Hola gente!!!! Aquí les traigo un nuevo cap de Chris y Nina. Espero lo disfruten. Ya saben pueden apoyarme con sus comentarios y estrellitas.
A las personitas que caen por aquí de casualidad, les invito a leer la primera parte de esta pareja y por supuesto mi otra novela, Sanando Heridas.
Bendiciones y besos :)
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Se podría ser más feliz. Yo estaba seguro de que yo no podría serlo. He escuchado decir que el primer año de matrimonio siempre es difícil; adaptarse a los nuevos cambios, conocer realmente la personalidad de la otra persona, intentar adaptarse a las costumbres de la otra persona, etc., etc., etc. Nina y yo no teníamos ese problema. Tras un tiempo de convivencia ya teníamos experiencia en ese campo. Cuando decidimos irnos del todo a New York para cumplir nuestros sueños, sí que nos costó buscar departamento, ver si nos lo daban amueblado o no, que si tenía poca luz, que si el armario o la ducha eran pequeñas. Éramos un caos. Sobre todo, Nina; como la mujer perfeccionista que era no descansó hasta que todo estuvo conforme a su gusto. Yo solo quería una buena ducha, una cama y pasar la noche con mi bella chica entre las sabanas.
Finalmente nos habíamos instalado en Chinatown en un condominio de dos habitaciones y dos baños. Lo que nos encantaba era la sala de estar y la cocina abierta que solían inundarse de luz solar a través de las 4 ventanas de gran tamaño que daban una vista estupenda. Los pisos de nogal que se extendían por toda la casa ofrecían una estética tranquila. La cocina, revestida en mármol, estaba totalmente equipada con gabinetes a medida y electrodomésticos.
El dormitorio principal recibía luz occidental y era amplio y luminoso, además de que contaba con un jacuzzi. También estaba el dormitorio secundario y baño, así como instalaciones de lavandería. No fue nada barato, pero gracias a nuestros trabajos como freelancers y ahora con la compañía de perfumes, nos podíamos permitir algo así.
Aún recuerdo lo cansada que terminó tras los días de búsqueda y luego tras amueblar el departamento, pues, aunque decidió que la mayoría de cosas permanecieran en su lugar, tuvimos que cambiar la ropa de cama, pintar las paredes, abastecernos con alimentos, hacer una limpieza profunda. Pero todo valió la pena. El día que terminamos todo dejé a manzanita descansando y fui por algo de comer. Pensé en sorprenderla con una ducha para estrenar el espléndido baño, pero ella tuvo otros planes.
—Te bañaste sin mí—hice un puchero al verla sentada en el sofá con su laptop en las manos.
—Lo siento cariño, pero el trabajo no se hace solo. Además, quería probar la ducha. Es maravillosa. Deberías bañarte.
—Estás cansada Nina—le tendí un plato de la comida que había comprado—. Necesitas comer amor. Todos estos días apenas y has probado bocado.
—No tengo mucha hambre. Estoy extasiada. Siento mariposas en el estómago y ni siquiera las sentí cuando me enamoré de ti.
—Gracias por lo que me toca. Tan romántica, manzanita.
—Eres mi mundo sonrisitas—y eran esos momentos los que me hacían tan afortunado—. Solo estoy tan feliz por tener un hogar con el hombre que amo.
—Ya teníamos un hogar en Perú, solo lo trajimos aquí. En fin…el hombre que te ama debería ayudarte con el trabajo. Me daré un baño y vuelvo.
Cuando volví del baño, manzanita estaba fuera de combate. Así que la alcé, la llevé a la cama y la arropé. Limpie la mesa, lave los platos y después de unas horas acabando el trabajo me deje caer a su lado.