Planeta Eris: durante la paz

CAPÍTULO 9. UN LARGO VIAJE HACIA MANIPURA

Ya habían pasado dos horas desde que salieron de la capital de Muladhra; Harts había permanecido en silencio durante todo ese tiempo y Träd había decidido darle su espacio, era consciente que debía ser complicado dejar tu hogar. Al menos para ella que era una princesa hermana el solo imaginarlo sería difícil de sobre llevar ese hecho, ya que amaba su Turf y a su gente. Aun en su intento de ser empática no podía seguir soportando el silencio, que si bien no era incómodo resultaba aburrido; estaban en la carroza en medio de todo lo que era el grupo de soldados que la acompañaban, normalmente ella iba al frente en su caballo y vigilando el camino, ahora había decidido permanecer dentro con su esposa para intimar un poco.

Harts por su parte miraba por la ventanilla que estaba abierta; una ligera corriente de aire se colaba chocando con su rostro, resultaba refrescante, pensaba en su hogar y lo que había dejado atrás, pero lo que más ocupaba su mente era la princesa Träd; estaba a solas con ella y no sabía cómo iniciar una conversación, se sentía apenada por lo sucedido en su noche de bodas, pero deseaba poder conocer más a la persona con la que ahora compartiría su vida; esperaba que fuera la princesa la primera en empezar la plática.

—Entiendo por que se retiró la Reina de Muladhra... —por fin habló Träd, rompiendo tan molesto silencio.

— ¿Enserio?

—Yo también me puse celosa cuando te abrazó el Rey —dijo en broma, pero en el fondo era cierto—, me dieron ganas de golpearlo, pero me contuve.

— ¡No! —soltó Harts completamente sonrojada—. Solo somos amigos, como hermanos, no hay nada más entre nosotros.

Se puso nerviosa. Träd comenzó a reír divertida, conocer una nueva expresión de su esposa le maravillaba y daba gracia al mismo tiempo; ver tan hermosos ojos bicolor brillar ante los sentimientos de Harts era todo un espectáculo, al menos para la princesa. Con ese pensamiento la joven diplomática se cambió de lugar posicionándose a lado izquierdo junto a Harts, tomó su mano entrelazando sus dedos y dedicándole una gran sonrisa que fue correspondida al instante; la piel de la joven de diferente color de ojos era suave y cálida, no era la primera vez que tocaba a alguien con las mismas características, pero la joven tenía un encanto diferente; cuando la tocaba o simplemente al verla podía percibir la gran cantidad de prana que tenía, uno de los tantos talentos de la princesa hermana de Manipura era el de percibir el tipo de prana de una persona y con ello parte de su personalidad. Cuando el prana de su esposa entraba en contacto con sus sentidos era incapaz de asociarlo a algo conocido, simplemente era algo nuevo y especial.

Por dos meses continuaron avanzando; en una semana ya estaban en territorio de la Turf Manipura, pero les tomaría un mes y tres semanas llegar a su capital. Durante todo el trayecto la sorpresa y maravilla en Harts nunca terminaba; el clima era más cálido que en su Turf de origen y, además llovía más, Harts miraba hacia cada lado intentando guardar una imagen mental, no quería olvidar lo que sus ojos veían. En un principio pasaron por una zona montañosa, con pocos árboles, pero que llovía incesantemente y justo antes de salir de ese ambiente debieron cruzar un enorme río de al menos 30 metros de ancho, ya tenía un puente formado debido a que su cauce era muy peligroso por la rapidez en la que bajaba el agua y los animales que ahí vivían. Posteriormente llegaron a una jungla, con el camino bien establecido y en el cual estuvieron un mes entero, llovía bastante casi las 24 horas del día, en esta zona del viaje fue en la que más trabajo hubo para el ejército debido a que animales salvajes de vez en cuando –especialmente en la noche- los atacaban, pero nunca hubo roblema, todo era verde y lleno de vegetación, Harts nunca había visto tanta vida acumulada en un solo lugar. Cuando cumplieron los dos meses, habían salido ya de la jungla y se habían internado en un bosque de roble oscuro; enormes árboles frondosos de un tronco grueso, sus copas eran amplias y de un tono verde ligeramente oscuro sumamente llamativo, que daba al lugar un aura de misterio y tranquilidad, faltaba una hora para que llegaran a la capital e incluso ya podían ver las enormes construcciones por encima de los árboles.

Antes de continuar, Träd ordenó que pararan. Bajó de la carroza y le pidió a su esposa que la acompañara, cuando Harts bajo de ella siguió a la princesa hasta la parte trasera del grupo y ahí cuatro soldados protegían dos docenas de caballos que habían sido obsequio de la Turf Muladhra; las criaturas eran de diversos tamaños y colores, todos sangre pura y resistentes, de las pocas criaturas que se habían adaptado inmediatamente al cambio climático y que eran famosos internacionalmente por su resistencia.

—Elije uno —dijo Träd señalándole a los hermosos animales—, sabes montar ¿verdad?

—Sí, aprendí primero a montar antes que a caminar



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En el texto hay: magia, nobleza, lgbt lesbian

Editado: 27.05.2019

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