Perfectamente imperfectos

22: Propuesta

Ansel Donovan


 

Miro por la ventana hacia la casa del frente y dejo escapar un suspiro que estará haciendo Olivia en estos momentos, no la he visto salir con su amiga como hacen por las tardes. No soy un psicópata que la observa siempre, pero se me hace imposible no quedarme viendo cuando sale con sus hermosos vestidos sueltos que ahora usa y que hacen que su pequeña pancita se le note. A decir verdad, me siento asustado y emocionado de que tendré una niña. Mi madre está vuelta loca con la noticia de que por fin va a llegar una niña a esta familia de puros hombres.

 

—Hermano, ya te perdimos—escucho decir a mi hermano que sale de la nada.

 

—No sé dé que hablas—Daniel vino a casa porque las cosas entre mis padres no está para nada bien, mi padre se fue de la casa hace como dos semanas y por supuesto mi madre la está pasando falta y yo más claro. Yo hice que este caos se desatara.

 

—No te hagas si cada vez que te encuentras con tu amada vecina loca das suspiros como adolescente enamorado, cierto que eso es lo que eres.

 

—Para que te lo voy a negar, Olivia me gusta más de lo que pensé—desde el día de la graduación no he podido olvidarme de aquel beso, fue maravilloso, eso hizo que algo hiciera clip en mí para terminar de darme cuenta de que ella siempre me ha gustado.

 

—Quien diría que te terminarías enganchado de aquella niña loca—Daniel me mira con una sonrisa.

 

—Hablamos luego—me despido de mi hermano y voy hacia la casa de enfrente, toco el timbre y la que me abre es la nana de Olivia.

 

—Muchacho, que bueno verte, le servirás de mucha ayuda a mi niña que se la ha pasado toda la tarde llorando.

 

—¿Le pasó algo al bebe?—pregunto muy preocupado.

 

—Gracias a Dios no, es que hoy sus mejores amigos partieron a la universidad y eso la dejo muy triste, no se ha querido levantar de la cama.

 

—No se preocupe que para eso estoy yo, como que me llamo Ansel Donovan, que la saca de la cama—diciendo esto subo las escaleras hacia su habitación, ni siquiera toco la puerta entro como si es mi cuarto. Y la veo sentada en el balcón del cuarto con la mirada perdida.

 

—No sabía que las demonias como tú lloraban—al escucharme se giró y me miro y en su rostro se nota que ha llorado bastante.

 

—Se puede saber qué haces en mi cuarto—fue lo único que me respondió.

 

—Alguien me contó que estás triste y vine a mejorar tu día porque claro todo lo que hago lo bien no crees—escucho un poco su risa y eso me dice que voy por buen camino.

 

—¿Y se puede saber cómo vas a mejorar este día de mierda?—se levanta de donde estaba sentada y viene hacia mí.

 

—Acabo de recordar que usted señorita me debe una apuesta, y vine a reclamarla—ella me ve bastante confundida hasta que se acuerda de que hablo.

 

—No estoy para citas ahora ni mucho menos ponerme linda para salir.

 

—Te puedes ir tal y como estás, no te llevaré a un lugar lujo.

 

—Aparte de idiota tacaño—dice cruzándose de brazos.

 

—No te responderé como te mereces porque estás triste, así que solo por hoy ganas—veo su sonrisa de satisfacción. Ya sé el sitio perfecto para llevarla, solo espero que le guste.


 


 

Olivia hampson


 

Me parece un poco tierno por parte de Ansel querer tratar de animarme, mi tristeza es porque hoy Morgan y Caleb se fueron a la universidad y me rompió el corazón verlos irse sé que ellos se verán más por su relación, tengo miedo de que hagan nuevos amigos y se olviden de su amiga que se tuvo que quedar porque metió la pata, y sumándole más a mi tristeza, hoy también yo tendría que partir a la universidad de solo pensar que no pude irme me produce una ansiedad que es bastante molesta y, ya que no puedo hacer otra cosa porque no puedo cambiar el distinto solo me queda llorar como niña pequeña.


 

Él está ahí parado esperando mi respuesta, no sé cómo este hombre se puede ver tan bien todos los días, como si no tuviera problemas porque él también tiene problema en su casa con su padre, pero se ve tan reluciente que me dan ganas de acariciarlo.

 

—Ya me observaste lo suficiente para responderme—su sonrisa de coqueto me hace querer besarlo.
 

—Bien, llévame a donde quieras, solo espero que sea interesante esta salida.


 

—Cariño, yo nunca fallo—diciendo esto sale de mi cuarto a toda velocidad y me grita que lo espere unos minutos. Entonces aprovechando y me arreglo un poco, triste pero siempre divina.

 

Bajo a la sala y lo veo entrar con una manta y una pequeña canasta y con una sonrisa bastante grande.

 

—Ahora si señorita, hora de irnos—me ofrece su brazo y rodando los ojos lo acepto.
 

Luego de unos minutos se hacia donde nos estamos dirigiendo.

 

—Es en serio.
 

—Qué mejor lugar, para tener nuestra cita improvisada, que en el lugar donde nos conocimos—me trajo al parque donde le rompí la nariz, aquí me traían mis padres hasta que me crucé con este niño que hizo, que no me llevaran más los domingos.


 

El lugar está fresco, hay algunos niños correteando por ahí, es de tarde y el parque se ve asombroso porque el cielo está naranja y las nubes resaltan, se está formando un lindo atardecer. Ansel me toma la mano para que reaccione y salga de mi ensoñación al ver al cielo. Ansel pone la manta sobre el césped y la pequeña canasta aún lado nos sentamos y él empieza a sacar helado y galletas de la canasta.


 

—Ya tenías todo esto planeado—le digo al ver que trae cosas deliciosas.

 

—Te lo juro que no, es Daniel que compra todas estas cosas cuando está en casa—aunque no lo diga se nota que extrañaba mucho a su hermano.


 

—Daniel todavía sigue aquí, pensé que ese espécimen se había ido—bromeó un poco.



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En el texto hay: romace, polosopuestos, novela juvenil 18

Editado: 13.11.2024

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