Hola, tú. Últimamente me he dedicado a escribir, a divagar, es algo usual, si me conoces, sabes que tiendo a hacerlo cuando planeo escapar.
Ésta noche quise hablar sobre el tiempo, sobre la vida, sobre lo frágil que puede llegar a ser esto.
Ya había hablado de esto con varias personas, lo estaba platicando con un perfecto extraño el otro día, pero no fue hasta hoy que decidí decírtelo.
Tenemos una perspectiva irreal sobre el tiempo. Tendemos a creer que tenemos todo el tiempo del mundo, que mañana podremos tener la oportunidad de realizar lo que no pudimos culminar hoy. Creemos que podemos postergar nuestros planes una semana, nuestras metas unos meses y los amores unos años.
Tenemos la errónea idea de que todo puede esperar. Pero éste último año he aprendido que ésta idea en particular, no es del todo cierta. Un día abracé a mi viejo y al otro día estaba llorando sobre su ataúd.
Él me enseñó algo de la peor manera: el tiempo no espera a nadie.
Podríamos seguir suponiendo muchas cosas sobre la vida. Podríamos asumir que mañana le diremos "Hola" a nuestros amigos, o le escribiremos un "Te quiero" en el cuaderno, a esa persona que de verdad nos importa. Puedes darle largas al asunto.
Puedes esperar. O, puedes simplemente dejar el miedo y vivir.
Corre, salta, disfruta. Corre el riesgo y dile que le quieres. Canta esa canción sin importar si desafinas. Baila con tu mejor amiga sin vergüenza a las miradas de desconocidos. Toma tu celular y mándale un mensaje, lo debe estar esperando.
Come ese chocolate y olvida la dieta. Llámalo, dile que lo sientes. Pídele disculpas a esa amiga que perdiste. Dile a tu mamá que vas a tratar de ser mejor. A tu papá que comprendes su carácter.
Lee ese libro que dejas a un lado. Roba un beso o dos.
Acepta lo que dicta tu corazón, él te dará las más grandes aventuras.