Perfume: La historia de una amor

Sospecha

Al día siguiente de la salida con Mike, Nanaba tuvo que regresar a su triste realidad e ir con su padre a una comida organizada por la familia Jaeger en su horrible y exageradamente enorme mansión, pero esta vez contaba con una ayuda del hombre que amaba, el perfume hecho con su olor. El cual  parecía funcionar, ya que ni Eren ni Grisha se atrevieron a acercársele.

Desgraciadamente, no eran los únicos incomodos con su olor.

-Hija, te dije que te dieras un baño antes de venir, tu olor no es agradable en lo más mínimo- le regaño su padre en un susurro cuando estaban por ir al jardín a beber el té.

-Si me bañe, padre- respondió Nanaba algo frustrada- Mi nana me ayudo, también me aplique mi mejor perfume, aunque es inútil porque no percibo ningún olor.

-Tal vez tú no, pero los demás si, así que toma esto- le dio un ramo de flores que agarro de uno de los tantos jarrones que estaban en la sala- Ponlas dentro de tu vestido, eso hará que huelas menos desagradable, y que sea rápido- dicho esto último el señor Antoine camino hacia la salida donde ya estaban los Jaeger sentados.

-Sí, claro que lo hare- susurro Nanaba en tono sarcástico para luego regresar las flores al jarrón.

-¿Quieres un consejo, bonita?- escucho una voz detrás suyo, lo cual la asusto un poco, por lo que decidio voltear, encontrándose con una mujer de contextura delgada, estatura media, tez blanca y cabello rubio corto; que llevaba puesto un vestido de sirvienta y cargaba una charola con tazas y una tetera humeante.

-Amm… ¿Disculpé?- fue todo lo que dijo Nanaba, todas las sirvientas de esa casa nunca levantaban la mirada y eran muy tímidas, pero aquella mujer le hablaba con demasiada confianza.

- No necesitas fingir conmigo, cualquier chica en su sano juicio haría un pacto con el diablo antes de querer formar parte de esta familia, que en vez de hombres tiene a ese par de cerdos de mierda.

-…- Nanaba no dijo nada ante eso, se sentía descubierta.

-No sé qué hiciste, pero sea lo que haya sido, no dejes de hacerlo, no creo que quieras sentir como esos imbéciles te quieres meter mano debajo de la mesa- comento antes de caminar hasta estar a un costado de Nanaba- Y descuida, no diré nada- le guiño un ojo y continuo su camino hasta la mesa, donde hizo una reverencia antes de servir el té.

Nanaba se quedó de piedra uno segundos, ¿qué había sido todo eso?, descontando a su nana, ninguna sirvienta se tomaba tanta confianza con ella, al principio le incomodo pero luego lo pensó mejor y podría considerarla una aliada en aquella casa de locos, ya que al parecer no escondía para nada su desprecio ante los Jaeger, a diferencia de las demás sirvientas que los miraban con miedo y a veces temblaban cuando estaban cerca de alguno de ellos. Por lo que decidió seguir su consejo.

Cada día que tenía que reunirse con los Jaeger para hablar de los planes de su boda, se aplicaba más perfume del que le recomendó Mike.

Para su mala suerte, esto colmo la paciencia de su padre.

-¡Es suficiente! ¡No sales de esa tina hasta que ese nauseabundo olor desaparezca de tu cuerpo, y no me importa si debes de estar ahí todo el día!

-Peor padre…

-¡Sin peros! ¡Iré a buscar a ese tal Zacharius, si es tan buen perfumista como dicen, debe de tener algo para poder ocultar ese olor tuyo!- dicho esto ultimo salió de la habitación del baño, cerrando la puerta de un golpe en muestra de su frustración.

Una vez solas, Nnaaba y su nana se mataron de la risa.

-Es increíble lo que puede hacer ese pequeño frasco de perfume-decía su nana- Yo no huelo nada raro en ti, mi niña.

-Mike dijo que solo funciona en el sexo opuesto, es atrayente solo para el hombre que es mi pareja pero un asco total para los demás hombres- explicó Nanaba

-Me alegra saberlo, así puedo estar tranquila cada vez que vayas a esa horrible mansión con esos degenerados- la anciana comenzó a frotar su espalda.

-Nana, ¿está todo bien?- Nanaba  noto algo de preocupación en su voz.

La anciana dio un suspiro antes de hablar.

-Mi niña, hay algo importante de lo que debemos hablar- dejo de frotar su espalda y la sostuvo de los hombros.

-¿Qué sucede?- Nanaba dio la vuelta para ver a la anciana a los ojos

-Seré directa, hace poco tu padre me comentó sobre los detalles de tu boda, dijo que quería que fueras la novia más hermosa de todo Paris y Grace, así que…

-No me digas que…

-Sí, quiere que uses el vestido de novia de tu madre.

Nanaba palideció al escuchar eso.

-¡No puede hacer eso! ¡Nunca usaría ese vestido, menos para casarme con ese imbécil!

-Créeme, mi niña, nunca lo he visto hablar más en serio.

-Hay que hacer algo- Nanaba se puso de pie y salió de la bañera- Debo de esconder ese vestido en alguna parte, así extenderemos la fecha de la boda- se colocó una bata.

-Mi niña, por favor, cálmate, él sabe que te negarías a usarlo, así que mando a varias sirvientas a que lo cuidaran para que no atentaras contra él.

-¿No podemos hacer nada?- preguntó mientras volteaba a verla.

-Sí, la única opción, pero no creo que te guste.

-Te refieres a… ¿romperlo?- le daba escalofríos el solo pensarlo.

-Lo siento, mi niña, es la única opción.

Nanaba solo agacho la cabeza, desde la muerte de su madre, todas las cosas materiales que dejo en vida fueron su único recuerdo, su maquillaje, sus perfumes, su cepillo para el cabello, la pintura que retrataba cuando se casó con su padre, todos sus vestidos y en especial su vestido de novia. A veces cuando era niña, se escabullía para agarrar uno de los tantos vestidos, y dormía envuelta a ellos porque así sentía que su madre la abrazaba, pero cuando su padre lo descubrió, encerró todo bajo llave por no quería que dañara alguna pertenencia; cuidaba todas sus cosas como si fueran un tesoro muy valioso, aunque lo eran en lo sentimental, tanto para el como para ella.



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En el texto hay: romance drama accion

Editado: 31.10.2023

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