Rayos, mis piernas. Creo que el ejercicio no es lo mío.
Las caminatas de los días anteriores ya dieron efecto.
En este momento me encontraba en mi cama toda adolorida desparramada dentro de las mantas con mi camisón que me hacía ver una loca.
Pero como no todo dura mucho, alguien me quitó las sábanas que me tapaban de pies a cabeza.
- Despierta -misma voz, misma amargura.
- No -dije alargando la "o"- Además ¿Para qué?
- Ya es de madrugada.
- Eres un maniático -dije sin poder creerlo.
- Si no te levantas ahora te dejaré sin desayuno.
No contesté.
Se escucharon unos pasos y luego unas manos me cargaron como una bolsa de papas.
- Rag no seas malo, aún estoy en pillama -dije con los ojos cerrados.
- Calla -me dijo.
Se escucharon las exclamaciones de varias personas en el camino.
Claro, no todos los días se ve que un chico Dragón cargue a una humana en su hombro dentro de un castillo.
El sonido de unas puertas abriéndose me despertó.
Esto no es el comedor.
Abrí los ojos y me encontré que estábamos afuera del castillo.
El cielo aún se encontraba nublado.
- ¿Qué hacemos aquí?
- Tú que crees.
Ragnar me lanzó al cesped.
- ¡Maldición Ragnar!
- Prepárate -dijo entregándome una espada de madera.
- ¿Ah? -dije confundidísima.
- No repito dos veces.
Bufé y me puse de pié.
- Ponte en guardia -me indicó serio.
Hice la primera pose que se me vino a la mente mi torso inclinado un poco hacia adelante , los pies separados y con la espada enfrente.
- ¿Te crees rama o qué? -dijo Ragnar viéndome raro.
- ¿Y cómo diablos se hace? -espeté fastidiada.
- Así -se dirigió hacia mí.
Me acomodó las piernas dándome un golpe con la espada de madera.
- ¡Oye! -no solo me dolía todo y él con sus golpes.
Me inclinó la cadera un poco hacia abajo y los brazos un poco separados.
- No veo la diferencia -dije para molestarlo.
- Estas ciega entonces.
Se dirigió para posicionarse enfrente mía poniéndose en la misma postura.
- Ataca -ordenó de nuevo.
Yo solo corrí hacia él y levanté la espada para golpearlo.
Pero como todo profesor a alumno, me agarro las manos, me puso el pie para darme vuelta y dejarme tirada boca arriba.
- Primer error, nunca des el primer golpe.
- Ahg -me quejé aún tirada- No sé que me duele más, si mi cuerpo magullado o mi dignidad...No se me da bien los ataques.
- De eso se trata, de que mejores en el combate -se acercó a mí- Levanta -me extendió la mano.
- Creo que me quedaré aquí un poco más.
- No habrá comida.
Acepté la mano y le dí un golpe el la cara con la espada.
- ¡Ja! ¿Ahora quién es el descuidado? -dije con cara de maniática.
Él se tocó la barbilla.
- Tú -hizo el anterior ataque de dejarme tirada.
- Ahg, a este paso me quedaré sin un hueso.
- Levántate -ordenó.
Pasaron horas de entrenamiento y yo ya estaba tan cansada que sólo quería dormir.
- ¿Ya te cansaste? -preguntó irónicamente.
- Ah ¿Tú crees? -dije sarcástica- No sólo estoy agitada.
- No aguantas nada enana.
- Ahh -exclamé ofendida- Que tú seas un roba nubes no es mi problema -me crucé de brazos.
- Que tú seas una hormiga tampoco es mi problema -dijo acercándose a mí.
- Palmera.
- Duende.
- Escoba con extremidades.
- Pega pisos.
- Bambú.
- Pulga.
- Faro con...
Alguien se rió interrumpiendo.
- ¿Anciano?
- ¿Abuelo?
Ragnar y yo hablamos al mismo tiempo mirando los arbustos que estaban detras de nostros.
- Sí, sí, soy yo -dijo saliendo detras de un arbusto- Supe que estaban aquí y no quise interrumpir.
Bufé.
Hasta ahora me dí cuenta de lo pegados que estábamos Ragnar y yo cuando giré la cabeza a verlo.
Nuestras miradas se encontraron y pude admirar su cara, era tan atractiva, sus ojos hipnotizantes y esos labios tan atrayentes.
Nos separamos un poco para vernos, yo por mi parte estaba avergonzada.
¿Qué fue eso?
El anciano Yair se aclaró la garganta llamando mi atención.
- Así que ¿Vamos a desayunar? -nos preguntó alternando la mirada entre Rag y yo con una gran sonrisa plantada en la cara.
- Sí -Ragnar tosió un poco- Vamos.
- Buena idea -dije nerviosa.
- Por cierto -el anciano me vió- Cámbiate esa ropa niña, te ves horrible -me hizo una cara.
- Gracias por la sinceridad - ñdije sarcástica- Los veo en el comedor.
Me dirijí a mi habitación para cambiarme y bajar con Harold.
- De nuevo deje la ventana abierta -cuando llegué a ella entré y me bañé.
Una vez cambiada con el uniforme de ayer, sólo que sin la armadura porque el anciano no me dejó entrar con una y la tuve que dejar con el mismo herrero de ayer.
Salí con Harold en brazos hacia el comedor.
Llegué a las puertas de mi destino y diferentes personas se encontraban fuera de esta cuidándola.
- Hola -dije tímida por sus miradas calculadoras.
Como no me contestaron caminé hacia la puerta pero ellos se interpusieron.
- Retroceda, no está permitido que entre -dijo uno de estos.
- Pero... -no me dejaron hablar.
- No vuelva, los humanos asquerosos no se permiten aquí.
Auch.
- A Su Majestad no le gustará esto -dijo la misma chica que conocí ayer- Tratar a una persona así no es propio de un guardián.
Los caballeros solo bufaron con burla.
- ¿No me digas que esta humana es una invitada?
- ¿Qué, acaso no lo ves?
- Sí claro -se encaminaron hacia mí con las lanzas apuntandome.
- ¿Qué creen que hacen? -un chico alto, con cabello rubio castaño y ojos miel se acercó a nosotros- Están faltando el respeto a Su Majestad atacando a una invitada de él -habló con un tono de advertencia.
Los dos guardias nos miraron enojados.
Editado: 16.07.2021