Pequeña Leona

Capítulo 3

Al día siguiente todo el entusiasmo de Leonora se derrumbó, al entrar  a la oficina de su jefe, el hombre estaba súper concentrado en su computadora pero tan pronto ella se le acercó se dio cuenta que tanta dedicación se debía a que estaba jugando videojuegos.No había esperanza.

No le dijo nada, sólo depositó en el escritorio, muy ruidosamente, las carpetas que cargaba.

-Casi gané,  ¿no podías esperar otros diez minutos?

-Tiene que leer esto y firmar esos papeles – dijo ella señalándole los papeles.

-¿No lo has leído tú? – preguntó él mostrándole las carpetas con los informes.

-Sí.

-Entonces cuéntame, hazme un resumen breve, Leoncito.

-¿No sabe leer?

-Sí, pero tengo pereza…

-¡Oh, siento sonar el teléfono de mi escritorio! Vaya leyendo mientras yo vuelvo, ya vengo, un segundo…-le dijo ella y salió.

Bastian se rió por el torpe truco de ella para huir y tomó las carpetas. Leonora no volvió ni en unos minutos ni en media hora.

Leo estaba muy orgullosa de sí misma, se las había arreglado para dejar a su Jefe trabajando y afortunadamente no la había vuelto a llamar, sin embargo debió sospechar que nada era tan fácil.

Si tenía que pensar en el peor aspecto de ser secretaria, sin dudas era la obligación de ser atenta con gente despreciable, el señor Dougall , cliente de la empresa, era  uno de los peores.

La paz de Leonora se acabó cuando llegó aquel hombre, tenía una cita con Bastian así que no podía evitarlo, era un hombre grande, casado  pero eso no evitaba que cada vez que  iba a la oficina le lanzara miradas lujuriosas y sutiles sugerencias. Leo odiaba a aquel tipo de hombre, la asqueaba y lo peor era que tenía que ser amable.

-Srta.Brave, está cada día más linda…-dijo el hombre apenas llegó y la chica sintió que su estómago se revolvía.

-Buenos días, Sr Dougall – contestó educadamente.

-Cavendish me está esperando – dijo él y ella asintió.

-Ahora lo anuncio – le dijo y se dirigió a la oficina de su Jefe, Dougall la siguió.

Entró a la oficina de Bastian y casi sin darle tiempo de  anunciarlo, el hombre entró tras ella.

-Hola Bastian – dijo y lo saludó.

-Buenos días. Siéntese – contestó su Jefe con una sonrisa.

-Gracias- dijo y se volvió hacia Leonora que aún estaba parada junto a la puerta- Preciosa, ¿podrías traernos café?

-Sí..claro - respondió ella pero antes de salir Bastian la llamó.

-¡Leonora! Espera, yo buscaré el café, tú debes ir inmediatamente a buscar el paquete que me enviaron.

-¿Paquete?

-Sí, ya sabes, ese que necesito con urgencia, así que vete ya a buscarlo – dijo él con seriedad y ella asintió.

-Sí, sí – contestó confusa porque no tenía idea de que estaba hablando su jefe.

-Vete ya – ordenó él levantándose y empujándola suavemente fuera de la oficina.

Leonora parpadeó confundida, ¿era posible que su jefe hubiera hecho aquello para librarla de soportar la presencia del Sr. Dougall?

 

Leo volvió un par de horas después, estuvo tentada a preguntarle a su jefe que había sido eso de enviarla a buscar un paquete inexistente, pero no lo hizo.  Afortunadamente se había librado de la repulsiva presencia de  Dougall así que con eso estaba satisfecha.

Y además  su Jefe se quedó a cumplir la jornada completa así que el balance era positivo.

 Al día siguiente Leonora creyó que era mala idea relajarse demasiado, debió haber imaginado que algo sucedería...y sí, algo había pasado. Su Jefe llevaba toda la mañana encerrado con una amiguita tomando café y charlando, al menos eso quería creer, muy divertidos.

Pero lo que la atormentaba no era aquella situación, sino que  acababan de avisarle desde la recepción del edificio que el hermano mayor de Bastian venía en camino. Era un hombre de poco más de cuarenta , serio y autoritario. Y por lo que sabía no tenía buena relación con su hermano menor. Ronald Cavendish era uno de los Directivos principales de la empresa y estaba firmemente convencido de que Bastian era un inútil, lo último que necesitaba era tener más pruebas de la inoperancia del menor de los Cavendish, así que  Leonora debía hacer algo antes de que lo descubriera con la rubia en la oficina.

Por un minuto se le ocurrió decir que era una clienta, pero sinceramente no se lo creería nadie. La mujer no tenía apariencia de ejecutiva, en realidad tampoco tenía aspecto de tener un cerebro....era toda piernas y busto y escasez de ropa , definitivamente no podrían engañar al mayor de los Cavendish.

Sólo le quedaba una salida, sacarla de allí tan pronto fuera posible. Entró apresurada a la oficina y tanto la rubia como su jefe la miraron sorprendidos.

-¿Sucede algo? Te pedí que no nos interrumpieran- dijo Bastian mirándola con curiosidad.

-Ella tiene que irse, ya – dijo Leonora, tomó el abrigo que había quedado en el perchero y se acercó a la invitada para dárselo, luego la tomó de un brazo con toda la intención de sacarla a la rastra.

-¡¿Qué haces?! – chilló la rubia.

-¿Qué sucede, Leonora?

-Su hermano Ronald viene hacia aquí, lo mejor es que su invitada se retire.- explicó ella.

-Como dijiste, es mi invitada así que no veo la necesidad de que se marche.- discutió él.

-No creo que sea buena idea que la encuentre aquí, ya que él viene a verlo a usted y hablar de negocios...

-Sinceramente, Leoncito, prefiero la compañía de Jazmín a la de mi hermano...-comentó Bastian sonriendo y en ese instante Ronald entró, justo a tiempo para escucharlo.

-No me extraña, Bastian, no esperaba otra cosa de ti...- dijo el hombre con tono de desaprobación.

-Lo sé, tus expectativas sobre mí no son muy alentadoras , ¿verdad hermano?.-  preguntó mirándolo con firmeza.

-Pídele a la señorita que se retire, quiero hablar contigo y yo a diferencia de ti, no tengo tiempo que perder.- dijo claramente enfadado  y enfatizando la palabra “señorita”.



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En el texto hay: jefe, jefe secretaria, humor amor

Editado: 29.03.2020

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