Esmeralda
Habían pasado dos días desde que mi hermano se había ido de viaje. Estábamos full entre el trabajo de la pastelería y el restaurante. Sin Diamante, Rubí era quien se encargaba de la administración, por lo que la organización estaba a la orden del día. Por lo menos habíamos llegado a un acuerdo y podríamos tomarnos uno o dos días libre a la semana. Sonreí cuando vi a Massimo entrar al restaurante, enseguida se sentó en la barra y su novia lo salió a recibir.
Rubí y Massimo eran oficialmente novios, no todos estaban contentos con esta relación, pero nada se podía hacer. Era la primera vez que la veía cómoda al lado de un hombre que no fuera Vodka, Darío o mi hermano. Incluso con mi padre, Rogelio, solo lograba tolerar su presencia. Se llevaban bien, pero no le gustaba que la tocaran y mi padre era un hombre muy cariñoso.
De pronto, los tortolitos se me quedaron viendo. Para mi sorpresa, Massimo venía en su papel de abogado a notificarme sobre la demanda de divorcio que había puesto Iker. Solté un suspiro – se había demorado – susurré y le firmé la notificación. Dejé la carta en el mesón y poco antes de tener que irme del local, pasé por ella, aprovechando de despedirme de ellos, quienes se quedarían a cerrar el restaurante.
– ¿Estás bien? – preguntó Rubí y asentí - ¿sabes que puede dejarlo e irme a beber contigo? – Massimo se quedó viéndola.
– No te preocupes, disfrútalo – mi amiga me abrazó – tengo que llegar a casa, luego cocinar para Zafi, últimamente está entrenando demasiado, me distraeré con eso y luego debo ordenar las órdenes de compra, tú solo preocúpate por llegar mañana a tiempo ¿OK? – los dos se carcajean frente a mí y luego nos despedimos.
No demoré mucho en llegar a la casa, me di una ducha y luego me puse algo cómodo, Zafiro estaba en la sala viendo una película junto a Vodka, esa noche Darío se haría cargo de la ronda de seguridad, cuando mis amigos me vieron llegar, hablamos un poco, me desahogué contándoles sobre el divorcio, sobre lo que había pensado y ellos solo me escucharon, era lo que necesitaba, solté un suspiro cuando vi que estaban sentándose en el desayunador para probar la comida que estaba preparado.
Me reí cuando, como niños pequeños, llegaron a mi lado con un plato cada uno, para su suerte era un tradicional Mole de olla, me gustaba ver como disfrutaban de sus platillos, no los acompañé, solo quería despejarme y lo había logrado, ahora necesitaba descansar, había recibido muchas noticias en el día y ahora necesitaba reponerme.
No tardé en dormirme, despertar fue complicado, últimamente tenía mil y unas cosas en la cabeza, eran las seis treinta de la mañana cuando decidí levantarme, el verano estaba comenzando y lo último que quería eran días de calor, definitivamente recorrería el mundo siguiendo el invierno, o el otoño, es más agradable.
Mi día comenzó ajetreado recibiendo a proveedores, una que otra mercadería y cotizando hortalizas, el menú debía cambiar en un par de meses, por lo que últimamente me había dedicado a estudiar la comida asiática, allí les gustaba mucho el picante. A medio día tomé una pausa, comí en compañía de las chicas y hablamos con Diamante por primera vez en tres días, se notaba feliz, eso quería decir que mi hermano estaba igual, saber eso me dejó tranquila, como me gustaría que Antonio estuviera con nosotros, aunque fuera desde lejos, pero sabiendo que está bien, sé que ahora está en un mejor lugar, junto a nuestros padres, sin complicación o vicios.
La tarde fue lenta, por ello es que deje que las chicas se fueran, mañana me tomaré el día libre por lo que planifiqué y entregué los menús a los chefs encargados y al administrador del siguiente día, acomodé los turnos y luego comenzamos a recibir a los comensales de la tarde/noche.
– Hola, Esmeralda – escuché una voz femenina a mis espaldas, mientras estaba arreglando la barra - ¿podríamos hablar? – preguntó y me giré para encontrarme cara a cara con Milenka, estaba con un vestido que exageraba su panza de embarazada, sonreí triunfante.
– No, estoy trabajando, y la administradora a cargo no está, a esta hora solo recibimos comensales con previa reserva – me giré y seguí arreglando los licores.
– No estoy aquí para comer, jamás comería la mugre que cocinas – strike uno, solté un suspiro – solo vengo a recordarte, que debes firmar el divorció, con mi prometido - ¿Qué había dicho? ¿Cómo llamo a mi esposo? – no queremos esperar …
– Y adivino – me carcajeé – quieres que tu hijo nazca dentro de la familia que tú jamás pudiste tener – la rubia abrió los ojos como platos - ¿verdad? – pregunté y levantó la mano, pero la detuve enseguida – no, aquí eso no te funcionará – la solté, provocando que retrocediera un par de pasos.
– Eres una arrastrada, una cazafortunas, una cualquiera – espetó entre dientes, pero la ignoré por completo – no entiendo cómo Iker se pudo fijar en ti …
– Pero lo hizo, y me ama tanto que me hizo su esposa – levanté mi dedo con los anillos – ¿Y a ti? No veo tus anillos, no veo una confirmación de compromiso. ¿Qué pasó? ¿Las cosas no salieron como querías, bastarda? – la rubia no daba crédito a lo que decía, pero yo me había cansado. Sinceramente, esta vez no me guardaría nada – sé de dónde vienes, sé de dónde venía tu madre, sé que no eres hija de ese gran hombre que es tu padre, él solo te recogió, como a tu madre, pero ninguna de las dos fue capaz de aprovecharlo y ahora, - sonreí y hasta yo me encontré un poco loca – ahora, Milenka, no te queda nada – susurré acercándome a ella – más que una carrera de modelo por el suelo, un embarazo de dudosa procedencia y un hombre, al que te aferras con tu vida, que no te ama. ¡Y jamás, escúchame bien! – la tomé por los hombros – Jamás te amará como me ama a mí, porque a mí sí me ama, aunque nos separemos, aunque no nos veamos. ¡Él me ama! – sus lágrimas comenzaron a bañar su rostro y la solté, reaccionando a todo lo que había dicho – vete, solo vete, disfruta tu momento y ruega a Dios que ese niño sea de tu supuesto prometido, porque él no será tan benevolente como yo, él no se detendrá, aunque estés embarazada – la rubia se escabulló hasta la puerta y sin detenerse se subió a uno de los carros de los Denaro, siendo ayudada por el chofer.