Amanda
El cielo parecía derrumbarse por cada gota que caía, algunas de ellas chocaban con la ventana al principio era hipnotizante pero después de un rato empezó a ser algo aburrido, los únicos que estábamos en casa éramos mi padre y yo, siempre estábamos nosotros dos ya que mi madre se encontraba en el extranjero por asuntos de trabajo. Todo el tiempo se encontraba fuera de casa y la verdad nunca fue así, siempre estaba presente y todos éramos felices, aunque se dio un caso muy serio, su jefe la envió lejos de nosotros aun no logro a acostumbrarme a ello, pero trato de hacerlo solo que no significa que no la extrañe, la extraño más que a nada en el mundo. La podía ver en ciertas ocasiones, festividades, cumpleaños, vacaciones, aunque claro que ella tenía que volver, la llamábamos por unos instantes, pero solo duraban por unos escasos minutos. Ya casi veía la idea de tener una vida sin ella presente, pero mi padre me dijo que no pensara en ello ya que un día volverá a nosotros.
Mis pensamientos permanecían inertes, mientras que mi vista quedo fija en nuestro patio parecía un pantano de esos de los que te costaría salir, si ponía un pie ahí es muy probable que me llevara consigo, resople y apoye mi barbilla en el marco de la ventana, sentí un toque en mi hombro volteando instantáneamente encontrándome con los ojos de mi padre, su cara tenía una expresión que nunca había visto, parecía estar angustiado y al mismo tiempo estresado.
― ¿Chocolate? ― pregunto alzando dos tazas que tenía en sus manos, le regalo una sonrisa ligera, me alejo del marco bajándome del sofá que estaba cerca de este.
Me acerco a mi papá y ambos vamos a la sala mientras sujetaba un costado de su camisa, lo miraba constantemente y el me regala una sonrisa de vez en cuando, aunque siempre parecía estar triste.
― ¿Qué tal si nos sentamos frente a la chimenea? ― cuestiono con una leve sonrisa.
Me perdía un poco en sus palabras ya que mi mente aún seguía en lo profundo de mi consciencia asenti ante la propuesta y corrí hacia el sofá, me siento cerca de la orilla moviendo mis piernas constantemente, observo como las llamas se deshacían de la madera.
Un cojín del sofá se hunde en mi lado derecho y veo a mi padre en dicho lugar, el me entrega la taza regalándole la sonrisa más brillante que podía darle en esos momentos, tome la taza con cuidado viendo el contenido de ella, algunos malvaviscos flotanba en el y de repente mi expresión se volvió neutra, sentía un vacío en mi pecho. Mi padre noto mi comportamiento y suspiro densamente dejando su taza en la mesa de centro, se giro hacia mí.
― ¿Algo te tiene mal hija? ― pregunto el, lo mire de reojo y deje la pequeña taza en aquella mesa, me acerque más a él y lo abrace tratando no míralo.
― Extraño a mamá ― confesé con cierta tristeza en mi voz.
Inevitablemente mis ojos se enfocaron en las llamas, sintiendo como el correspondía aquel abrazo dándome unas leves caricias a mi cabello.
― Lo se linda, yo también extraño a tu mama ― menciono apoyando su barbilla en su cabeza, deja un beso en esta y se separa acariciando mi mejilla sin apartar la vista de mi, ― pero créeme que ella volverá a nosotros, porque ella te ama más que nada en el mundo.
― Ella también te ama, te debe extrañar ― le mencione sonriendo, el niega y me acomoda en el sofá, mientras que yo abrazaba un cojín ocultando mi boca en este.
― El amor que tu madre siente por ti es diferente hija ― inclino levemente la cabeza a la izquierda, eso no lo entendía muy bien ¿a qué se refería con eso? ¿Hay diferentes formas de amar a una persona? ― el amor que siente tu madre hacia ti es maternal, es un amor que siente su madre por su hija, así como la de un padre por su hija.
― ¿Cómo tu y yo? ― pregunte con una sonriendo de lado, pasa su mano por mi cabeza desordenando mi cabello.
― Si Amanda, como tú y yo ― deje salir una pequeña risa, el ya no estaba tan preocupado como antes, pero sé que eso no lo calamara por siempre, porque yo también siento aquella preocupación ― será mejor que tomemos el chocolate, sino se enfriara ― asentí y tome mi taza viendo fijamente la fogata, dándole un sorbo al chocolate comiendo un malvavisco en el proceso.
Después de aquella noche todo empezó a cambiar los meses parecía una eternidad, ya no teníamos tanto contacto con mi mama, era como si de un segundo a otro un muro se interpusiera entre nuestra familia, pero hubo un día en el que pudimos hablar con ella, al menos unos minutos.
― Hola mami ― la salude con la mejor sonrisa que podía darle en esos momentos, como quisiera poder abrazarla, empezaba a odiar la distancia.
― Hola mi niña ― su cara estaba algo sucia y tenía su cabello bien recogido, aunque sobre salían unos mechones de su peinado, se notaba bastante cansada y la verdad no me gustaba verla así, quiero que este aquíya quiero que este en casa con nosotros ― dime, ¿Cómo te va en la escuela? ¿Has hecho amigos nuevos?
La verdad desde que mi papá lo transfirieron a su nuevo trabajo me la he pasado en casa, no me gustaba hacer nuevos amigos, pero la verdad es que no me agradaba la idea de hacer amistades, solo quería estar con mi familia, además que puede que llegue a mudarme otra vez. No sé cuál es la necesidad de hacer amigos de la noche a la mañana, siempre escuche a mi abuelo decir "No fuerces las cosas si no sabes qué resultados tendrá"
― De hecho... No mamá, aun no me animo a dar ese paso ― ella sonrió un poco y niega, es un poco difícil entender cómo se sienten ellos, casi siempre están serios.
― Te pareces más a tu papá.
― ¿Eh? Pero si papá siempre me dice que me parezco más a ti ― dije confundíDa haciendo un puchero, escuche una risa a mis espaldas y volteo viendo a mi papa acercándose a mí besando un costado de mi cabeza.
― Eres una mezcla de ambos, pero tú eres especial a tu manera ― sacude mis hombros mientras reía, me rio levemente y mis ojos se enfocan en papa, me gusta verlo feliz ese brillo que tiene cuando hablamos con mama o estamos juntos no tiene precio algún.
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odio-amor, agentes federales y militares, secretos y relaciones
Editado: 17.07.2022