Evander McNeil
Estoy leyendo la carta que acababa de llegar cuando alguien llama a la puerta.
- Los McQueen ya han abandonado tus tierras- informa Damian entrando en mi despacho cerrando tras de sí la puerta para acomodarse en una silla frente a la mía.
- ¿Alguna noticia de Lorna?- dice mirando la carta que está en mis manos.
- No, es de mi madre, me informa que su estancia en Obar Dheathain se hará más larga de lo planeado, Lorna no llegará hasta mañana asique deja de preocuparte por ella.
-Mi trabajo es preocuparme por todo, no por nada soy tu mano derecha.
- Si claro , es por eso - no es ningún secreto para nadie que Damian esta enamorado de mi sobrina, los únicos que aún no se han dado cuenta son los propios implicados.
El está apunto de responder cuando suena la puerta
- Adelante-la sirvienta hace una inclinación de cabeza.
- Mi señor ya he llevado a la McQueen a su alcoba-
- Supongo que también le has informado de las normas que debe cumplir- digo sin darle mucha importancia, en lo que menos quiero pensar ahora es en la McQueen.
-Si señor - una tímida sonrisa se dibuja en sus labios
-Gracias , buen trabajo , puedes retirarte - un pensamiento cruza mi mente cuando la mujer se da la vuelta-
- Imelda , ¿la alcoba donde se quedará esta en buen estado?- Lorna me comentó que no estaba en buen estado, pero ella tiende a exagerar las cosas por lo que no la preste mucha atención, si de verdad esta en tan mal estado llevaría a algunos sirvientes para hacer los arreglos pertinentes, no soy tan desalmado como para dejar a la muchacha mal viviendo, por muy McQueen que sea ella no deja de ser una dama.
- La alcoba donde se encuentra esta adecuada para una dama como ella, ¿necesita algo más señor? - dice esto último en tono sugerente.
- Nada más, gracias de nuevo , ya puedes retirarte- Imelda hace una inclinación un tanto exagerada dando así una generosa vista de sus pechos, aparto la vista de ella , no hay nada que me interese de esta mujer, excepto que haga bien su trabajo.
-Ya veo que no le quieres poner las cosas fáciles a tu esposa - dice en tono jocoso.
- No se a que te estás refiriendo y no vuelvas a llamarla así, ella no es mi esposa.
- ¿Enserio has enviado a Imelda para acomodar a Isolde?, ella esta enamorada de ti, incluso crea un escandalo cuando escucha a otra sirvienta hablar de ti, no quiero imaginarme que le habrá dicho a la pobre muchacha.
- No digas tonterías, ella solo cree estar enamorada de mi, además si esa mujer se atreve a decirle algo a la McQueen ella se defenderá, es una gata con uñas bien afiladas.
- Por la forma que hablas de ella parece que te ha encandilado y algo me dice que este matrimonio terminará durando más de lo que esperábamos.
- Antes me corto mi hombría a tener un matrimonio permanente con esa gata rabiosa-involuntariamente mis ojos van a mis manos donde sentí una extraña sensación cuando toque a la muchacha , no sabría describirlo algo parecido a un cosquilleo.
No, definitivamente no me estaba encandilado por la McQueen.
-Esperemos que no llegues a cumplirlo, si te quedaras sin tu hombría sería malo para tu esposa- bromea riéndose de sus propias palabras.
Le doy un gruñido como respuesta, no tocaré ni con un palo a la muchacha.