Piedras Preciosas - Volumen I

Capítulo XXVI: Un desconocido, un Viejo amigo.

Iker Denaro

Habían pasado algunos días y la prensa ya no nos perseguía; ya no estaba afuera del restaurante de las chicas, y ellas habían podido seguir con sus agendas. Un viaje a Italia me había mantenido ocupado, haciendo lo posible por no irme, o tratando de que Esmeralda fuera conmigo.

— Serán tres días —, dije mientras la seguía por la casa. Ella estaba leyendo un libro de cocina. – Tendré dos juntas, estaremos en la casa de mi familia, podrías conocer y pasearemos, volvemos antes de la quincena –. Ella se me quedó viendo, se me acercó y besó mis labios. Odiaba que hiciera eso, me hacía decir que sí a todo. – Por favor. –

— Lo siento, pero sabes que mi respuesta es no —, subía la escalera. – No es que no quiera, la verdad, si me gustarían unas vacaciones, pero tengo un compromiso el 14 por la tarde, y he descuidado demasiado mi cocina. Este es el periodo en el que hacemos un cambio de menú y tengo que apoyar a las chicas –. Sabía que su excusa era válida.

— ¿Qué debes hacer el 14 por la tarde? —, pregunté. Eso no me lo había dicho.

— Un evento de Zafiro, todos los años asistimos —, asentí.

Pronto me rendí; sabía que Esmeralda no daría su brazo a torcer. Mi viaje comenzó un jueves, y estaba algo reacio a irme solo, pero ella me acompañó hasta el aeropuerto, de esa forma me dejó más tranquilo. Decidí concentrarme en los negocios; debía reunirme con algunos abogados, por lo que mi hermano me acompañaba durante el viaje. Mi padre se había ido algunos días antes, a una reunión general, junto a algunos clientes, en donde había sido solicitado, lo obligó a viajar.

El primer día en Italia fue ajetreado. Recibimos a muchas visitas en la casa familiar, mientras que en las oficinas del lugar reunimos a algunos de nuestros proveedores. Las fábricas estaban dentro de nuestra propiedad y los desarrolladores vivían allí mismo. Por lo tanto, avanzada la tarde, nos dedicamos a recorrer las instalaciones.

Probamos algunas armas de corto alcance nuevas. No producimos más grandes que un lanzagranadas por un tema de comercialización. Desde los años 80, para ese tipo de armas, era más complicado tanto en inscripción, comercialización y legalidades.

— Pensé que mi nuera nos acompañaría —, dijo mi padre llegando a nuestro lado. Estábamos probando un arma especial diseñada para la familia. – ¿Pasó algo? Porque luego de lo que pasó con la prensa no los he visto mucho. –

— Nos hemos quedado en casa, nos estamos acostumbrando el uno al otro —, sonreíamos; estábamos tomando nuestra relación maduramente. – Si seguimos así, creo que pronto viviremos juntos, o por lo menos eso espero. –

— La cuñada es de armas tomar —, de pronto la voz de Franko nos sorprendió. – No tenía idea de que fueran conocidas en los barrios bajos –, canturreó mientras saludaba a mi padre y luego se me acercaba. – Compran sus armas, tienen a su gente preparada y armada, que no es menor –, mi padre asintió ante unas fotografías que mi primo le entregó.

— Le gusta el armamento pesado —, mi padre estaba sorprendido, cosa que hizo que me acercara a ver. 

Mi primo había traído una investigación, dijo que lo había hecho por lo que estaba pasando entre mi hermano y la amiga de Esmeralda, Rubí. Me puse a leer y vi que ellas habían ayudado a bastante gente del mundo bajo, extranjero, incluso gente que había escapado de la trata de blancas, todo con su restaurante. Ahora es que me doy cuenta de por qué su gente les es tan fiel.

Se veía jodidamente sexy con un arma en la mano, unas fotografías en donde las cuatro chicas estaban en un campo de tiro riendo. Estaban acompañadas de dos hombres; uno era el gorila que siempre estaba con ellas, pero al otro no lo conocía. Había varias fotografías en donde los seis se veían muy cercanos.

De pronto algo removió mi cabeza. Respiré profundo; había algo que me molestaba, algo que no estaba bien. Seguí el día con esa sensación. Por la tarde llamé a Esmeralda y me contó qué había pasado un día fantástico. Ella siempre me hablaba de todo, pero en ningún momento mencionó a alguien en especial. Eso me dejaba tranquilo. Ella era una de las mujeres más transparentes que había conocido, pero una vez que cortamos la llamada, mi duda se hizo más fuerte.

Fue una de las peores noches que había podido pasar en mi vida. Lamentablemente, el día tampoco amaneció pintando pájaros en el aire. Una reunión con algunos empresarios rusos trajo al padre de Milenka, Víctor Petrov, quien, luego de que la reunión terminara, siendo beneficiosa para nuestra empresa, me pidió una cita. Estoy casi seguro de lo que él quiere hablar conmigo.

— Ya no soy el joven que era hace algunos años, no soy el hombre que fui, — comenzó diciendo. Últimamente, se veía más acabado de lo que muchos hombres de su edad estaban. — Sabes muy bien que comencé con tu padre cuando a los dos se nos pasó el cargo de jefes de familia. — Asentí; tal como él decía, las líneas de nuestra empresa siempre han seguido las líneas familiares. – Así como esperaba que en algún momento mi difunto hijo tomara mi puesto, como tú, junto a Franko, tomaron el puesto familiar. Ahora solo me queda anhelar que Vitali sea lo suficientemente fuerte, astuto e inteligente para llevar las dos partes de la empresa. – Suspiró y bebió algo de agua. – Pero eso no es de lo que hoy vine a hablar contigo. Yo vengo porque quiero saber qué pasa entre mi hija y tú. Por lo que yo sabía, ustedes tenían un noviazgo, pero ahora me enteré de que tú estás saliendo con otra mujer. – 

– Estoy casado con alguien más – quise aclarar enseguida – la relación que yo tenía con Milenka, con todo el respeto que le debo a usted, terminó hace más de cuatro años, ella lo sabe, yo se lo he dejado claro cada vez que puedo, incluso la última vez que estuvimos juntos, los dos estábamos ebrios y aun así luego le aclaré que sus sentimientos no eran correspondidos – se pasó la mano por el rostro.



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En el texto hay: mafia, matrimonio, diferenciadeedad

Editado: 05.03.2024

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