Capítulo 2

—Las reuniones de ToMan se llevan a cabo en este punto, y claro que es un secreto —dijo Draken con paciencia.

—En sus “reuniones secretas” se dan cuenta de que gritan, ¿Verdad? —preguntó ese chico con obviedad—. Cualquiera a kilómetros sabe quienes se juntan aquí.

—Los otros pandilleros no —aseguró Chifuyu.

—Claro que si, cualquiera con dos dedos de frente, se da cuenta de que un grupo, que parece una secta, se reúne aquí —aclaró perdiendo la paciencia.

—Midori, cálmate —pidió Shion, algo preocupado.

—No, no es justo que te traten como un traidor por revelar algo que no es un maldito secreto —aclaró el más pequeño.

—Estás equivocado —dijo Mikey desafiante.

—Claro que no. Cualquiera sabe que un grupo de gente que grita “ToMan, ToMan” en medio de la noche, o son fanáticos religiosos o un grupo de gente rara, sin mencionar que llegan en motos, más claro no puede ser —aseguró—. Así que no pueden hacer eso, esto no es un maldito secreto.

Esa actitud sorprendió a Mikey, quien se acercó al chico, para poder quedarse frente a frente con él. La rapidez en que el rubio se acercó realmente asustó al castaño, pero aun así, se quedó firme en su lugar, fijando sus ojos en el rubio que tenía al frente; ninguno de los dos planeaban dar marchas atrás.

—Mikey/Midori —llamaron al unísono Takemicchi, Draken y Shion.

—¿Acaso sabes quien soy? —preguntó el rubio con cierto tono amenazante.

—No, y posiblemente no me importe —contestó, y ante esa clara falta de respeto a su comandante, Shion se vio obligado a intervenir.

—¡Ah! —gritó Mikey listo para soltar un golpe a ese castaño.

—¡Espere, Comandante! ¡Midori no sabe quién es realmente usted! —dijo rápido, poniéndose al frente de su amigo, quien lo miró confundido.

—¿Qué? ¿Por qué le dices comandante a ese rubio? —preguntó.

—Tú. Realmente no sabes quiénes somos, ¿Verdad? —preguntó Draken y Midori asintió confundido.

El silencio reinó por unos segundos, los altos mandos de la ToMan estaban analizando la situación, así que el primero en reaccionar fue Takemicchi, quien había entendido todo.

—¿Eso quiere decir que no eres consciente de lo que ocurre? —preguntó provocando que el castaño arrugara el entrecejo, intentando hacer mecha de toda su paciencia.

—Si, eso es evidente —dijo con frustración—. Shion, ¿Puedes por favor ser la luz al final del túnel?

—Claro, el chico rubio alto con tatuaje de Dragón en la cien —empezó a explicarle sabiendo que debía comenzar con la persona más llamativa—. Es el subcomandante de toda la pandilla —y al ver la cara confundida de su amigo, supo que debía simplificar su explicación—. Es el segundo al mando, su nombre es Ryuguji Ken, pero le dicen Draken —pero Midori solo le dedicó una mirada aburrida—. Ya entendí, pero escúchame, la pandilla tiene cinco divisiones con sus respectivos capitanes, y subcapitanes, la primera división, a la que yo pertenezco, el capitán se llama Baji Keisuke y el subcapitán se llama Matsuno Chifuyu, la segunda división tiene… —por más que se esforzó en su explicación, sabía que su amigo lo olvidaría una vez salieran de aquella situación—. Y el líder de toda la pandilla, es el comandante, Manjiro Sano, mejor conocido como Mikey, o “El invencible Mikey” —explicó—. Es el chico rubio frente a ti.

—¿Ahora lo entiendes? —preguntó Mikey, viendo al castaño de ojos color vino.

—Si tú eres el líder —dijo tranquilo—. Entonces deberías saber que estás siendo injusto, y también retirar tus acusaciones falsas. Ya se demostró que no soy un peligro, por ende todo esto es para nada. Perdemos  tiempo. 

—Eres un chico muy extraño —contestó sorprendido Mikey, pues no esperaba esa actitud desafiante en alguien de esa estatura—. Pero está bien, no eres un peligro como tú dices, así que ambos pueden irse.

—Gracias, comandante —dijo haciendo una reverencia.

—Ya escuchaste, vámonos, Shion —dijo Midori tranquilo mientras se ponía en marcha, siendo seguido por su amigo, quien estaba algo avergonzado.

Pero ese fue el inicio de algo, que Midori no podía controlar.