Capítulo 5: De cómo te va en la escuela.

Creí que la palabra que más me daba risa era “guayaba”, pero cuando escuché al profesor Salazar comentar sobre el estilo “churrigueresco”, guayaba quedó en segundo lugar.

Intento tomar nota de todo lo que me parece importante, pero el sueño se está apoderando de mí y creo que podría dormir justo ahora, permanezco despierta y aparentemente atenta para evitar alguna reprimenda. Es la primera clase del día y no puedo mantener los ojos abiertos.

La lección está por concluir, miro mi celular, en diez minutos, ¡sólo diez minutos!

Un mensaje me llega y la burbuja de chat se abre:

Gaby Navarrete: A leguas se ve que eres un zombie hoy! Jaja x’D

Volteo a verla, aburrida, está justo al lado.

—Sabemos que los exámenes comienzan a finales de diciembre —dice el profesor—, y estamos a mediados del semestre, quiero recordarles que tienen hasta finales de noviembre para unirse a un club.

La mayoría ignora al Sr. Salazar, es algo que de sobra sabemos. No me he unido a un club todavía, y no sé cuál sería adecuado para mí. Gaby está en el club de criminología junto con Dan y Moi, allí fue donde los conoció.

La hora terminó. Me apresuro a tomar mi mochila para salir a la siguiente clase.

El maestro está recogiendo sus cosas, cuando mira por la ventanilla de la puerta, ¿había alguien esperando fuera? Su rostro cae a la cuenta de que había olvidado algo y deja sus libros nuevamente en el escritorio.

—¡A ver, señores! Siéntense, por favor, hay algo más que debo anunciar.

Todos se quejan, desganados, pero quedan a la espera.

—Hoy se integra con ustedes un nuevo estudiante, ¡pasa! —pide—, una disculpa, tengo una prisa que… bueno, no importa —le dice a la persona del otro lado de la puerta.

—¿Será de nuestra carrera o de mercadotecnia? —me susurra Gaby.

Me encojo de hombros.

Quiero aclarar que, algunas de las materias coinciden con otras profesiones, por lo que hay dos carreras tomando clases en un aula. Moi y Dan son de la carrera de mecatrónica, así que sólo nos vemos cuando cambiamos de aula, además de que son de segundo año.

Un chico alto y castaño atraviesa la puerta. Frunzo el ceño porque me parece familiar, me lo pienso un poco. Agacho mi mirada para ver mis calcetines y recuerdo su comentario, pienso que el mundo está lleno de coincidencias.

 ¡OH, es Math! La última vez que fui a la librería pasé al Balcón del Zócalo y él también llegó a comer allí con su novia, Queen, se llamaba. Cielos, estoy segura de que es él porque tengo buena memoria.

¿Qué sentido tiene presentárnoslo después de terminar la clase? Debía ser antes. Ahora que lo veo frente a todos, comienzo a recordarlo con un poco más de color en la cara, esta vez tiene ojeras que lo hacen ver malhumorado. ¿Estará bien? Me doy cuenta de que no soy la única que se fija en eso, escucho comentarios detrás de mí sobre su rostro y su cabello descuidado.

—¿Estará enfermo...? —susurran detrás de mí. Vuelvo a pensar: «Pobre chico…»

Él pasa su mirada por todos, hasta llegar a mis ojos, no se detiene ahí, parece que no me reconoció. Sólo tú te acuerdas de momentos banales, Cecilia, nadie más que tú se acordaría de un encuentro no duradero.

—Su nombre es Mathias Morrell —dice el Sr. Salazar—, cursaba la carrera de mercadotecnia en el campus de San Luis.

—Así que su nombre completo es Mathias —digo para mí misma.

—¿Qué cosa? —curiosea Gaby, había estado al lado de mí todo el rato y yo ni cuenta me había dado.

—No, nada. Es que… ¿no se ve un poco mal? —lo insinúo por sus ojeras y rostro serio. Mi amiga asintió. El chico sigue de pie en el frente. Quiero acercarme a él y hablarle en alguna oportunidad, en los últimos días me había dispuesto a ser más sociable con la gente que me rodea desde que conocía a Moi y a Dan, me di valor, pero estaba siendo muy difícil; podía hacerlo con alguien a quien ya había visto antes.

El profesor invita a Mathias a presentarse debidamente. De un segundo a otro, el chico esboza una sonrisa amigable que nos sorprende a todos y le cambia el semblante.