Planeta Eris: durante la paz

CAPÍTULO 5. HARTS Y TRÄD RAM

Casse tomó ambas manos de su amiga y la miró a los ojos, su preocupación era latente y trataba de transmitirle esos sentimientos a Harts, aunque ésta no los aceptara por completo; otra de las no virtudes de Harts era ser despreocupada consigo misma, pero era seguro que ni ella quería morir siendo quemada viva; una muerte más rápida sería más aceptable. Mulab les hizo un gesto y ambas salieron de la celda en dirección a la salida de la prisión, Casse no podía acompañarlos, así que solo la abrazó deseándole suerte y vaya que la necesitaría. Cuando salieron de la prisión, alrededor había personas cortando carne, curtiendo cuero y muchos otros ordenando las pocas frutas y semillas que habían recolectado el día de ayer; cuando la vieron salir de inmediato todas las miradas se posaron en ella, desaprobatorias y molestas, la gente comenzó a hablar entre sí y más de una vez podía ver movimientos de cabeza negativos; Harts estaba acostumbrada, pero al menos antes uno que otro grupo de personas simplemente la ignoraba y ahora todos le prestaban atención, juzgandola.

Continuaron caminando hacia la fortaleza real, llegando en menos cinco minutos. En la entrada había dos grandes pilares de roca y junto a cada una un guerrero real, estar ahí le causó un nudo en el estómago, comenzó a sentir miedo por lo que se paró en seco; Mulab le instó que debía avanzar, con una mirada él le dijo que todo saldría bien y sin otra opción continuó. Cuando llegó al gran y famoso salón de inmediato nuevas miradas se posaron en ella, incluidos unos ojos de iris escarlata que jamás había visto en su vida y sabía, la dueña de ellos era la diplomática; el Rey Tares levantó su brazo y con un ademán de su mano le indicó a Harts que se acercara, lo hizo con un poco de timidez.

—Harts ¿entiendes el problema en el que estás metida? —cuestionó el Rey y ella asintió de inmediato—. La joven aquí presente es Träd Ram, una princesa y hermana de la Reina Ceres I del reino Manipura; es la diplomática enviada para formar la alianza, pero con lo sucedido ahora cree que intentaste agredirla en su llegada.

— ¿Cómo te declaras a eso? —dijo la Reina una vez su esposo terminó.

—Inocente, yo solo...

—Basta —dijo la joven diplomática poniendo una mano recta frente a Harts—. Ven conmigo, me explicaras todo a solas.

Harts miró al Rey y este asintió. La joven diplomática se levantó con una sonrisa marcada en su rostro y le pidió a tres de sus guardias esperarla ahí, mientras otros dos las acompañaban unos metros detrás, lo suficiente para responder a un ataque, pero no para escuchar la conversación que tendría con Harts. El Rey y su guerrero, Mulab, miraron a las dos chicas salir de la fortaleza y ambos desearon que todo saliera bien, por el bien de su amiga y del reino. la Reina por su parte miró a su esposo con seriedad y se levantó de su asiento en dirección a los aposentos de sus hijos, los cuales les ordenaron mantenerse a salvo ahí hasta que se llegara a un acuerdo.

Tomando un sendero a lado de la fortaleza, la joven diplomática guió a Harts yendo hacia el este y subiendo una pequeña colina; Harts se mantuvo en silencio solo siguiendo a la joven aunque no supiera a donde la estaba llevando, una parte de sí pensó que la llevaría al bosque para asesinarla por su crimen. Continuaron caminando y llegaron a las granjas, entonces se dio cuenta hacia donde estaban yendo; la relieve donde ella saltó y casi cae sobre los invitados del norte.

—De aquí fue ¿no es así? —dijo la joven acercándose a un gran tronco que estaba caído exactamente en la esquina del relieve—. ¿Debo pensar que tu gran salto fue para esquivarlo?

—Sí, así fue majestad

—No soy una reina, solo una noble

—Usted es una princesa —replicó caminando hacia ella e inspeccionó el gran tronco.

—Una princesa hermana... —para sorpresa de Harts la joven princesa se sentó en el tronco y la invitó a hacer lo mismo—. Entonces no te vi mal, tus ojos son de dos colores distintos; bastante inusual.

Harts se sonrojó. Sus ojos siempre eran lo que llamaba más la atención de cualquier otra cosa respecto a si misma; ella nació con el iris de su ojo derecho de color marrón y el iris de su ojo izquierdo de color azul; siempre las personas solían asombrarse antes de asustarse por esa rareza, según lo que le había dicho una de sus madres es que en todo el mundo solo pocas personas nacían con ese tipo de ojos. En el planeta Eris todas las personas tienen dos colores de iris; todos nacen con el color de iris de su familia, pero cuando controlas cierto nivel de tu prana, tu iris puede cambiar de color y los cambias a voluntad; ella había heredado dos colores diferentes y lo odiaba.

—Son lindos



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En el texto hay: magia, nobleza, lgbt lesbian

Editado: 27.05.2019

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