Se le nubló la vista.
Abrió los ojos de golpe. Se encontraba en lo que parecía ser un hotel, todas las personas parecían sonámbulas, controladas. Iban en fila. Tuvo un mal presentimiento así que trató de no llamar la atención, giró poco a poco su cabeza para ver mejor a los que andaban por ahí. Una señora que pasó al frente tenía los ojos raros, si vió bien se trataban de unas pupilas contraídas verticalmente, en seguida, una lengua bífida llamó toda su atención. Reptilianos. Eran reptilianos.
Las ganas de salir se presentaron de una manera brusca. Quería correr, era un miedo que jamás había sentido. Lo mejor que podía hacer era actuar, hasta encontrar una salida.
De un momento a otro, todos los presentes danzaron en fila india hacia una dirección en concreto, por lo que se unió a la fila. Veía que todos sacaban la lengua de vez en cuando así que hizo lo mismo. Subieron dos pisos hasta que se paró la fila. Posteriormente, avanzó. Veía que a todos se les asignaba una habitación de las del hotel, todos en orden.
Cuando le tocó dirigirse a su habitación sacó la lengua por impulso. El reptiliano cerca de ella la observó, sacó la lengua y fue directo hacia ella.
Rápido entró en su cuarto y trató de cerrar, no fue que más tarde se percató de que la puerta no alcanzaba la pared, no cerraba así que abrió la puerta del baño que estaba al lado y la puso enfrente. Mientras tanto todos los reptilianos se centraron en esta, tratando de abrirse paso.
En el otro extremo de la habitación, otra puerta, el doble de grande, estaba abierta, trotó para cerrarla pero no se podía, esta estaba más despegada que la otra, además que no había con que cerrarla. Que lugar era ese como para que las puertas no alcanzaran su cerradura.
Abrió y corrió hacia arriba.
Corrió tan rápido como pudo en dirección a las escaleras, de vez en cuando veía hacia atrás. Un sonido estruendoso resonó abajo, volteo rápidamente pero ya no estaba en el hotel, era ahora una especie de castillo. Donde estaba había una ventana, que daba hacia la oscuridad infinita.
Solo eran escaleras, no había ni piso ni muebles, solo escaleras.
Otro ruido se presentó, se asomó por en medio de estas por si había alguien y efectivamente, se trataba de una persona, por el brazo que alcanzó a ver antes de que esta empezara a subir. Su respiración se agitó, más que nada porque la estaban siguiendo y el temor de que podrían hacerle. Subió y subió, parecía no tener fin...o más bien parecía que no avanzaba, aunque los pasos del otro se escuchaban cada vez más cerca. Aceleró el paso, casi corriendo hasta llegar a una especie de terraza, toda oscura, tenebrosa, sin techo. Dió la vuelta para cerrar. Del sonido de las escaleras crujiendo dio paso a uno más fuerte, como el de un tambor grave.
La sombra, ya perceptible en la puerta, se alargaba..2 metros, 3 metros…de un color gris a uno negro. No había cuerpo visible, solo sombra. Se le taparon los oídos, sentía las palpitaciones de su corazón en los oídos junto a una mezcla de respiración agitada y punzadas de cabeza en los costados de la frente.
Se desmayó.
De qué sirve correr ante tus pesadillas si todavía te siguen atormentando, de nada, por supuesto. Se necesita destruirlas, matarlas desde su raíz pero antes se debe mirar cara a cara y retar, demostrar que no hay más miedo. Así llegará la paz, o tal vez.