Pequeños relatos.

Microcuento de terror: Lily.

Sangre.

Gritos desgarradores.

Cuerpos en el suelo.

Y esa... sonrisa macabra. Pero lo peor de esa sonrisa, es que no contaba que fuera mi liberación.

30 de Octubre de 2019, día antes del accidente.

—¡LILY!— un grito agudo me despierta de golpe, ocasionando que caiga de cara al suelo. Levanto la cabeza y miro a Ashley, con mala cara— Ya levántate holgazana, son las once y media—

—¿Cuántas veces tengo que decirte que dejes de despertarme a los gritos?— exclamo con voz ronca mientras me pongo de pie y me sobo la zona golpeada.

—-Ya deja de quejarte y arréglate un poco, tengo invitados y no quiero que te vean con esas pintas—

—Ni que impresionaras a alguien de la realeza— murmuro para luego ingresar al baño, sin antes llevarme una almohada por la cabeza de parte de Ashley.

Salgo del baño ya lista para salir a correr, y por suerte no tengo que cruzarme con mi tortura universitaria; bajo las escaleras y una vez afuera respiro con ganas el aire del exterior. Y así comienzo mi recorrido de siempre.

Luego de una hora me detengo cuando gotas de lluvia comienzan a caer sobre mi cabello, rostro y ropa. Maldigo internamente y doy media vuelta para regresar a la residencia, pero entonces lo escucho: los chirridos de los neumáticos de un auto. Giro la cabeza en dirección al sonido, un grupo de universitarios en un auto se acercan a toda velocidad, retrocedo al ver que no tienen pensado detenerse pero termino resbalando y lo que me recibe es una canaleta llena de agua, y para empeorar los desgraciados pasan sobre un charco de agua en el momento que estoy intentando ponerme de pie, mojándome aún más de lo que estoy.

Suelto gritos de furia y doy patadas en el aire, hasta llegar a la residencia y subir a mi habitación. Abro la puerta de mala gana y me quedo estática al ver a un grupo de cinco universitarios, entre ellos a Ashley, los restantes son: tres chicos y una chica. Uno de los chicos está tumbado en la cama de Ashley, junto a ella besándose de forma ruidosa, mientras que la chica y los otros dos están en mi cama haciendo lo mismo. Eso es suficiente para desbordar mi paciencia.

—¡¿Se puede saber qué están haciendo?!— suelto con rabia. Ashley se separa del chico y me mira con los labios hinchados, para luego fruncir el ceño.

—¿Pero qué te ha pasado?— me mira de arriba a abajo.

—Eso no te interesa, Ashley. Quiero que saques a estas personas de aquí, ahora—

—Ashley, ¿con esta has estado compartiendo habitación? Con razón estás con dolores de cabeza, es muy quejumbrosa—

Le lanzo una mirada mortal a uno de los chicos, este cierra la boca y se sienta en mi cama con aire nervioso.

—Un momento, tú eres la chica que se cayó en la canaleta, ¿verdad?—

El chico que está con Ashley me mira con una sonrisa divertida, sus tres compañeros abren los ojos al mismo tiempo para luego soltar risitas como si lo recordaran.

—Ríanse todo lo que quieran, pero que sea afuera de mi habitación— señalo hacia la puerta. Ashley suelta un bufido y se pone de pie.

—Te recuerdo que también es mi habitación, y si quiero traer gente aquí lo haré. Si te molesta ahí tienes la puerta—

La miro con rabia y unas peligrosas ganas de darle un puñetazo en el medio del rostro. Miro a sus amigos quienes parecen disfrutar del momento de tensión, y entonces hago algo que provoca miradas de incredulidad hacia mí: suelto una risa con ganas. Ashley me mira con extrañeza cuando me sujeto el estómago.

—¿Y ahora qué te pasa loca?—

Entre risas me acerco al escritorio que hay en la habitación y es utilizado por Ashley, una vez cerca paso las manos tirando todo lo que se halle sobre él, tomo el escritorio y lo empujo con fuerza. Tanto Ashley como sus amigos me miran con estupefacción por mi reacción, y se asustan más cuando le doy patadas al escritorio. Me acerco al armario pequeño que está a los pies de su cama, lo abro y comienzo a sacar su ropa para lanzarla fuera de la habitación. Ella al ver eso se acerca y me da un empujón furiosa.

—¡¿Pero qué te pasa?! ¡Esas son mis cosas!—

Me acerco amenazante, ella retrocede dos pasos.

—¿Quieres saber qué me pasa? ¡Tú eres lo que me pasa! ¡Me tienes harta, estoy harta de aguantar tu presencia, de tener que verte la cara todos los días, de aguantar cada maldita queja y opinión que tienes hacia mí! ¡Cada vez que decides no respetar mis decisiones y haces lo que te plazca!— ella se queda pálida, mira a sus amigos en busca de ayuda pero estos están igual.

—Pues.... ¡Tú también me tienes harta, eres una molestia!—

—Pues me alegro de que por fin coincidimos en algo. Ahora vete de mi habitación—

—¡También es mía!—

—¡Dejó de serlo desde hace dos meses que dejaste de pagar el maldito alquiler! ¡No eres más que una sucia sanguijuela que vive aquí!— señalo hacia la puerta, algo agitada— Vete. Ahora— ella no mueve ni un músculo— ¡Que te vayas!— da un brinco por el grito y se apresura en juntar sus cosas y salir de la habitación a toda velocidad seguida de los otros, pero uno de los chicos se detiene y me mira, es el que se estaba besando con Ashley— ¿Y tú qué me ves?—



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En el texto hay: fantasia, romance, terror supenso

Editado: 19.09.2024

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