Recuerdo Escuchar cada tecla del piano, me hablaba de tierras maravillosas al otro lado del mundo, donde las sirenas pueden amar, y su canto puede ser tan perfecto que desearas morir solo para volver a escucharlo... solo para volver a quemarte con su lirica...
Pero entonces escuchaba que el tiempo me susurraba, me gritaba fuerte en mi conciencia, siseando realidades distintas, siseando que la mejor forma de respirar seria sentir la sangre entre mis dedos... y ahí estabas pequeña hada engañándolos con fantasías que yo creía ciertas, que aun pueden ser creíbles.
Sentía que podía lanzarme de la torre más alta, no sabía si correr a la izquierda, volar contigo a nunca jamás, o ver la tan desaliñada vida... tan pobre y triste, porque papá gritaba sobre ubicarme en tiempo y en espacio, Tinker bell cantaba sobre vivir por siempre en mares lejanos y aquellos fantasmas... aquellas flores marchitas... aquellos números eternos me decían que la vida era un ancla, un peso que podía arrastrarte hasta el fondo del universo, donde reinan los silencios... aquellos espacios en blanco que a pesar de ser transparentes pueden gruñir tan lento, que demolerán tus sentidos hasta matarte y no podía permitir que nadie viviera tal infierno.
Fue donde temía vivir por siempre, nadie podía disfrutar una vida esplendida, tenía que acabarlos para así poder salvarlos...
Me aterraba que Tinker bell deseara tal calamidad y al mismo tiempo no quería dejar de respirar cada mañana... La confusión controlaba mis insomnios cada noche, consumiéndome de una forma intensa que me sacudía de un lado a otro... así como las olas chocan contra las rocas de un océano enfurecido, así como la hoja de un árbol cayendo al vacio... me deje guiar a la destrucción.
-¿Este mundo de magia es real Hailey? Porque aquella ardilla muerta de allá me explica que en realidad no existe.
-Es totalmente real Peter, tan real que duele...
Y si dolía... quemaba tanto mi conciencia que podía dibujar a una pequeña de seis años ahogándose en tantas lagrimas saladas, llorando por algo que no entendía, sufriendo por una perdida que no asimilaba... pero lo único que tenía claro era la culpa, siempre fue mi culpa a pesar de tanta ilusión y fantasía, ella sabía que era mi pecado y disfrazaba mi realidad para no recordar, se mentía a ella misma para no sufrir y confundía mi mente para no despertar al monstruo que llevaba dentro.
Y aunque la cordura fuera de a ratos, siempre volvíamos al mismo circulo vicioso.