Piroquinesis

Capítulo 2.

El olor del perfume de mi madre fue lo que me despertó.

Para mi sorpresa no estaba en el suelo, estaba en la cama, y con el collar encima de la mesada. No me anime a preguntarle si fue ella quien me llevó, ni siquiera parecía preocupada.

-Hoy empiezas tu último año, ¿ansiosa?- Definitivamente no fue ella quien me ayudo, ¿me desperté y no lo recuerdo?

-Si.- una mentira enorme, no tenía tiempo para estudiar, quería saber que sucedió conmigo. Me levanto algo mareada y agarro el conjunto de ropa que mi madre dejó en la silla del escritorio. Antes de irme tomo el collar con la campera y lo meto en el bolso, mirando de vez en cuando para que no se incendie. Bajo rápido al primer piso y me guardo algo para comer, me rio al pensar que puede terminar frito o en cenizas. Tomo mis llaves y algo de dinero para el autobús, saludo con un ademán y el aire fresco de marzo me da la bienvenida.

Tuve que correr el autobús para no llegar tarde y por el dolor en mis músculos me acordé de las peripecias del día anterior. Tengo que averiguar tanto y no sé por dónde empezar. Al llegar encontré a mis compañeros donde siempre, debajo de un árbol enorme, el Ombú, en ronda esperando el timbre. Camino hacia ellos, no crecieron nada, somos iguales que hace 5 años, algunos crecieron en varias direcciones, otros como yo nos quedamos estancados. Pero éramos los mismos, en alma y espíritu, y eso nadie lo iba a cambiar.

- Demoraste, quise pasar a buscarte pero sabía que llegaríamos tarde.- Bernabell o Berna para simplificar, me conocía más que nadie, nuestros lazos de amistad eran más fuertes con ella que con cualquiera del grupo. Soporto distancia, peleas, amores y llantos, y sigue firme a pesar de las cicatrices.

- No encontraba mi celular, pero aun así estoy en hora, el timbre no sonó.- termino de hablar y lo hace, estrepitoso como hace tanto tiempo, aun me asustaba cuando estaba desprevenida. De todas formas ahora que lo mencioné, no traje el celular. Se empiezan a levantar uno por uno, como si sus cuerpos estuvieran demasiado atraídos por la gravedad, el espíritu del primer día no los contagió, ni a ellos ni a mí.

Dentro, los supervisores nos indicaban a cuál de ellos debíamos de seguir, de tal manera de evitar caos y desorden. Nosotros nos ganamos cierto privilegio, éramos los más grandes, por lo tanto íbamos a las clases solos, y una hora más tarde que el resto, para ahorrarnos el tour y las explicaciones de cómo funcionaban las cosas aquí. Según mis cálculos, yo estaría en la misma clase que Angus, pero sin ninguno de mis compañeros, porque nada de lo que eligieron coincidía con mis clases. Estaba acostumbrada a estar sola de todas formas, pero no me agrada el hecho de pasar sola mi último año. Pensé en buscar a Angus, para que me explicara que paso anoche, pero no lo veía por ninguna parte. Me limito a sentarme con mis amigos en la escalera del segundo piso.

- Ayer no te vi en la fiesta...- Frida era entrometida, pero su lado dulce y aniñado no lo hacían ver a aquello tan molesto.

- Me sentí mal, fiebre y eso, tu sabes.- hablo restándole importancia, es muy de alarmarse por esas cosas. Me levanto intentando contagiarlos, y al hacerlo, cada uno sin decir nada se va a su respectiva clase. Cid me frena.

- Sabes que no paso eso, ayer cuando volvía del baile vi salir a alguien por tu ventana, y no era nadie familiar. ¿No me piensas decir nada? - me deja aturdida. Sé que vine sola anoche, o eso es lo que me acordaba

-¿Recuerdas que hora era?

-Cerca de las tres de la mañana.

-Gracias, nos vemos luego.- me queda mirando descontento, y yo quedo más confundida de lo que estoy.

Mi clase es la del final del pasillo, como siempre entro tarde y me veo obligada a sentarme detrás del todo, significa que no podré escuchar ni oír nada en lo que reste de la hora. La persona que entra detrás de mí era la profesora, baja y con un moño en el pelo, demostraba más edad de la que en verdad tenía. Me gustaría verla con el pelo suelto, aún con canas apuesto se vería hermosa. Se sienta en el escritorio y enseguida empieza a decir nuestros nombres uno por uno. Como calculé, Angus estaba en mi clase, pero aún no había llegado, el resto eran invisibles para mí, como yo para ellos.

- Ghala Lear

- ¡Presente!- la profesora levanta la mirada y se dirige hacia mí, antes de pronunciar el siguiente nombre Angus entra, y juro por dios que ese no era el Angus que yo conocía.

Estaba más musculoso, pero con los ojos desorbitados y su mejilla golpeada, su pelo rapado, ninguno de sus mechones castaños se había conservado, y ese aire que siempre lo destacó, un aire de grandeza sí, pero de belleza también. Ahora solo se sentía grandeza y poder junto a él. Sonríe a la profesora y luego mira para mi dirección, serio, pero sus ojos no se encuentran con los míos, no sabe ni donde está parado.

- Profesora, disculpe la demora, ya empezamos el año con problemas, bien de instituto público, ¿no le parece?- Ella lo mira de arriba abajo, inspeccionando, le pide se siente y el accede con una reverencia.

Se presenta, se llama Leonor, y será nuestra única profesora en todo el año, capaz no había presupuesto, pero pasar de doce profesores individuales de cada materia, a una general, era algo sofocante. Nos habla de valores, del futuro, de nuestro destino y de cosas que dejo de escuchar, no puedo dejar de mirar a Angus. Esta tan distinto, tan intimidante, sabía que de por sí estar con él era inalcanzable, pero ahora no se me cruza esa idea por la cabeza, ahora solo me da miedo. Suena el timbre de la primera clase, me voy lo más rápido que puedo, pero no puedo seguir, algo me detiene, y se quién es.



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En el texto hay: amorsobrenatural

Editado: 28.02.2018

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