—Cariño, despertaste. —Hablo Maritza mientras se ponía de pie y se acercaba rápidamente al costado de Giselle, esta era su oportunidad de ponerla de su lado, al final esa pequeña tonta siempre había mirado por sus ojos sin importar lo que ella le hiciera. —mami está aquí, no sabes cuan preocupada estaba, tenía tanto tiempo sin verte. ¿Me extrañaste?, ¿por eso te enfermaste? Pero ya estoy aquí y nadie volverá a separarnos cariño.
Giselle, trato de no temblar, sabía cuan mala podría ser la mujer que estaba delante de ella, fingiendo ser una madre cariñosa. —Papi, ¿Dónde está Luana? — Se atrevió a preguntar.
—Mi bebé, ¿ya estás mejor? — Pregunto a su vez Valentino mirando de manera cariñosa a su pequeña hija.
—Si papi, ya me siento mejor — Respondió la niña mientras trataba de ignorar la mano fría que tocaba sus cabellos en un afán de parecer una madre interesada en el bienestar de su hija. —Me duele —Dijo de pronto y movió su cabeza lejos de la mano de Maritza.
—Cariño, ¿te duele la cabeza? — Pregunto Maritza fingiendo preocupación. —Valentino llama al médico, es peligroso que le duela la cabeza, hace poco estuvo con fiebre, ¿y si es meningitis?
—Maritza cállate, no preocupes a Gis. — Hablo Valentino mientras tocaba el timbre que estaba en la cabecera de la cama para llamar a la enfermera. Esta llego apresurada.
—Señorita, el suero ya se terminó, ¿es posible que ya la den de alta?
—Tienen que esperar — dijo la enfermera mientras cerraba la cánula, pero dejaba puesta la vía, por si tenían que volver a darle medicamentos, de esa manera no tendrían que pincharle nuevamente. — El médico pasará nuevamente en una hora, deben esperar para evitar complicaciones. Pero le recomiendo que no tengan mucha gente en la habitación, eso es contraproducente y más en el estado de la niña.
—Muchas gracias, señorita — Respondió Valentino.
—Valentino, yo me quedo con la bebé, tú debes trabajar más tarde y necesitas descansar —se ofreció Maritza, luciendo como una esposa comprensiva delante de la enfermera.
Valentino fingió una sonrisa cariñosa —No cariño, acabas de ser dado de alta y tus recuentos de células blancas, son muy bajos, podrías enfermarte, regresa a casa y yo te avisaré si hay novedades.
No hubo manera de que Maritza se quedara, Valentino le cerró todas las opciones. Ella sonrió y dijo —Está bien cariño, iré a ver una película en casa, esa del niño que fue secuestrado y que deje a medias — respondió mientras miraba de manera cariñosa a Giselle.
Valentino la miro con amargura y resentimiento, pero no podía hacer nada, solo seguirle la corriente.
—Gis, mami se tiene que ir, pero pronto estarás en casa conmigo y con papi, y no volveremos a separarnos, esta vez me pondré bien y ya no volveré a enfermarme, podre cuidarlas y darles todo mi amor. ¿Entiendes que mami te quiere mucho?
—Si mamá —Respondió Giselle, tratando de ser cariñosa —Estoy esperando a ponerme bien para que podamos vivir juntos de nuevo, te extrañe mucho, mami; ahora ve a casa a recuperarte por favor, no te preocupes por mí, papi me cuidara.
Pequeña idiota, pensó Maritza, igual de idiota que su madre cuando era pequeña, sonrió y se acercó a darle un beso en la mejilla a la pequeña y camino hacia la puerta de inmediato.
—Maritza espera un momento —dijo Valentino mientras sacaba su celular de su bolsillo, tengo que hacer una llamada, ¿puedes quedarte con Gis un momento?
—¿Y debes salir para hacer una llamada?
—Solo un minuto.
—Está bien, pero no demores, que ya me entusiasmé con la película y si demoras voy a ponerme triste y ya sabes cómo me pongo cuando estoy triste.
Valentino le ofreció una media sonrisa y salió.
—¿Ya está listo? — pregunto
—Sí, señor, ya está.
—Ok, entonces has el seguimiento, no quiero fallas.
—No las tendrá, confíe en mí.
—Pásame la información ni bien tengas los datos, ¿ok?
—Comprendido.
Valentino regreso a la sala.
—Ves no demore mucho, ya puedes irte y espero que la película tenga un buen final, porque de otra manera yo me pondré triste y no sabes cómo me pongo cuando tú estás triste, espero me cuentes los detalles de la película. — Valentino sonrió.
Poco tiempo después estaban padre e hija solos en la habitación.
—Papi, ¿mi mami porque se fue?
—¿Maritza?
—No, mi mami Luana, porque ella es mi mamá verdadera, ¿no?
Valentino se sorprendió al escucharla — ¿Quién te dijo eso?
La nena se quedó en silencio, no sabía si contárselo a su papá, tenía miedo de su reacción, pero era su papá y solo él podría protegerlos.
—Papi, lamento haberme escapado de la casa.
—No hijita, no te preocupes, todo está bien, pero no vuelvas a hacer algo así, ¿okey?
—Está bien papi, ¿vas a volver con Maritza?
#18376 en Novela romántica
#3433 en Joven Adulto
amor ayuda esperanza, depresion ansiedad dolor muerte, odio amor cáncer amistad
Editado: 16.02.2023