Pétalos.

Capítulo 14.

El corazón de Michael latía como nunca, se encontraba en el mismo dilema que semanas atrás: estaba frente a la puerta de Chris, mordiendo su labio inferior, peleando consigo mismo sobre si debía tocar el timbre o no, y llegó a la misma conclusión que la vez anterior: ya había llegado hasta ahí.

Había sido una semana espantosa desde su última pelea con Chris, ni siquiera quería pensar en eso... Estaba faltando a la escuela, casi ni podía salir de la casa, Arthur no lo dejaba hacer nada. Ni siquiera podía pensar o llorar en paz, pues Arthur sabía todo, no había un sólo día en que no sufriera sus maltratos. No sabía ni siquiera cómo había escapado hacía escasos minutos, se vio solo y no dudó en echarse a correr tan rápido como pudo.

Ya tenía meses planeando lo que iba a hacer, pero dos mensajes que recibió ese día le dieron el valor que le hacía falta.

Uno era de Jesse, quien nunca lo había mensajeado antes, se lo envió en plena madrugada y dijo:

"Amigo, tienes que dejarte de estupideces, Christopher está mal, tienes que hacer algo por él antes de que sea peor.

P.D: si le cuentas a Chris o a cualquier persona que te envié este mensaje, te mato."

Había sentido mucha culpa al leerlo, sabía que Chris estaba mal y sabía que era por él...

Sentía mucha ira todo el tiempo, sólo quería... destrozar algo. El otro día casi destroza su propia mano contra la pared de su habitación. Estaba tan triste que golpeó la pared con sus nudillos, y luego otra vez, y otra y otra vez hasta que perdió el conocimiento, hasta que perdió mucha sangre.

Al día siguiente despertó en la mañana pensando que lo había soñado, sus nudillos estaban perfectamente bien, como si nada. Se sintió un poco aliviado por eso, de no ser por las manchas de sangre en su ropa y la pared. Arthur nunca comentó nada sobre eso, pero sabía que había sido él quien lo curó, no sabía cómo, ni quería saberlo, pero fue Arthur.

En fin, después de ese mensaje había corrido, literalmente, a ver si Chris estaba en su casa, se ocultó tras un arbusto a esperar que saliera, y lo hizo al mediodía. Y luego recibió otro mensaje:

"Michael, soy Christopher, aunque seguramente ya lo sabías... Bueno, hay muchas cosas que me gustaría decirte, pero no quieres verme, así que... He estado muy perdido estos días sin ti, ahora mismo estoy yendo a desintoxicarme y luego de eso dejaré de hacer estupideces... Nunca dejo de pensar en ti, por favor vuelve, he estado escribiendo nuevos poemas para ti, tal vez ahora sí te gusten y no tengas que tirarlos... Bueno, en fin, si lees esto... llámame si quieres."

Eso había sido empezada la tarde y ya era de noche, y Michael seguía ahí, Chris no volvía desde entonces.

Michael repitió por milésima vez en su cabeza que ya estaba ahí, no había marcha atrás, debía hacerlo... Tocó el timbre con manos temblorosas y se aferró al suéter de Chris que colgaba en su brazo —también había ido a devolverlo.

Segundos después se abrió la puerta frente a él, y no pudo sentirse más aliviado de ver quién estaba tras ella: era el padre de Chris, pero no el aterrador, era el amable, que le agradaba mucho.

Sonrió dulcemente al ver a Michael, y Michael también se permitió sonreír levemente al verlo.

—¡Mikey, me alegra mucho verte! Hacía tiempo que no te veía por aquí. Chrisy no está, salió en la tarde, pero ya no debe tardar, puedes pasar a esperarlo en su cuarto si quieres —ofreció felizmente, y Michael entró sin dudarlo.

Sintió nostalgia al escuchar aquel apodo "Chrisy", sabía lo mucho que Christopher lo odiaba, pero así lo llamaba su padre siempre.

El padre de Chris era un hombre bastante amable y cariñoso, pero su otro padre era completamente diferente; sin embargo, Chris se entendía mejor con su padre aterrador...

Michael no pudo evitar recordar a Arthur cuando miró de reojo al mayor recogiendo la mesa, al parecer acababa de cenar. Tenía el mismo cabello negro y ojos azules, aunque los de Arthur eran fríos y grisáceos, los del señor eran como el cielo, y muy cálidos.

Michael terminó de pasar y colocó el suéter de su Chris sobre el sofá, lo miró con tristeza como si se estuviera despidiendo de él, y habló:

—Eh... Yo... —empezó, llamando la atención del hombre—. En realidad venía a hablar con usted. Es importante.

Vio como el ceño del mayor se preocupaba. Aún llevaba su traje con el que iba al trabajo, sin la corbata, y su cabello estaba arreglado.

—Sí, dime.

—Bu-bueno, quería hablarle sobre Chri-Christopher —dijo nervioso, sus manos empezaban a sudar y ya no se sentía tan seguro sobre eso...

Él asintió, y fue a sentarse junto a Michael en el sofá. Mikey estaba sonrojado y tenía la cabeza gacha, ¿cómo iba a decirle eso al padre de su amigo —si es que aún lo podía llamar así—?

—Él... No sé si lo sabe, pero él ha estado... metiéndose en problemas...

—Michael, cuentame rápido, me estás asustando... ¿Es grave?

Michael mordió su labio con fuerza y sintió su taquicardia incrementar, ¿cómo se le dice a un padre que su bebé consume drogas?

—Me cuesta mucho decirlo... —murmuró como si estuviera a punto de llorar.

El aire volvió a los pulmones de Michael cuando sintió una mano acariciar su espalda en consuelo. Le recordó a su Chris, por supuesto, de alguien había tenido que aprender a ser lo cariñoso que es.

—Chris está consumiendo drogas.

Lo dijo, rápido y sin rodeos. Pensó que decir esas palabras lo mataría, pero estaba bien —en lo que cabía—. Sólo estaba muy asustado, y no sabía si sería capás de mirar a la cara al hombre frente a él de nuevo.

Sin embargo, lo hizo, con mucha fuerza de voluntad y temor de lo que vería. Sólo vio una expresión preocupada, pero seria, un brillo de decepción y desconcierto.

—Oh —dijo—. Yo... Pensé que no lo hacía más.

Michael fue quien lo miró confundido esta vez, se sintió desconcertado y ligeramente decepcionado, como el mayor.



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En el texto hay: fantasmas, amor lgbt, angst

Editado: 20.09.2020

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