Al norte de la Turf Manipura se encuentra su rival y la que alguna vez fue la Turf más poderosa del Planeta Eris, la Turf Sahasrara, aun con los problemas que la segunda estaba cursando se mantenía en segundo lugar apenas por un poco; su economía y comercio habían disminuido, ocasionando que su poderío se viera disminuido.
En la Turf Sahasrara vive la familia Real Om, cuyo lema es "Yo soy"; el elemento de la familia es el silencio y la energía cósmica, lo que los vuelve personas con gran control sobre su prana, así como la magia –de ahí lo temible que es la Turf-. Debido al control de su prana y el prana que los rodea suelen tener una íntima relación con la naturaleza y los astros, por lo que tienen a su disposición criaturas tan temibles como dragones, que si bien no controlan, conviven con ellos bajo ciertas condiciones. Su color representativo es el violeta y el blanco. La familia Real Om tiene características físicas especiales –así como el resto de las familias reales en otras Turf-, su cabello es completamente negro con un brillo plateado especial cuando controlan completamente su prana; además su segundo color de ojos es un iris de color violeta –en el Planeta Eris, aquellas personas que controlan cierto nivel de magia pueden desactivar un segundo color de iris el cual es determinado según su sangre, las familias reales tienen un color específico e irrepetible; mientras que los plebeyos y nobles oscilan en colores marrones, ámbar y negros sin distinción y comunes- .
En Sahasrara, la familia Real, un año antes de que el Planeta Eris cambiará de rotación tuvo un hijo el cual fue secuestrado y posteriormente asesinado por rebeldes, a los Reyes les había costado mucho concebir un hijo y quedaron devastados luego de que éste muriera; sin embargo, debido a una señal que observaron en un par de estrellas estaban seguros de que su hijo está con vida, no tienen ni la menor idea de donde, pero han gastado toda la economía de su Turf en encontrarlo, trayendo consigo múltiples descontentos entre los nobles.
—Mi Rey, por favor, aún no es tarde —dijo un hombre con una armadura plateada, hincándose frente al Rey Albireo V—. Aún puede concebir un príncipe o princesa con otra mujer.
— ¡Como te atreves! —replicó el Rey levantándose súbitamente de su silla, claramente indignado por el comentario de su consejero— Estás pidiéndome que engañe a mi mujer, tu Reina.
—Discúlpeme, mi Rey... pero la Reina ya ha dejado de sangrar, no puede darle más hijos y ustedes necesitan un heredero.
—Tenemos un heredero y lo sabes.
— ¿¡Y dónde está!? —el hombre se desesperó poniéndose de pie y confrontando a su Rey— ¡Hay rumores que informan que Manipura está preparando su ejército y que planea aprovecharse de la inestabilidad que va en aumento aquí en Sahasrara!
—La niña Ceres no se atrevería a romper una tradición de siglos.
—La Reina de Manipura es ambiciosa, como todos en esa Turf, mi Rey... nos atacaran, puede estar seguro de eso.
—Si no tienes información de mi hijo, puedes irte.
El Rey era muy necio, lo suficiente como sacar de quicio a sus sirvientes más leales, a pesar de los años continuaba en negación sobre el fallecimiento de su hijo –al igual que su esposa, la Reina-; con la tensión creciendo dentro de Sahasrara y Manipura volviéndose cada vez más fuerte, la guerra estaba cada vez más cerca y días oscuros volverían a cubrir los cielos del Planeta Eris.
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De regreso a la Turf Manipura, la cena con la familia Real y algunos nobles había terminado; fue una comida tranquila llena de pláticas tranquilas y apacibles en donde Harts pudo conocer al Rey y a los príncipes de forma más cercana, llevándose bien con éstos de manera inmediata. Todos en el comedor fueron atraídos por sus peculiares ojos y al ser extranjera, fue atacada con múltiples preguntas que ella trato de contestar de forma clara y aunque al principio se sintió cohibida no tardó en abrirse completamente a ellos; aunque ciertos comentarios lograban sonrojarla e incluso poner nerviosa a su esposa, a quienes le habían conocido muchas parejas y todos concordaban al final, que Harts había sido una de sus mejores decisiones. Luego de la cena y ya en la habitación, la joven de ojos bicolor y la diplomática durmieron inmediatamente sus cuerpos entraron en la cama, no sin antes compartir un par de besos y dormir abrazadas.
AL día siguiente, Harts debía continuar con la espada, la cual estaba prácticamente terminada, lo único que hacía falta era encantarla, no conocía muchos hechizos, pero sí los básicos que harían de la espada una de las mejores del Reino o bueno, al menos entre el top cincuenta. Harts se había permitido dormir un par de horas más, no llevaba tanta prisa el día de hoy y una vez llegó con el jefe de los herreros, Mant le entregó la espada y además le informó que había conseguido las llaves de la sala donde podría realizar los encantamientos y que se había asegurado de que no sería usada el día de hoy, para que la jefa de esa área no se entera al menos por el momento.