En una mañana lluviosa, en un bosque, una Piedra iba transitando su paseo, pero de pronto se frena, quedando parada, porque no podía seguir avanzando por su trayecto ya que el sendero se encontraba cubierto de agua, así que el Papel gigante se acercó a la Piedra mediana, envolviéndola, voló hacia el otro lado, ayudándola a cruzar el camino con el viento a favor, luego de eso, había una Tijera pequeña que estaba a punto de ser destruida en la calle por un camión que la iba a pasar por encima, por fortuna de ella, la Piedra llegó a salvarla, cubriéndola como escudo, posicionándose en forna puntiaguda y filosa, lo que daría lugar a que como consecuencia de tal causa posible, la rueda del camión fuera pinchada, desvíando del camino al camión; por último lugar, el Papel caminaba solo sobre una vereda; mientras el caminaba apareció volando un insecto hambriento, con una cicatriz en la cara de haber peleado antes contra otros como el, lo atrapó al papel; justo cuando iba a ser comido, vino la Tijera corriendo y lo tajeó al insecto, por tal motivo este se fue herido del lugar.
Después de tantos sucesos, los tres unidos por diferentes problemas o situaciones, le hicieron frente a algo aún mayor; ellos mismos, el Papel le dijo a la Tijera que ella debería relacionarse más con la gente, para no ser tan cortante, para ser más social; la Tijera le dijo a la Piedra que es fuerte, dura, de gran resistencia, pero pesada, que debe ser más ágil, más rápida; la Piedra le dijo al Papel que es ligero, pero tiene que ser más rudo, menos suave, menos inocente. A lo que los tres decidieron llevarlo a cabo por un mes, una vez pasado el mes, molestos por lo que habían hecho y dicho, se dieron cuenta que perdieron el tiempo ocupándose de cambiar, lo cual se volvieron a juntar entre ellos, reuniéndose, como resultado final acordaron que cuesta mucho cambiar de un día al otro, todo requiere esfuerzo, condiciones, recursos; aunque haya posibilidades de mejorar todo lleva dedicación, pasión, práctica, sobre todo tiempo, que cada uno es como es, que no van a reemplazar su personalidad porque esté de moda hacerlo, o porque alguien les diga que hay que sustituir la forma de pensar o de ser, o cambiar por querer agradar a alguien; por lo tanto, la Piedra, la Tijera y el Papel, decidieron aceptar sus diferencias, queriéndose como son; con el tiempo se fueron conociendo; forjando una gran amistad.