Perfectamente imperfectos

12: Noticias inesperadas

 

Un mes después


 

Me desperté antes que sonora el despertador, bastante raro, siempre me despierto más tarde, así que me doy una ducha, lavo mis dientes y busco que ponerme para ir al instituto. Bajo las escaleras para ir a desayunar.


 

—Buenos días, niña—me saluda Clara con su habitual sonrisa.

 

—Buenos días—le respondo bostezando.

 

—¿No dormiste bien?—veo preocupación en su rostro.

 

—Es que anoche, me acosté tarde por estar estudiando—le explico, Clara trae el desayuno de siempre, que es huevo, pan tostado y mi vaso de jugo de naranja, pero algo tenía el día de hoy que no se me antoja para nada. Puse cara de asco cuando percibo el olor de los huevos.
 

—Están dañados estos huevos—le informó.

 

Clara se acerca y me mira bastante extrañada, como si ella supiera algo que yo desconozco. Veo la hora en mi celular y ya es tardísimo, Morgan no me podrá recoger, así que tendré que pedir un taxi.


 

—Hasta luego—me despido y en su rostro puedo ver confusión, al parecer todo está raro en esta casa hoy.

 

Llego al instituto a tiempo, así que me acerco a mi casillero para buscar mis libros, en eso veo entrar a Ansel, que al verme me sonríe y yo le devuelvo el gesto, si se preguntan qué pasó con nosotros después de aquella cita, pues no pasó nada, ninguno se acercó al otro, supongo que no queríamos nada serio, yo no me acerqué porque no quería involucrarme con eso de las relaciones y al parecer él tampoco. Así ya no nos peleamos como antes, hasta llego a pensar que nos evitamos. Salgo de mis pensamientos cuando escucho el timbre, y me dirijo a mi clase. Las primeras horas pasan rápido, por lo tanto, ya Estamos en receso, en la cafetería, en nuestra mesa de siempre.


 

—¿No te vas a comer eso?—me señala Caleb, el puré que tengo en mi bandeja.

 

—No, he estado indispuesta del estómago—toda la mañana me la he paso bastante mal, ciertos olores me molestan, la cabeza me está doliendo horrores, y ni hablar de estas náuseas que me están matando.

 

—Te ves mal amiga, ¿no quieres ir a la enfermería?—me pregunta Morgan, bastante preocupada.

 

—No, estoy bien, se me pasará—le digo para que no se preocupe, miro al frente y veo a Caleb bastante inquieto y a Morgan igual.

 

—¿A ustedes les pasa algo?, han estado actuando extraño durante días—las últimas semanas casi no había visto a Morgan porque siempre está ocupada, dice que está en casa de su abuela ayudándola a pintar unas paredes, bastante extraño porque su abuela es rica, podía contratar a alguien que hiciera eso por ella, y ni siquiera voy a hablar de Caleb, estás más ausente que otro cosa, no sale de fiesta, se queda en casa viendo películas, muy extraño teniendo en cuenta que él no puede dejar de usar a su amigo casi diario.


 

—Tenemos algo que decirte—escucho a Morgan hablar bastante nerviosa.

 

—No creo que sea el momento—dice Caleb mirándola con una ceja alzada.

 

Morgan iba a hablar, pero justo ahí sonó el timbre.

 

—Tenemos que irnos, nos toca educación física, y si llegamos tarde esa mujer nos mata—es más que obvio que nos odia después de semejante espectáculo que le dimos con aquella broma.

 

Ellos se miran entre sí y se levantan para irnos a clase.

 

—Muy bien chicos, le van a dar dos vueltas a la cancha—se escuchan las protestas de mis compañeros.

 

—Si se siguen quejando serán tres, así que empiecen ya—toca el silbato para que nos pongamos en marcha y eso hacemos.


 

—Señorita Hampson, a usted les toca tres vueltas—la miro con cara horrorizada.

 

—Pero es injusto, no he hecho nada para que usted me ponga a correr una vuelta más— trato de defenderme del abuso de esta maestra.

 

—Aquí las regalas las pongo yo y si digo que harás tres vueltas, eso harás—la maestra me mira con bastante odio, lo entiendo hasta yo odiaría a una alumna si me hiciera algo como lo que le hice.

 

Iba a protestar, cuando Morgan a mi lado me hace una seña para que deje las cosas así, le hice caso y me puse a correr, no vale la pena discutir, sé que eso me llevaría a la dirección y no quiero más problemas, ya faltan dos meses para la graduación, por lo tanto, no tendré que verle la cara a esa horrible maestra. Hace un calor de puta madre, el sol me está dando en la frente, ocasionado que ponga mis manos a la altura de mis ojos para poder ver mejor, ya le he dado una vuelta a la cancha, pero no podía seguir, me siento sofocada, no puedo respirar bien, tengo el corazón acelerado, pongo una mano en mi pecho, y otra en mi rodilla para poder descansar.

 

—HAMPSON SIN DESCANSOS—escuchó como me grita la maestra para que siga.


 

Y eso hago, me pongo a correr de nuevo, pero esta vez tengo que detenerme porque siento un fuerte mareo, que hace que ponga mis manos encima de mis rodillas, Dios, pero que me pasa, esto nunca me había pasado, no me gusta hacer ejercicios, pero de ahí a sentir que el corazón se me sale del pecho y marearme, es mucho pensé.


 

—Olivia, ¿está bien?, Estás toda pálida—Morgan se me acerca poniendo su mano en mi frente para ver si tengo temperatura.


 

—Seguro es porque no desayuné y no comí en receso—le digo para tratar de calmarla.

 

—Tenemos que ir a la enfermería—diciendo eso me agarra del brazo, me arrastra a la enfermería, me lleva aunque la maestra está gritando que solo estoy fingiendo para no correr.

 

En la enfermería me pusieron a oler un poco de alcohol, me tomaron la temperatura. Tome un vaso de agua y unas pastillas que me dio la enfermera. Luego de eso voy al baño para echarme un poco de agua en la cara, mientras lo hago me miro al espejo, estoy bastante pálida, si sigo así tendré que ir al hospital.


 



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En el texto hay: romace, polosopuestos, novela juvenil 18

Editado: 13.11.2024

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