responde el saludo de forma indiferente sin detenerse. Al final continuamos el andar hasta su lugar de residencia el cual como temía es algo muy poco normal y no puedo evitar hablar ante mis temores hechos reales. —Hermana mía, pensé que hace unos minutos dijiste que era un cuarto normal.
—El cuarto es normal, solo que desde lo de la ejecución publica todo el mundo me rechaza, así que este es el único lugar que me permite quedarme sin muchos problemas.
—¿Desde cuándo es normal quedarse a dormir en una biblioteca? —Hablo mientras señalo al edificio lleno de libros que al parecer es el hogar de mi hermana. —Incluso me cuesta creer que ese lugar tenga algo como una cama donde dormir. —Ante mis palabras me ignora siguiendo su andar por las escaleras hasta la entrada del edificio donde abre la puerta sin problemas. Entro junto a ella donde cruzamos entre libreros hasta el fondo del lugar donde una pequeña puerta debajo de las escaleras se encuentra escondida de toda vista.
La habitación oculta en un rincón de la biblioteca es pequeña, con una cama en una parte, una mesa y un pequeño escaparate donde al parecer mi hermana guarda todas sus ropas y objetos de valor. —De verdad parece un cuarto normal... —Digo sorprendida ante la sencillez del lugar como un cuarto normal.
—Deberías creerme más de seguido. —Al terminar su frase comienza a remover la armadura de la guardia y cambiar de ropas; yo en cambio me siento en la cama y me acuesto para descansar.
—¿Vas a dormir con tu ropa puesta?
—Si, estoy muy cansada como para quitármela. —Respondo la pregunta de mi hermana mayor quien apaga las luces del lugar y enseguida se acuesta al lado mío.
—Liv... —Mi hermana habla en voz susurrante mientras sus brazos me abrazan en medio de la oscuridad. —Nuestro padre hace cuanto sacio tu maldición. —Me sorprendo un poco ante la inesperada pregunta de mi hermana, por lo cual hago memoria de la última vez que pudo ayudarme.
—Hace casi tres semanas, ¿Por qué la pregunta?
—Debes conseguir pronto un novio. —Otra vez ese tema... sé que tengo esta maldición, pero no quiero acostarme con alguien que no conozco bien e incluso no tengo nadie con quien podría, en serio me siento presionada por esta obligación racial tan inmoral. —Seguro ya lo sabes, pero cada vez es menos la saciedad que consigues cuando nuestro padre te comparte de la suya.