Pequeñas Historias De Desasosiego

Consuelo De La Soledad

Los humanos le temen a muchas cosas. A algunos animales, a las guerras, a lo que no pueden controlar. Pero su principal miedo es la muerte. ¿Por qué? Porque es algo desconocido. Algo que no pueden entender ni solucionar.

Le temen a lo que pueda haber más allá de la vida. Le temen a que no haya nada después de la muerte. Pero a lo que deberían temerle es a la soledad, a la verdadera soledad. Es enserio, ¿Sabes lo que se siente hablar y que nadie te escuche? Y no, no me refiero a que hables y que te ignoren, sino a que en realidad no te escuchen porque no existes, o mejor dicho, porque ya no existes.

Mi vida no le he olvidado, los nombres de las personas que fueron importantes para mí, siguen grabados en mi mente. Recuerdo lo que hacía en vida y es tan triste que solo pueda recordar. Que solo pueda imaginarme que pudo ser de mi vida.

Me llamaba Katherine, Todos me decían Kath y mi vida era la de una chica normal de 17 años, ir a fiestas, estar rodeada de “amigos” y ser una chica popular. Era perfecto, para todos puede sonar como un sueño, pero no lo olvides, las pesadillas también son sueños. Creía que mi “mundo perfecto” me duraría por siempre, pero todo cambio un viernes a las diez de la mañana. En doce horas mi mundo se desvaneció, como un sueño.  Como toda historia todo tiene un principio. Así que regresare a ese viernes a las diez de la mañana en donde comenzó el principio de mi fin.

Mi día perfecto siempre comenzaba a la entrada de la escuela. Ya sé que para muchos ir a la escuela, no forma parte de su día ideal. Pero ahí  yo era el centro de atención. Claro después de Bree, la chica más popular de la escuela y mi mejor amiga. Pasar por los pasillos era como tener nuestra propia pasarela, sintiendo la envidia de las chicas y las miradas indiscretas de los chicos. Todo perfecto, o eso era lo que siempre aparentábamos.

Te diré algo, la  popularidad no es nada de lo que se cree o se imagina, en realidad es una máscara de falsedad sobre una vida ficticia. Pero en fin, por ahora ese no es el punto. Encontré a Bree molestando a las chicas de nuestra clase. Dos chicas que casi no hablan con nadie excepto entre ellas. Era tal su acoso que siempre terminaban llorando.

Odiaba eso, odiaba fingir que esto estaba bien, pero no tenía alternativa, no quería arriesgar mi vida perfecta.  Prefería ser egoísta. Yo hacía lo que mis amigos decían. Tenía que cuidar la imagen que proyectaba ya que ellos eran mis jueces. Yo no quería esto, pero era lo que todos esperaban de mí. Me forzaron a esto, yo no quería ser dejada de lado, pero la culpa cada vez me consumía mas. Lo peor era escuchar los sollozos. 

Doce en punto. Hora del almuerzo.

Todo normal hasta ahora. Me senté en el mismo lugar de siempre al lado de Bree. Al salir nos encontramos con las dos chicas silenciosas. Bree las molestó hasta que no pudieron más, hasta  que comenzaron  los sollozos.

Nunca dije nada, pero la culpa me estaba matando. En serio quería parar esto. Sentía que no podía hacer nada, no quería arriesgarme, no quería soportar la ira de Bree. Pero este día ya no podía más. Le temía a Bree pero aun así intente hablar con ella. Me gustaría decir que tuve el valor de enfrentarla, pero sería una cruel mentira. Nunca debí creer en lo que me dijo. Le pedí que parara y ella simplemente me sorprendió. Olvide que era muy buena en mentir y manipular a las personas.

–Tranquila Kath, solo son comentarios de broma. No es grave, pero aun así me detendré ya no es divertido. Sabes he reflexionado y para compensarlas me disculparé invitándolas a mi fiesta.

Que ingenua fui. El resto del día asistí a mis clases sola ya que Bree siempre faltaba. Al terminar las clases me dirigí a mi casa para arreglarme para ir a la fiesta. Llegue a las siete y para mi sorpresa Bree cumplió con su palabra ya que las chicas estaban ahí. No sé cómo las convenció, tal vez fue por su labia y encanto, siempre obtenía lo que quería. La fiesta se descontrolo quince minutos antes de las diez. Comenzó el infierno. Todos bailaban en parejas o en grupos, la mayoría ya estaban ebrios, las parejas en los rincones besándose sin pudor alguno, todo lo que normalmente pasa en una fiesta.

Lo que paso después, ocurrió en cámara lenta, o así lo sentía. Las chicas bailando, disfrutando de la fiesta, la pintura rosa, ellas tratando de levantarse del suelo. Estaba en shock. Y lo peor fue cuando iniciaron las risas y los insultos. No pude más. ¿Quiénes eran estas personas? ¿Esta era la clase de amigos que tenía? Esto era verdaderamente cruel. Nadie las ayudó, incluyéndome. Me sentía atrapada, por primera vez en mi vida entendí lo que es la claustrofobia. Tenía que salir de ahí.

Corrí lo más rápido que mis pies podían, empujando a mis compañeros para llegar a la salida. No me  había dado cuenta de las lágrimas que se deslizaban suavemente en mis mejillas, pero no importaba, lo único que quería era alejarme de esa casa, alejarme de esas personas y sobre todo alejarme de los recuerdos.



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En el texto hay: desamor, paz, muerte

Editado: 23.07.2019

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