Perfume de venganza (cinco sentidos)

Capítulo 6

El barrio de Hongdae, con su atmósfera juvenil y vibrante, era el lugar perfecto para encuentros inesperados. Conocido por sus calles llenas de cafés, boutiques independientes y músicos callejeros, el lugar parecía siempre en movimiento. La cafetería Espresso Nostalgia, un rincón acogedor con paredes decoradas con fotografías vintage y una terraza cubierta de plantas, ofrecía un respiro del bullicio exterior. Era el tipo de lugar donde uno podía perderse en pensamientos o conversaciones profundas.

Esa tarde, Choi Soo-Ah había terminado una reunión en un estudio cercano. Vestía una blusa de seda color lavanda y pantalones negros de cintura alta que acentuaban su elegancia natural. Su cabello oscuro, recogido en un moño casual, resaltaba su rostro delicado y sus ojos oscuros siempre atentos. Necesitaba un momento para desconectar, así que decidió detenerse en su café favorito.

Sentado en una mesa al fondo, Han Eun-Soo hojeaba un libro mientras esperaba su café. Su estilo relajado, con una camisa blanca de lino y vaqueros oscuros, contrastaba con su porte seguro. Él era reservado, pero había algo magnético en su actitud tranquila. Cuando levantó la vista y vio a la chica entrando, no pudo evitar sonreír.

—No esperaba encontrarte aquí —dijo el chico al levantarse para saludarla.

—Tampoco yo —respondió ella con una sonrisa al sorprenderse de lo natural que se sentía al hablar con él.

Ambos tomaron una mesa junto a una ventana, desde donde se veía la calle llena de vida. La camarera trajo un latte para la muchacha y un americano para el hombre. La conversación comenzó de manera ligera, hablando sobre el clima y sus proyectos recientes, pero pronto tomaron un tono más personal.

—No te veo mucho por Hongdae —comentó Soo-Ah mientras removía su bebida.

—Intento evitar el bullicio, pero hoy necesitaba un cambio de aires —respondió él—. Y tú, ¿qué haces por aquí?

—Reuniones, como siempre. Aunque, siendo sincera, este es mi lugar de escape —admitió, observando cómo el sol comenzaba a teñir el cielo de tonos anaranjados.

El joven notó un atisbo de cansancio en su voz y decidió cambiar de tema para aligerar el ambiente:

—Hablando de escapes, ¿cómo te está yendo con Hye-Jin y Min-Jae? ¿Siguen lanzándose dagas con la mirada?

Ella rio con suavidad y contestó:

—No diría que son dagas, pero definitivamente no están intercambiando cumplidos. La tensión es palpable.

El chico se inclinó hacia adelante, interesado e inquirió en un susurro:

—¿Y tú? ¿Cómo llevas trabajar entre tanta electricidad estática?

Ella dudó por un momento antes de responder:

—Es complicado. Hye-Jin es una amiga cercana, y entiendo su resentimiento, pero también veo que Min-Jae no es el monstruo que ella imagina. Hay más de lo que parece, y creo que ambos están más conectados de lo que quieren admitir.

La charla fluyó con una facilidad sorprendente. Ambos comenzaron a compartir más de lo que normalmente harían con alguien del entorno profesional. Soo-Ah habló sobre cómo había llegado al mundo de la perfumería, no por tradición familiar, sino por una fascinación personal con las emociones que los aromas podían evocar.

—Cuando era niña, mi abuela solía hacerme oler hierbas y flores de su jardín, diciéndome que cada una tenía una historia. Creo que por eso los perfumes me fascinan tanto. Son como libros en una botella —explicó, mirando su taza como si en ella estuvieran los recuerdos de su infancia.

Eun-Soo, por su parte, confesó que inicialmente había estudiado química sin saber qué camino tomar, pero que terminó en la perfumería porque era una forma de combinar ciencia y arte.

—Me gusta pensar que cada fórmula es como una melodía. Cada nota tiene su lugar, pero juntas crean algo más grande, algo que puede tocar a las personas de maneras que ni siquiera entienden —comentó él con la mirada perdida en los ojos de ella.

La chica lo observó con atención, impresionada por su forma de ver el mundo y dijo:

—No lo había pensado de esa manera, pero tienes razón. ¿Eso es lo que te inspira a seguir en esto?

Él asintió y añadió:

—Aunque debo admitir que últimamente lo que más me inspira es... bueno, trabajar con personas que comparten esa pasión.

La joven sintió un leve calor en las mejillas.

Con el tiempo, la conversación se volvió más cómoda, casi íntima. Compartieron pequeñas anécdotas de sus vidas personales, sueños que no habían contado a nadie más, e incluso bromearon sobre la situación entre Hye-Jin y Min-Jae.

—¿Crees que alguna vez dejarán de pelear? —preguntó ella, con una sonrisa divertida.

—Tal vez, pero solo si alguien logra encerrarlos en un cuarto hasta que resuelvan sus problemas —bromeó él.

La risa que compartieron resonó en el café, atrayendo algunas miradas curiosas de otros clientes. Sin embargo, ninguno de los dos parecía notarlo.

Cuando el sol comenzó a ponerse, tiñendo el interior del café con una cálida luz dorada, ambos se dieron cuenta de que habían pasado horas hablando.

—Creo que deberíamos regresar —dijo ella, aunque su tono mostraba cierta reticencia.




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